Se acerca la navidad y Ralphie (Peter Billingsley), un niño
de 9 años, quiere un regalo especial, un rifle de aire comprimido del que se
sabe hasta el modelo, pero sus padres dicen que puede herirse con el arma y
todo parece que no se la darán. Ralphie de adulto va contando la historia y lo
que pensaba por entonces en voz en off. En el filme de Bob Clark vemos como
Ralphie trata por varios medios de convencer a sus padres. No es lo único del
filme, la trama alberga toda la vida diaria de Ralphie, su hermano menor Randy,
su viejo –que es como lo llama en su mente- interpretado por Darren McGavin y
su madre (Melinda Dillon).
Ralphie es un niño común, muy astuto y despierto pero
bondadoso y buen niño. En el trayecto a su escuela sufre de bullying por dos
pequeños matones. El filme está contado con bromas inocentes en general pero
potentes, sin medias tintas. Ésta propuesta es familiar, y carga mucha ternura.
Es un filme que se mueve en base a la visión infantil del pequeño Ralphie,
donde vemos inclusive sus fantasías y sueños. Es un filme carismático y que
exuda nobleza.
El padre recibe de premio una lámpara en la forma de una pierna de mujer
de cabaret y su esposa la detesta. Él quiere que todos sus vecinos la vean, ella
desaparecerla. Es el último bastión de su libertad sexual, versus la vida
casera. Pero lo feo que es como decoración es en realidad la lucha de una
libertad entregada hasta el mínimo y la inocencia de la nostalgia de la
galantería. Esto representa una de las mejores expresiones narrativas del
filme.
El mundo infantil de Ralphie también está bien dibujado, pero
es algo ñoño. No obstante el niño y su vida resultan dulces por su parte. Es
como volver a esa etapa de felicidad, donde algo que anhelamos y parece intrascendente
para muchos es el gran conflicto de nuestras vidas. El bullying está tratado
con humor aunque se resuelve de forma más seria. El filme da mucho lugar a la
vida cotidiana del niño y como filme familiar es lo más suave y clásico.
Los padres de Ralphie son muy amorosos y próximos a sus
hijos, pero para nada se dan empalagosos ni sobreprotectores, también tienen su
carácter, pero escuchan, comprenden y tienen de permisivos. Son padres que
muestran equilibrio sin ser fantasiosos ni demasiado ideales. Ralphie es un
niño sano con ellos, pero no deja de ser muy racional, sabe discernir. La interrelación
con los padres es importante en la película, es un trabajo prominente, especial
en el séptimo arte. El trato es constante y está lleno de sorpresas.
El carisma e idoneidad y el cariño que se gana el reparto es
indiscutible, todos están perfectos y bien adaptados a la historia. A Christmas
Story (1983) se contextualiza tiempo atrás, se circunscribe a una época mucho más
clásica que los 80s no especificada, y a esto se le suma estar en algún
pueblito típico de EE.UU. El filme es muy norteamericano, las figuras se
comportan en el término medio y preciso. No hay personajes estrambóticos ni
escandalosos ni efectistas, hay más bien gente promedio, es un filme suelto,
que no fuerza nada.
La mejor broma que he visto en el filme es cuando vemos
desde los ojos –literalmente- de Ralphie como es ir al centro comercial a pedirle
el regalo navideño a Papa Noel, y terminar recibiendo una patada de la bota de
un hombre harto de su trabajo. La navidad recorre todo el filme, y es poderosa
como tema, exhibición y emociones. El filme es un cúmulo de experiencias memorables
de orden común, clásicas para muchos, pero no menos cautivantes. Su identificación
general, aunque sea de la sociedad americana, es muy notable.