sábado, 7 de marzo de 2020
Midsommar
Midsommar (2019), de Ari Aster, parece que se centrara en una secta extraña y extremista, pero en realidad se centra en Dani (Florence Pugh), en como para sanar debe conocer el mal en su ser y sentir placer con éste. Todo desde algo que puede sonar feminista al final del cuento. No obstante a razón de alguien que no es culpable de lo que se le achaca, pero ahí está la ironía y perversidad de la historia. El filme de Aster no busca el susto gratuito; te impacta, pero con consciencia de una narrativa, en ese lugar están esas 2 caídas poderosas donde surge un pico importante de emoción del terror. Una de ellas es brutal, salvaje, híper violenta visualmente; la segunda es realista, seca y sin adornos. Luego los cuerpos chancados, deformados por los choques, son quemados, pero no lucen muy verídicos lo cuerpos por ese entonces. El filme va acumulando extrañezas con la secta, tiene partes que se asoman al ridículo, te hacen dudar de no poder contener una risa involuntaria, pero su riesgo continuo triunfa, resulta un filme con personalidad, donde existe harta lógica, pero también mucha imaginación, es ver algo que puedes creer, pero mantiene la novedad, no es predecible, hay suspenso, misterio, crueldad muy bien pensada, desde la frialdad más feroz y una razón interna donde la secta actúa en base a convicciones y leyes propias. En el trayecto el grupo de visitantes americanos son victimas del terror, pero Dani pasará por una mutación, por una sanación malévola, pasando del estado de ánimo de la depresión al éxtasis, al sadismo, esa es la película. Las muertes que crean y acompañan la depresión, la de los familiares de Dani, son representandas atípicamente, lucen medio inexplicables, frikis. El filme tiene esa particularidad, aunque en mayor medida es muy lógico, aunque bajo códigos perversos y criminales. Es un filme mucho más pausado que el anterior, pero no lento. Es un gran mérito -habiendo tanta agua bajo el río con la temática- ver una película sobre sectas que logra distinguirse y ser bastante interesante, Ari Aster es un director y guionista talentoso, un cultor maestro contemporáneo de un género que todos amamos tanto, tan cinéfilo, como el terror.