domingo, 26 de noviembre de 2023
El crítico
Éste documental de los españoles Javier Morales Pérez y Juan Zavala es sobre el crítico de cine de nacionalidad española Carlos Boyero, el crítico de cine más famoso o más popular de la historia de su país, célebre por ser muy franco con sus apreciaciones de cine. No suele gustar de los cines muy modernos, para él Apichatpong Weerasethakul es producto de las modas, y es prácticamente para él una tortura de ver. Boyero no duda en decir lo malas que les parece éste tipo de películas, teniendo como bien dice un cierto público cautivo o que se identifican con él, aun cuando ya se sabe viejo y que actualmente hay otras cinefilias, producto también de las redes sociales y la tecnología, pero que se deja en claro que aunque hay mucha democracia y cualquiera puede opinar, no todos tienen -o deberían de tener- el mismo peso. Ésta democratización y nuevas cinefilias están a la par con cierta infravaloración de ser crítico, porque no es una profesión con la que muchos puedan vivir o se les pague lo justo. La democratización de la tecnología ha vuelto paradójicamente barata la profesión, aun cuando hoy en día hay muchas ventajas para los cinéfilos, cantidad de accesibilidad. El propio Boyero habla mucho en el filme, es guía, junto a bastantes personas que opinan sobre él, mientras recorremos toda su vida, los puntos claves de quien es, desde su infancia hasta ahora que se ve viejo. Hay cosas interesantes para conocerlo a fondo, el retrato mejora nuestra visión de Boyero, cuando desde afuera no lo conocíamos así en profundidad, y muestra capas atractivas de su personalidad. Ha logrado ser un éxito de popularidad durante 40 años, tratado excepcionalmente en el mundo de la crítica, hospedándose en los mejores hoteles a la visita de los grandes festivales, visitando hasta en el presente los mejores restaurantes, pagado muy bien por mucho tiempo por un diario del calibre de El País. Se ve una persona inteligente, amable, simpática y sensible, no solo un tipo polémico que suele despreciar el cine más arty, no solo vemos a ese especie de personaje en que se ha convertido. Se deja ver que Boyero no es una construcción falsa, sino que se sustenta, a través de éste tipo de biopic en vida, que esas criticas agudas y despreciativas cuando algo no lo convence son él en estado puro, frente a lo que le dice la gran pantalla a su gusto y propia pasión, aunque pueda sonar extremista o lidiar con lo ligero. Acepta no gustarle el cine de Almodóvar, cuando esto ha sido parte de su identidad laboral, cuando muchos yacen rendidos ante éste reputado director y el propio Boyero acepta su consagración. Boyero manifiesta haber enfrentado mucho el poder y haber tenido la suerte de haber sido respaldado por sus medios, los diarios en que trabajó por mucho tiempo, aun cuando seguramente dio muchos dolores de cabeza. Mucha gente relacionada con el cine que aquí son entrevistados -entre actores, críticos, periodistas, productores y directores españoles reconocidos- señalan que es muy amable y simpático en persona, en el trato directo, pero cuando escribe no duda en hacer polvo a cualquier director que halle fallido o no compagine con su gusto (cosa que también se le critica, que sea más argumentativo, pero se habla de que no es ningún intelectual sino alguien que habla frontalmente a la gente), si bien se ve identificado (ama) el cine clásico americano. Muchos críticos españoles -su éxito y popularidad es nacional y va hasta historias del cine español donde lo han retratado y ha sido actor amateur- dictan su opinión de Boyero frente a la cámara, hasta Miguel Marías quien no se identifica en absoluto con Boyero. Críticos más jóvenes o actuales dan su opinión también. La mayor parte del documental es positivo sobre éste popular critico, aunque se señalan intentos de hacer que lo despidan por esa poca tolerancia a los cines más artys, más modernos, minoritarios, de lo que el mismo Boyero señala no buscan tener éxito dentro de una exposición comercial o respaldo de un publico amplio, generar dinero, sino ganar subvenciones y mantener un austero prestigio intelectual, y es por eso que chocan con él, porque Boyero supone pensar en las mayorías, en el cine popular. Muchos argumentan que porqué entonces va a festivales cuando ahí no está el cine que Boyero ama, pero aunque él se desanima como quien siente que le gustaría hallar entusiasmo ahí o con estos cines artys, no deja de celebrar poder ir a Berlín, Venecia o en especial a San Sebastián donde ofreció una vez (sonando un poco irónico oírlo) al director artístico de ese festival no escribir para no molestar, pero muchos quieren escucharlo, incluso gente que él ha atacado. Boyero puede ser tremenda bestia salvaje cuando saltan en pantalla los Apichatpong y desde luego muchos que defienden éste tipo de séptimo arte no van a ver por ello bien a Boyero y les va a generar inmediato fastidio y rechazo, pero ciertamente 40 años de profesión, pagados en las mejores condiciones, hablan de éxito y la historia española lo va a recordar. También de que éste ha creado un estilo donde la gente sabe que es él, las generaciones antiguas incluso lo admiran. Puede que algunos usen o quieran escribir críticas negativas para autopromocionarse queriendo quizá emularlo pero Boyero como se argumenta en el documental, se da background sobre éste soporte, se expresa que ha sido auténtico. La gente que lo conoce de años lo ve igual desde el comienzo y es de ésta manera que ahora vivimos otros tiempos y el propio Boyero lo entiende así y es momento quizá de pasar la antorcha. Se percibe que más que renovarse es que no pretende mentir para ser aceptado por las nuevas generaciones. Ésta autenticidad no es fácil, actualmente no es habitual, hoy vemos mucha impostura, mucha repetición, incluso de los que se creen intelectuales, para ser parte del grupo, ya que en todo hay pirámides de poder y también porque tener una voz propia potente es complicado, por ello Boyero tiene valor, no acomodarse, tener personalidad, tener estilo, tener una voz real (y encima encontrarse bien remunerado). El futuro del cine requiere de autenticidad (y no abunda), aunque también de apertura, de eclecticismo, de equilibrio.