viernes, 28 de abril de 2017

Los territorios

Se presenta como un documental, pero termina diciendo el director y protagonista del filme, sea con su voz en off o con su presencia, ya que la propuesta trata de él, el argentino Iván Granovsky, que se considera actor, no productor ni director de cine, mucho menos periodista (específicamente corresponsal de guerra) que es a lo que juega en la presente película, con lo que da a entender que el documental más bien trata de un cuento. Pero, ¿qué vemos?, a un chico bien, de familia con dinero, por la madre, y de padre periodista político, que busca encontrarse en alguna labor, tener algún tipo de éxito, aunque exponga más bien sus fracasos, pero muy ligeramente, como quien quiere caer simpático.

La película pasea por diferentes partes del mundo, juega con las banderitas (la de argentina hace gracia con el sol de cabeza), esto se ve muy fácil, muy relajado, los viajes son el plus del filme, lo que lo hace más que una ocurrencia de a ver en que puedo brillar. Granovsky intenta hacer de periodista, pero no le nace muy bien, aunque tiene un fuerte vínculo con su padre –que admira- a quien entrevista y comparte un trato próximo en la película. El protagonista enseña en pantalla sus cartas/conversaciones intimas con sus padres, amigos y algún posible contratante. El filme intenta y logra ser cálido en su tono ligero. También se pretende espontáneo, como que se va haciendo el filme al andar, con los pedazos de cada fracaso, que acerca empatía con el público o eso supone, incluyendo los amorosos, ya que Granovsky no es ningún conquistador, es un hombre sencillo, de eso va, hasta demasiado simple y con muchas limitaciones si pensamos en los fracasos, cosa que uno creería lo contrario con su personalidad, esa que exuda como guía del filme, con una voz que se oye inteligente.

El filme fluye, no es muy revelador, pero también pretende transparencia, leve intimidad, aunque quiera al final catalogarse como actor, que está fabulando una ficción de cómo se muestra, un perdedor en busca de gloria (dinero parece que ya tiene). Granovsky nos dice, no soy ninguna luminaria, nos muestra sólo a un buen tipo, uno como cualquiera diría. El filme tiene gracia aunque no va de nada especifico, lo cual es un tipo de cine arte y de documental, y a veces importa demasiado poco, pero entretiene, genera atención y puede que hasta complicidad, aunque surja intrascendente, filmando a papá, casual con mamá y paseando (por ahí hablando sin anhelo de profundizar de judíos y palestinos, de terroristas, de protestas o del contraste de derecha e izquierda). El filme termina y uno pareciera oír a Granovsky en elipsis diciendo: el éxito tampoco me quita el sueño, sino que es divertido viajar a donde sea, y hacer documentales al respecto.