lunes, 3 de noviembre de 2025

The Day of the Jackal


Uno puede engañar a todo el mundo, pero no a uno mismo. Salvo seas un autómata y no sepas determinar realmente si un filme es bueno o malo. La primera persona a la que alguien que ama o le apasiona el cine de verdad, debe impresionar, es a la de su propia cinefilia, ser auténtico con uno mismo. ¿Cómo impresionar a nuestra propia cinefilia? Buscando las películas que realmente son la gloria misma, es decir, las películas que hacen que uno sienta verdadera felicidad, las que uno dice, esto es arte, esto es hedonismo (que no vacío), esto es tremenda película, y quiera seguir pegado a su pasión por el arte. La presente película es una de las mejores películas de la historia del cine británico. Hay películas que dicen son la gloria misma y no lo son. Ésta película si es lo que hablan de ella. El director es el americano Fred Zinnemann, el director de las maravillosas High Noon (1952) y De aquí a la eternidad (1953). Adapta un libro que dos años atrás (1971) fue un bestseller, perteneciente al británico Frederick Forsyth. Es una ficción pero tiene un punto de partida real que es el inicio del filme. Un atentado contra el presidente de Francia durante comienzos de los 60s, contra Charles de Gaulle, a manos del grupo terrorista francés OAS, tras otorgarle de Gaulle la independencia a Argelia. El filme nos dice que para 1963 el OAS prácticamente estaba desarticulado, pero es ahí que entra en acción la ficción, cuando los últimos terroristas contratan a un asesino a sueldo apodado El Chacal, sobrenombre muy popular en adelante por el mundo, para un nuevo atentado a de Gaulle. Desde su contratación El Chacal trabaja sólo, aunque tiene informantes, topos, cerca de la policía. El Chacal es un tipo anónimo, sólo se sabe que es un inglés, pero al final Zinnemann hace una jugada (irónica quizá)  con no reconocerle nada, curioso dato, porque la producción del filme buscó británicos especialmente, y franceses, para su reparto, cuando el director tenía el anhelo de poner de protagonistas a nombres llamativos del cine americano. El Chacal es interpretado por el británico Edward Fox, en el papel de su vida, un rubio de cuerpo bien marcado, flaco pero atlético. El Chacal es famoso por diseñar sus propios planes de asesinato, como una Misión Imposible de un asesino a sueldo. Lo vemos mandar a diseñar un arma especial para el asunto, ligera y muy estratégica. Su identidad real es un gran misterio, borra toda huella con gran maestría. Es como si no existiera. Es los personajes que se recursea para movilizarce sin ser detectado. Es maestro en escapar, que es razón vital en su quehacer, poder huir y no ser hallado. Esto es pieza importante de todo lo que hace. Se dice que ayudó a asesinar a célebres políticos y hasta dictadores. El filme tiene una contraparte en la policía que lidera Lebel (Michael Lonsdale, también en el papel de su vida), especialmente llamado para atrapar al Chacal. El filme se convierte en una gran pesquisa, donde se pone a prueba el ingenio del Chacal, un tipo muy inteligente. Pero Lebel trabaja en equipo. Toda la policía, internacionalmente, particularmente la británica, está tras atrapar al Chacal y así evitar el atentado en Francia, en la próxima aparición pública del presidente. Lebel también es un cerebro y sabe sacarle el jugo a los recursos oficiales y hasta alguno no oficial. Es una película muy dinámica, bastante entretenida, una que nunca baja la guardia. Se pasa de poner en movimiento un plan de atentado a volverse la persecución del gato sobre el ratón. No obstante el plan de asesinato ya está definido, ya está sutilmente explicado al espectador, no sólo con palabras. La cosa es llegar al punto de ejecución (con todo en contra). Para eso el Chacal debe sobrevivir a la investigación policial en curso, cuando se dice que de Gaulle tiene la mejor seguridad (policía) del planeta de su lado. Es una película donde el asesino a sueldo es frío (mata inocentes o intrusos para no ser detectado, rastreado), sin llenarlo de pompa superficial. El Chacal es practicidad a la vena, muestra, ejecuta, detrás de su inteligencia. Su figura es de sofisticación, no es un héroe de la acción, que no es malo serlo, sino ésta es otra película, es un thriller político, no una película de acción pura y dura. Ésta obra es impecable en su producción de arte (como con los veloces robos de los bancos o el minucioso desfile del final), es una película imponente. Amable y audaz por igual. En todo momento se percibe cautivante. La policía se ve muy capaz con Lebel a la cabeza (donde muchos aportan, literalmente lo llaman seguido por teléfono). Van detectando todo. Las resoluciones son sencillas finalmente. No es una propuesta que pretenda ser compleja de entender, es una película de entretenimiento, popular, pero hecha con enorme talento. 

miércoles, 29 de octubre de 2025

Madre Juana de los Ángeles (Matka Joanna od Aniolów)

Ésta es una película de terror, de estilo clásico, pero que no teme la polémica, que algo hay, pero no busca ser efectista, gratuita, superficial, intrascendente, momentánea, sino por algo es una de las grandes obras de la historia del cine polaco. Remite a un hecho real, una histeria y venganza en un convento francés del siglo XVII, que quedó bien retratada en la excesiva y muy libre, pero al mismo tiempo muy interesante The Devils (1971). La presente película se ubica poco tiempo después de los sucesos que narra el británico Ken Russell, si lo vemos desde el punto de vista histórico, pero la película de Jerzy Kawalerowicz lo ambienta en alguna zona rural o desértica de Polonia en el mismo siglo, y hace lo suyo, se toma sus libertades también. El relato muestra un convento que está dicen poseído por el demonio. La madre superiora del lugar, la madre Juana de los Ángeles (Luzyna Winnicka), confiesa cuando está ecuánime que la poseen 8 demonios, hasta uno llamado Cola de Perro. Es una película donde se luce austeridad en cuanto a los espacios, pero de aquella que se ve lograda, buscada, construida, habiendo un cierto aire de desolación, de abandono, de cierta miseria, incluso moral, de los pobladores algo ignorantes, como la gente que representa el tabernero Wolodkowicz (Zygmunt Zintel), que trasmite cierta perversidad y sarcasmo con lo que viene pasando. La mujer de la posada, Antonisa (Maria Chwalibóg), también tiene ese corte, esa mirada afilada, algo vulgar, algo pérfida, si bien puede ser también a ratos noble. El entorno como que se burla de la situación del convento, parecen divertirse con el padecimiento de la iglesia católica y que no puedan contra los demonios que habitan acá, o que los padres sean proclives a ser incorrectos sexualmente con las mujeres, viendo su voto de abstinencia. Un caballero llega a seducir a la única monja que se ve no está poseída, a la hermana Malgorzata (Anna Ciepielewska). El filme hinca, pero lo hace contando una gran historia, haciendo arte, trascendiendo cualquier banalidad. La película empieza muy de realismo común, las monjas se ven infantiles y danzan, hacen performances de tipo de ballet, aludiendo las posesiones. Todo también pasa porque muchos creen que se trata de un truco, mentira. Pero el filme va evolucionando y mostrando que efectivamente estamos ante una película de terror, de exorcismos y posesiones. Lucyna Winnicka tiene mucha expresividad y emotividad en su rostro. Ella hace una gran interpretación de posesión, a lo natural, con el sudor, con la ansiedad, con la exaltación. Las escenas son sencillas, pero hablan de una puesta en escena conseguida. Es un ejemplo de gran uso de la austeridad, no como carencia, sino como verdadero talento. Así vemos a la Madre Juana tras unos barrotes o en una zona de lavandería. El momento de pasar una posesión es también muy sutil, muy de uso de lo mínimo, sugerente, cuando el padre cae por las escaleras tras un breve e intenso beso. El padre Jozef Suryn (Mieczylaw Voit) igualmente es todo un espectáculo, en el buen sentido de la palabra. Mejor que Diario de un cura rural (1951), sin por ello ser un espectáculo predominantemente visual, de fuegos artificiales, como El Exorcista (1973). Se coloca en el espacio perfecto entre éstas dos célebres películas. Es así que es intelectual y también un gran disfrute del entretenimiento. El padre Jozef desde el inicio yace con muchas dudas, muchas inseguridades, muchos miedos, mucha fragilidad para lo que se le ha encomendado. Es como el Jack Torrance que sabe que va rumbo a lo prácticamente inevitable, sobre todo porque estamos ante una película de terror. El padre Jozef, como las mismas monjas, se echa en el suelo como un ángel, como una paloma. Hay tremenda lectura sobre la idiosincrasia de los ángeles, a los que se les llama de indescifrables, difíciles, en lugar de su consabida bondad y vacuidad natural. Tiene además la obra una extravagante argumentación sobre la maldad, el demonio e incluso el amor a esa vera, lo cual no sólo se piensa o se exhibe de discurso, sino que se llega a ejecutar en la propuesta (con una hacha de leñador). Es algo retorcido, pero de manera sutil, sin por ello tener cierta lógica, como son manifiestas las grandes ideas, con sostenimiento. Esto tiene una excelente puesta en escena, con una duplicación, que se llega a decir, como quien hermana a todas las religiones. El cine por la puerta grande se hace presente con el padre Jozef descubriéndose en un espejo, tras una visita de consulta, oyendo el terror, lo que no ha querido oír desde el inicio, lo que tanto temía, que ya lo veía venir cuando le narran la historia del anterior cura que estuvo en la misma misión antes que él, y fue quemado en la hoguera. ¿Cual es el pecado? Es que el cura se enamore de una mujer, que es como aceptar el demonio, y que rompa sus votos religiosos. Así el filme induce a creer de manera dogmática, que a continuación vendrá la tragedia, el castigo. Como repite Jozef, amor es igual que muerte. El padre Jozef pasa de flagelarse con una fusta en penitencia a hablarse a sí mismo literalmente en el espejo, en otra pequeña formidable puesta en escena como si estuviéramos avanzando y retrocediendo un disco, rayándolo en un tocadiscos de vinilos. El momento de la confesión con el objeto homicida en la mano es de la misma manera glorioso, un poderoso momento de horror. Así el filme cumple perfectamente con el género, sin ser explícito. Lo que pasa también habla de la injusticia existencial, como cuando un peón o un muchacho humilde cuenta de su padre alcohólico y abusivo, y le responden que simplemente debe rezar por la salud/bienestar de éste en lugar de pensar en como detener la maldad que ocasiona tan libremente. Es decir, se juzga la inactividad, pasividad, dejar discurrir, sin por ello aludir una venganza o un ojo por ojo. Menos los falsos romanticismos. Pero sí, para vencer el mal, hay que estar preparado para combatirlo. Se expresa que las mujeres (los ángeles) son en realidad demonios (dicho hoy en día como pop). Así mismo se dice algo machista, un lugar común, déjenlas sufrir, o que se exprese que suelen padecer por malos hombres, como llegamos a ver, si bien buenos hombres se queman también muy simbólicamente. Muchas historias nacen de esto, que es la naturaleza en sí misma, nuestra compleja humanidad. La verdadera historia puede leerse un crimen pasional. Una monja se enamora de un cura célebre y al ser rechazada se enfurece y hace que lo maten, adjudicando que era una fuente de pecado. Aquí, en una segunda parte, se puede ver como otro crimen pasional, un cura se enamora de una monja, accede a su amor y halla de manera similar la muerte (no puede con su consciencia, o cae en la espiral de su premonición; el cura dice mucho que no conoce el mundo ni a las mujeres), donde unos pueden ver el castigo de Dios que para ello, según la película, ha creado al demonio. Puede sonar a simple irreverencia, pero es parte del cine de terror, así como de la literatura, puesto que ésta es la adaptación (1961) de una novela (1946) del polaco Jaroslaw Iwaszkiewicz. Es parte de la libertad creativa, refiriendo a la que busca hacer arte real, la que es seria o deja un pozo con respecto a auscultar el mundo y nuestra humanidad, aun trabajando el cine de género. 

lunes, 27 de octubre de 2025

Night train (Pociag)


El autómata tiene más suerte que quien busca picos de entusiasmo, porque el autómata mira un millón de películas igualitas y se mantiene contento, sigue en lo mismo, de cierta manera es como si le fuera igual, no se le mueve un pelo. El que busca picos de entusiasmo busca películas que lo muevan, no quiere ripio, no quiere banalidad, es quien quiere ver siempre algo espectacular, algo especial, algo original, novedoso, algo realmente bueno. El autómata acumula millones de lo mismo. El que busca picos de entusiasmo piensa mucho que ver antes. Busca la gloria. Se toma su tiempo, disfruta el momento, le saca el jugo a cada experiencia, el IGB. El autómata es el cinéfilo eterno, el que no pide mucho, el que se conforma. El que busca picos de entusiasmo es el cinéfilo apasionado que un día puede decir adiós. Muchas veces pensar en películas pasadas quita magia a las presentes que estamos viendo, porque parece que todo fuera imitación, y la copia siempre es la copia, tiene siempre mucho menor valor. El filme presente es original, puedes ver a Hitchcock pero aquí como que le saca la vuelta. Es bueno verlo como un thriller porque eso te engancha, pero en realidad son cosas cotidianas la que veremos, es realismo común lo que vemos, desde un cine clásico, elegante, inteligente. Hay es cierto un asesino en el tren (tras un sugerente asesinato matrimonial, que tiene que ver mucho con el drama familiar y la libertad de pareja que presenciamos de manera muy dinámica, relajada y cautivante), lugar donde se contextualiza el filme, pero el tratamiento es totalmente otro al de una película de acción o suspenso. El filme maneja muy astutamente el misterio, sobre dos personas que suben al tren. Un hombre de lentes de sol que busca desesperadamente un compartimento doble en el transporte. No trae documentos. No pudo comprar el boleto afuera. Parece que escapa de algo. No oímos mucho su nombre pero dice llamarse Jerzy (Leon Niemczyk). La otra persona es una rubia muy hermosa. Lleva falda larga y tacos altos. Se llama Marta (Lucyna Winnicka). Ella anda llorando todo el tiempo, pero se nota que tiene carácter aun así. Le cambió el boleto a otro pasajero y no pasó el chequeo. Parece también que se esconde de algo o alguien. Ambos terminan juntos, en el mismo compartimento del tren. El filme tiene un aire fresco, levemente cómico, con la gente que va en el transporte. Son todos como vecinos curiosos. Muchas de las tomas son con gente que está literal muy pegada entre sí, o que van saliendo con el zoom out puesto muy sutil. Hay una sensación de aglomeración, de poco espacio. En el tren va incluso una peregrinación católica. Puede que hasta un sobreviviente judío. El filme es en mucho sobre relaciones afectivas, sobre romance, buscar al verdadero ser amado. Hay una mujer bella, también, que pretende ser infiel (Teresa Szmigielówna), que está buscando amante. Está casada con un abogado robusto que está muy pendiente de su intelecto, de sí mismo, cuando ella pretende más acción, más aventura, menos narcisismo. El filme va de difícil en hallar o sentirse realizado con alguien. No obstante hasta la boletera o la guardiana tiene su momento romántico. El filme tiene una gran escena de persecución, muy dramática, donde se incluye hasta un cementerio popular. Ésta propuesta tiene sus ratos irónicos, es una historia en mucho de derrota. Es también ansiar aventura romántica, que cotidianidad aburrida. De esto que tener un asesino en el tren sea todo un espectáculo, un circo, una aventura que todos quieren tener curiosamente, más que algo que temer o no querer que pase. Es claramente una ironía, como quien apuesta por la/el amante, que por la esposa/o. El filme es sobre lo común y corriente pero está tratado con cierta novedad, como cuando un joven persigue terco a una mujer columpiándose por fuera del tren a riesgo de lanzarse o caer. Hay un flirteo entre Marta y Jerzy que está muy bien. Ambos son muy seguros de sí y eso lo hace interesante. Hay atracción en el ambiente pero el misterio domina, los tiene ensimismados. Marta es coqueta, pero nunca fácil. Jerzy es algo sobrado. La gente está expectante de que algo pase en el tren. El filme cumple, a su manera, se apoya del periódico, como si fuera algo superficial, y así se trata al homicidio, sin grandilocuencia. Más es el deseo de participación del asunto de la gente común y corriente, como si todos quisieran heroísmo en sus vidas, y asome algo más vulgar al intentarlo. Incluso el abogado improvisa un discurso donde discute que matar puede ser menos de lo que en realidad es, como quien hace alusión a esa ironía que tenía también Hitchcock en sus películas. Las tomas del tren en sí mismo también son bastante buenas. Se siente que no sólo el transporte es un mero adorno o un lugar exótico para contar una historia. En sí es una película bastante curiosa, de las que te sorprenden sin alardes, lo que ves es lo que es, dándote sustancia, qué pensar. Te muestra con sutileza, pero sin dificultad, con delicadeza. Maneja la explosividad del hombre ordinario, no del tipo violento por costumbre. Ésta película es hacer de lo común algo extraordinario. La aventura del hombre promedio. No por nada es un tren que va a la playa, es un tren para tomar vacaciones, esperar lo excepcional, salir de la rutina. La lectura es de un universo donde amar es complicado para todos. Todos quieren que los amen (o los idolatren), no se ponen a pensar que (quizá) es otra la idea, según el filme. Es que tú muestres amor, que tú ames, antes que todo. Como quien dice que lo otro vendrá sólo o un causa-efecto fijo, aunque la vida suele ser más perspicaz o más rata que esto, como un guionista que siempre quiere ser más vivo que todos. Como decía el Nicolas Cage de El ladrón de Orquídeas. Yo soy lo que amo, no lo que me ama. Pero el filme se escapa de un lado y de otro. Vemos mucha desilusión, aunque hay también de la justa. Muy bien escenificado cuando el novio ve al hombre salir por la ventana del cuarto de la amada. Escena con mucha arte, cine puro, a la vena, que capta en pleno muchas ideas y emociones. Un poco de comprensión de un panorama, un poco heroico, un poco ruin, distintas perspectivas. Trasgredir está ahí y es cierto, depende de uno. Aquella mirada solitaria y melancólica rumbo a la playa, donde tampoco faltará pretendiente. La habitación que se descubre nido alegre de amor cuando ya todos se fueron. La mujer inquieta de amante soltando un quizá, quizá, quizá..., como el célebre bolero, y así. La mujer que feliz recibe a su marido, quien no sabe y ha podido perderlo. Éste es tremendo filme, del polaco Jerzy Kawalerowicz, porque esperas un thriller, que algo hay, y finalmente es otra cosa, de la que no esperas mucho, y da cátedra. 

jueves, 16 de octubre de 2025

Sirat


Ésta propuesta es una película de aventuras, de entretenimiento, pero con su pequeña sustancia, con su mensaje humanista de unidad, de velar por la gente más humilde, y de paso habla de especies de nuevos hippies, punks modernos, amantes de la música electrónica, pacifistas, aficionados a las drogas laboradas/consumidas con/por hierbas. El ambiente es de raves hechos en el imponente desierto marroquí, en el mismísimo desierto. Hay mucho baile en medio de raves (lo cual se ve muy bien, te genera empatía, y así hay muchos momentos de complicidad de diferente tipo), con gente que recuerda a la contracultura, pero aquí sin mucha política de por medio, o apuntando a la libertad máxima, a la libertad total, en sí misma, en su mirada más pura, sin tanto argumento, sin formular sexualidad (la que muchas personas en la vida la tienen por ubicua) ni corrupción de liberalidad. Es como entrar en el goce de la vida con el baile, inducido por hierbas. El filme habla de europeos con aspecto punk que yacen en el desierto, bailando, viviendo como en medio del campo, fuera de los sistemas muy reglamentados. Ahí vemos aparecer a militares que son el clásico orden contrario a esa libertad que proponen estos (nuevos) hippies, quienes solo quieren vivir tranquilos al margen, en un territorio que como todo tiene un gobierno. Un padre, Luis (Sergi López), está en busca de su hija, una jovencita hippie, que dicen está melancólica, y se ha ido, aunque ya es mayor de edad, pero su padre quiere ver que esté bien, y la va a buscar, con su hijo pequeño, Esteban (Bruno Núñez Arjona). El desierto es peligroso, no es un lugar para cualquiera, y eso quedará claro en el filme, en esa aventura que emprenden Luis, su hijo, y sus nuevos amigos hippies (todos excelentes como interpretes). Hay escenas muy dinámicas, que producen adrenalina, hermosas de paso a la vista, junto a la fotografía de Mauro Herce, que llevan muy buen acompañamiento musical. Se exhiben escenas puras y duras que están excelentes, cine en esencia, que deleitan a la mirada, que son aventura a la vena. Cine, imágenes poderosas. Y no caen en lo innecesario porque son parte de esta película de aventura, de la aventura. Los guionistas son el argentino Santiago Fillol, que ya ha trabajado en varias oportunidades con el director de éste filme, y el mismo director Oliver Laxe. Es como si hubieran tomado por una parte en cuenta los errores y virtudes del filme Sobre todo de noche (2023). Hay momentos de shock, totalmente impredecibles, que se justifican plenamente, que dejan en claro que estamos ante una película de aventura (de entretenimiento, dígale aquí con su toque a lo europeo, si bien se siente universal), un relato de mucho peligros, donde no faltan en éste tipo de películas. El desierto marroquí es como el gran dominio (o "demonio") donde el hombre osadamente trata de atravesarlo, de vivir donde la naturaleza es poderosa, pero también ese peligro es producto del mismo hombre, de lo autodestructivo que es muchas veces. Así el filme remite un poco al mundo de Mad Max, pero en los comienzos de lo apocalíptico. Se llega como a asumirse en un sci-fi de bajo presupuesto, de los a medio camino realistas, o de pocos elementos futuristas. Se deja volar que ha sucedido la tercera guerra mundial, y que el mundo está en el caos, en su etapa de destrucción y estamos viendo a los sobrevivientes (que en sí puede referir actualmente a los que vagan austeramente por el planeta), como en aquel tren como con polizontes. En cierta manera lo que vemos se puede leer como algo postapocalíptico, pero al mismo tiempo identificable contemporáneamente, una dualidad del mismo desierto marroquí, una capacidad para hacernos pensar en ese momento bíblico, bastante utilizado en el cine, en el arte. Es una película sencilla, pero muy competente. Es la búsqueda de alguien, crear una caravana con un tipo de gente especial, una especie de tribu, expuesto en un lugar algo extravagante, y pequeñas aventuras, que recuerdan a la obra maestra del genial Henri Georges Clouzot, El salario del miedo (1953). La música electrónica está muy bien integrada, no solo desde lo más específico, sino como planteamiento de cine de aventuras y sci-fi. La luz tipo holograma de los raves, las cajas de resonancia frente a las minas militares. Es una obra lograda como película de aventuras, con una austeridad que funciona plenamente, estética, de nivel, no sólo audaz. Los que ven una película misteriosa, parece que han visto otra película, es una película de aventuras con pocos elementos, un viaje por el desierto, por lo peligroso que puede ser, sin demasiada grandilocuencia argumental. Lo sencillo puede ser muy potente y eso es justamente éste filme. Tiene una parte que puede hacer de la obra algo espiritual, donde vemos a musulmanes orando/rodeando la sagrada piedra negra en la Meca, como los trances de atravesar la vida, y que puede verse como la búsqueda de un mesías/profeta (o gente que de verdad mejoren a la humanidad), o el desierto (la existencia) como posible trascendencia de la gente común. 

domingo, 5 de octubre de 2025

Jota Urondo, un cocinero impertinente


Lo primero que va a llamarle la atención a mucha gente, a muchos argentinos, es que el protagonista, Javier Urondo, es hijo de Paco Urondo, poeta y guerrillero, pero el filme es otra cosa y es una buena película. Javier habla un poco de su padre, es inevitable, pero como él mismo dice, menciona su lado íntimo, no su participación como personaje público. No le importa que habría escogido ser Paco, incluso desmitifica su muerte. Paco Urondo era su padre, y eso es todo lo que le importa. Javier se crio con su abuela y su madre. Cuando su padre fue guerrillero ya estaba separado de su madre. Su hermana mayor si tuvo un acercamiento político con su progenitor. El filme se centra en que Javier es chef y tiene su restaurante, uno que tiene la particularidad de que no lleva afuera cartel de identificación. Javier es un hombre inteligente, tiene sus propias ideas, y los directores, Juan Villegas y Mariana Erijimovich, las exponen muy bien, con total claridad. Es un documental sencillo, pero siempre interesante, así como el mismo Javier. Dentro de sus ideas personales o definición de su labor es que la comida sea rica y honesta; no exótica, industrial o sólo una mercancía. Vemos a Javier cocinando, desde lo humilde, pero a quien se le ve conocedor y apasionado a su modo. Son de aquellos que no pretenden venderte una publicidad para desfalcarte el bolsillo y servirte muy poco de paso. A Javier se le ve un poco cansado. Él mismo lo dice indirectamente. Lo oímos hablar bastante. El filme es sobre él, sobre su cocina. Éste documental se presentó en la sección Culinary Cinema del festival de San Sebastián 2025. Javier es un tipo que está realmente en el asunto, que lo vive desde lo más pragmático, y lo de él es vocación en toda la palabra. El dinero siempre es importante, que nadie te engañe diciendo lo contrario, pero no es lo principal (tampoco para él). Se ve que ama cocinar, sin ponerle demasiado rollo. Es hacer y ser de verdad, sin banda sonora, más allá del papel, aunque es duro muchas veces (como se percibe de Javier), porque es más fácil cuando eres popular (más allá de si eres realmente bueno). Javier conjuga la música, que el produce a computadora por placer, con cocinar, y se puede ver que también exhibe, con sus explicaciones, muchas semejanzas con el séptimo arte, y el arte en general. Javier se expresa de manera simple, amable. A su argumentación sobre saber aprovechar al máximo los alimentos (con las fermentaciones), desde la sabiduría culinaria coreana, se le puede rescatar -aunque no es una intención directa- una esencia social, en valorar más. En Javier se puede leer una cosmovisión espiritual, tampoco dicha literalmente, el de ser agradecido con la vida. Javier deja ver ideales. Pero no es dejarse arrastrar por los tontos romanticismos, los que muchas veces los inventan otros para anclarnos al masoquismo. Lleva una vida tranquila. Tiene lo suyo y no quiere pelear con nadie. Conversa con amigos de vinos, mientras tienen opinión propia, sustentada, inteligente. Se ve su relación con el mundo coreano, que es sinónimo de integración multicultural, y con su barrio. Lo observamos en el clásico ir al mercado por insumos. Su mirada, en muchos sentidos, es la de ser un buen economista. Otra idea suya interesante es su valoración del pan, más que alucinar con algo grandilocuente lo suyo es ver la genialidad en lo minimalista, en las pequeñas variaciones, en los detalles que rechazan la falsa intelectualidad y señala donde encuentra la verdadera sustancia (he ahí su impertinencia). Expuesto sin revoluciones ni alardes. El pan es rico en matices con pocos ingredientes. El sencillo detallismo de Javier se ve por mencionar algo en usar el caldo de las empanadas en la saborización de las papas doradas. Él experimenta también, como observamos en la película, desde su mirada. Lo suyo es igualmente ser bien argentino, servir provoleta y trozos abundantes de carne. Su restaurante se llama como él, Urondo, como está impreso en la carta del menú, como está estampado en los polos que lleva, aunque también lleva uno de Metallica. 

martes, 30 de septiembre de 2025

Una película de miedo


El brasileño Sergio Oksman quien vive y enseña cine desde hace muchos años en Madrid hace una película de bajo presupuesto, una película de ficción guionizada por él en solitario, hecha un poco como si fuera un documental, con mucho de su biografía. Oksman actúa de sí mismo, junto con su hijo, Nuno, de 12 años, que hace lo mismo. El pretexto, para intelectualizar un pensamiento (leitmotiv) y un cúmulo de sentimientos, es un viaje padre-hijo a Lisboa, Portugal. Mucho de lo que pasa en pantalla son actividades muy simples, cuando yacen en un hotel que han dicho lo van a remodelar y ahora está cerrado para el público. En el hotel sólo están ellos dos y el dueño, un portugués amigo de Oksman, y la historia de un huésped fantasma que vivió 10 años en el lugar, cuando se creía simplemente de paso. Así se van disparando algunas cosas que ponen el toque de "variedad" pintoresca en ésta sencilla película. Se habla del primer asesino en serie de Portugal y de los primeros de la península ibérica, el gallego Diego Alves (llamado el asesino del Acueducto), del que se conserva/preserva su cabeza embalsamada en un frasco, como estudio/desentrañamiento del mal, y del que se quisieron hacer películas/escenas durante el inicio del cine en el país donde se le ejecutó (Portugal), habiendo la particularidad de que en el segundo intento de filmar un relato suyo sólo se cambió la ubicación de la cámara, por el frente en lugar de por detrás, compartiendo casi la misma puesta en escena pero desde otro ángulo, lo que suena a una variación minúscula, pero que se oye curioso (no solemos dar crédito cuanto puede cambiar, cambia, algo con cosas prácticamente imperceptibles). Oímos de varias extravagancias que rodean la vida de éste asesino. Lo conocemos a través de un paseo semejante al de un museo. Por túneles tenebrosos. Muchas de las tomas de ésta propuesta son con la cámara fija, no obstante no se exceden de tiempo, no molestan. Así mismo Oksman habla de su padre (con quien hizo una película), emparentándolo con le genética de los criminales, en cuanto a repetir patrones, como si estuviéramos condenados por un destino a ser igual que nuestros padres. Se dice que esto sucede por al menos cuatro generaciones. Es un filme que se plantea de narrador de cuentos audaz. No llega a tanto, es algo humilde, pero el resultado es más que decente. Es una pequeña obra llamémosle artesanal, aunque profesional en sentido que no hay que pegarla, como espectador, de perdonavidas, en cuanto a que cumpla con lo básico. Se siente un poco como que padre e hijo juegan a hacer cine. El padre lo hace parte de su universo, cosa que es importante como idea de la propuesta porque Oksman quiere mantenerse de cierta manera cerca de su hijo, cuando yace latente la relación distante con su propio padre. Es querer enmendar los errores de su progenitor, no caer en repetir el molde, romper con la estela de un tipo de destino, de ciertos temores, desilusiones y tristezas. Oksman da a entender que quiere mantener la mesura en su existencia, huir de los egos inflados, del narcisismo, del desinterés por los otros, del sólo velar por uno mismo, o de la derrota (claudicar psicológicamente). Es no dejarse arrastrar por la ausencia de compromisos, por el exceso de libertad. También hay en sí un cierto temor a la soledad, es querer evitar mecanizarnos, o a padecer ser olvidados. Oksman "juega" a hacer cine igualmente con amigos, actores y directores de cine. Genera un poco la sensación de estar improvisando, aunque el desnudo de la lluvia revela claramente al espectador que estamos ante una construcción de ficción, a la consolidación de un guion, pero por todo pasa el mensaje de su preocupación. De todas formas, de antemano, ya nos lo había dicho los ángulos de la cámara, la puesta en escena de los momentos, sobre percibir estar dentro de una ficción, aun cuando se le puede haber dicho al niño que simplemente fluya frente a la cámara, que se divierta. Tal lo expresa Nuno mismo, sin sobreactuar, economizando movimientos, evitando el circo. No obstante se nota una construcción, aun en su sencillez. La película narra que el niño no siente miedo con el cine de terror, quien como aventura quiere sentirlo, que aparezca literalmente la gran película de horror con aquel sentimiento. Para eso surge la cinefilia del padre (y el estudio de un conocimiento que se encuentra en movimiento). Una lectura va de la mano con el uso de varios pasajes e ideas de El Resplandor (1980), la desaparición de los afectos o que surja el anunciado arrebato (la fuga), cuando Oksman quiere sentirse realizado/compenetrado afectivamente con su hijo, que lo tenga presente en su crecimiento (dentro de lo ideal), que cuente con él, que venzan cualquier melancolía, como con aquella imagen de lluvia a lo Fight Club (1999). 

lunes, 29 de septiembre de 2025

Bus 174


Éste es el debut de José Padilha, el director de una de las mejores películas de la historia del cine brasileño, Tropa de Élite (2007). El documental lo codirige con Felipe Lacerda. Es una película de cine social. Un muchacho negro de unos 21 años secuestró un ómnibus con 11 rehenes el año 2000. Estuvo plantado en plena calle, del Jardín Botánico, Rio de Janeiro. Lo rodearon los medios de comunicación y lo cercó la policía. El documental de Padilha y Lacerda expone una mirada muy completa sobre el suceso, indagando en cómo este muchacho de color llegó a ésta situación. Hay un momento de sobremanera traumático/dramático en la vida de Sandro Barbosa do Nascimento, el secuestrador. De muy pequeño vio como asaltaban su tienda y mataban a su madre a puñaladas. Esto hizo que temiera y repudiara su barrio y terminara como niño de la calle. De ahí en adelante vinieron las drogas, esnifar pegamento y cocaína, caer en el reformatorio y en la cárcel (la que es parte de éste documental que deja plenamente expuesto lo horrible que son). Robaba para drogarse. Fue participe de un caso muy conocido en Brasil, el de la masacre de Candelaria (cuando tenía unos 13 años) donde murieron asesinados niños de la calle. El filme expone una mirada que desnuda la criminalidad y también analiza de dónde proviene, que está fallando o que debería de enmendarse como sociedad. Se habla de invisibilidad, falta de oportunidad, de mucha violencia y furia como consecuencia de una vida delictiva y una vida infrahumana en prisión. Pero también se ve que no se puede negar -ser tan iluso o inocente, como anuncia el H.G. Wells que prevé el futuro- que el crimen debe combatirse (que muchas veces valga la analogía estos policías son como quienes matan animales para que los comamos, hacen el trabajo que no queremos hacer/ver y se necesita, enfrentan directamente sin falsos romanticismos la brutalidad de los criminales), puesto que existen muchos criminales en exceso crueles, fríos, harto peligrosos para cualquier ciudadano (uno encapuchado habla de quemar gente y de su odio por los policías), que atentan contra la tranquilidad y seguridad del poblador común, de todos. El filme expone que es importante tener una policía competente, bien entrenada, preparada para vencer la inseguridad, la violencia y el crimen. El secuestro duró 5 horas y expuso muchos defectos en como combatirle, dejando en claro lo importante que es estar preparado, tener una buena policía. Cuando piensan porqué hizo esto Sandro, compañeros delincuentes dicen que pudo haber querido robar a alguien, haber seguido a alguien de un banco por decir y terminó desbordándosele la situación. En realidad con éste secuestro marcaba su sentencia de muerte frente a la policía, que se contenía porque estaban los medios de comunicación haciendo show del asunto -dando poder al secuestrador- y había ordenes de no dispararle. No querían que en tv. surjan imágenes de shock, si un francotirador apretaba el gatillo, como se dice detalladamente. Secuestró jovencitas de su misma edad. Algunas entraron en pánico. Sandro se comportaba de manera muy elemental, no sabía que hacer en realidad. Pedía una granada para amedrentar y amenazó con matar rehenes en poco tiempo. Hasta hizo una mímica de ello. Quería escapar, no ir a la cárcel, pero ya tenía la soga en el cuello. No sabia ni que pedir. Decía a voz en cuello, esto no es una película de acción. Lo que se quería es que no matara a nadie, pudo hasta disparar hacia afuera por la ventanilla, había mucho curioso. Se entrevista a secuestrados o a la tía de Sandro. Se ve incluso declarar a un hombre que fue parte, sobrevivió, a la calle y a la masacre de Candelaria, como Sandro, al que se muestra complementado con imágenes de archivo. Sandro tuvo soporte de una especie de madre adoptiva y de una asistenta social, pero él no optó por enmendarse. Se dice que en realidad no quería matar a nadie, pero estaba ya fregado con el asunto. Fue tremendo error haber secuestrado el ómnibus, dicho por amigos criminales de Sandro que lo señalan de loco o porque seguro estuvo drogado. Se deja decir en el aire que fue un grito social, aunque Sandro lo hizo inconsciente. Es una película muy completa, muy honesta, hasta puede verse que se trata de entender al secuestrador. De verdad profundiza en quien es él, desde varios ángulos. Pero igualmente se percibe que es una lucha contra la criminalidad, en ayudar a prevenir y generar soluciones para salvaguardar la sociedad y la convivencia tranquila y pacífica. Oímos hablar a activistas pro derechos humanos de criminales o de los jóvenes de la calle. No todos son ladrones, algunos buscan ser vendedores ambulantes, otros los vemos haciendo malabares. Hay de los que logran reinsertarse en la sociedad como vemos en el caso de la generosidad del profesor de capoeira de la Universidad. Un psicólogo que habla largo y tendido los humaniza, señala la precariedad y estar solo en la vida, como crecer/dormir en las calles, bajo cartones, pasar hambre, verse influenciado por el tráfico y el consumo de drogas. Los niños de la calle llaman niños ricos a los que tienen padre y madre. Varios policías también hablan a la cámara, tipos que se expresan muy bien (todas las declaraciones en general hacen un conjunto sólido, muy competente, muy bueno), conscientes de todo. Se ve el notorio germen de Tropa de Élite, esa adrenalina e inteligencia para luchar el crimen. El desenlace del secuestro muestra la torpeza policial, de la policía común, pero eso justamente lo discuten policías de la BOPE, expertos. Como todo el secuestro fue seguido por montón de medios de comunicación que estuvieron en pleno, en éste documental se pueden ver imágenes de primera mano, privilegiadas, muchas partes del secuestro con pelos y señales. Al mismo Sandro en todo su accionar. Somos participes de un final hiper dramático, milímetro a milímetro, con cámara lenta, puesto que el final fue caótico. La gente misma, presente en masa en el lugar, quería lincharlo, entraron en total estado de furia. Observamos a Sandro cogiendo/jaloneando del cuello a las rehenes, poniéndoles el arma en la cara, en la boca, gritando, cogiéndolas como escudo, por las ventanillas del ómnibus. Se siente la tensión policial de querer dispararle. La vida completa de Sandro, si bien un criminal, es toda una tragedia. 

domingo, 28 de septiembre de 2025

Hen


Ésta película de arranque parece algo extravagante. La historia de una gallina, una gallina común y corriente. La dirige el húngaro György Pálfi. Lo curioso del filme es que no son efectos especiales los que vemos en pantalla, sino son ocho gallinas con las que ha trabajado Pálfi para conseguir hacer su película. Es de un gran realismo por ello. La historia no se ve pobre, está muy bien conseguida. Es una película realmente lograda sobre una gallina, sobre su vida ordinaria, o su actuar normal. La vemos rodar por el "mundo" que sería la novedad. Lo difícil que es para ella, si bien no muestra mucha consciencia de su situación. No obstante por ahí se deja volar que un cartoon puede haberle hecho pensar. El contexto principal se da cuando la gallina llega a un restaurante griego donde unos criminales hacen pasar inmigrantes ilegales. Todo ese traslado e introducción es simplemente por dinero. No les importa esas vidas. Así hay un accidente y los criminales se limpian de la manera más fría. Ésta gallina parece condenada a poner un millón de huevos, a copular eternamente, aunque está en su naturaleza, ella incluso lo busca. No obstante si aparece -se vislumbra- un deseo, un pensamiento, en ella es que parece querer una vida familiar que yace vinculada a la extinción de la humanidad. Ésta película es, aunque con momentos trágicos y dramáticos, también una sátira, maneja humor negro. Es un filme hecho con cierta libertad, libertad propia de un cine más europeo que comercial, pero se ve sin dificultad. Es de relato sencillo, pero a ratos un poco duro. Está hecho por alguien más realista que sensible o poético. Ver todo lo que hace la gallina, todo lo que pasa es atractivo, mirar su desenvolvimiento, su andar, como traza recorridos, como desarrolla su memoria. Tiene una escena un poco cruel, cuando le cae encima una caja, la cual parece digna del Oscar o de una comedia slapstick. La cosa es que es una gallina y aquí no habrá ningún símil de palm dog que sindique su ternura o gracia. Eso que sea una simple gallina sin ponerle en sí misma ningún romanticismo de por medio la hace extravagante en cierta dosis. Lo del mundo gángster luce más convencional. Finalmente es una obra llevadera, de poco rollo. La mirada lo dice todo, no se da cuenta de mucho. Mejor así parece decir el filme, porque es un mundo horrible. 

sábado, 6 de septiembre de 2025

78 Festival de Locarno: Le Lac

Le Lac (2025), del suizo Fabrice Aragno, el director de fotografía de los últimos largometrajes de Jean Luc Godard, debuta con éste filme que no tiene en realidad narrativa o un relato entre sí de estricta convencionalidad. El mismo Aragno ha dicho que dejó de lado hacer un guion y asumió ésta obra con algunas notas no más, dejando filmar en cierta espontaneidad, interactuar con la naturalidad del clima y la aventura de su regata de vela colocada en una competencia equis/cualquiera del lago Lemán. Es valioso cómo compone bajo esa libertad, cómo coloca las tomas, los cambios, frente al lago, qué recoge de aquella espontaneidad del clima, como fuertes remecidas, algo de tormenta, la lucha por dominar a la naturaleza con la habilidad de sus protagonistas, una pareja. Uno de ellos, Bernard Stamm, un regatista profesional de 61 años de edad, real regatista. Lo acompaña la actriz Clotilde Courau que coloca la expresividad en mayor consonancia, las emociones que surgen del lago, el cual simboliza los estados de unión afectiva entre los dos. Vemos como pelean la relación, hay miedos, enojos, tristezas, meditaciones, miradas perdidas, desilusiones, compenetración, ternura, complicidad, hasta una nota sexual, desde la sugerencia, sin coito, como cuando Stamm yace desnudo en más de una oportunidad. Sacar las plantas acuáticas que se atoran en la regata, para permitir seguir adelante, ya lo dice todo. Courau como toda actriz europea se ve natural/tranquila frente al desnudo ajeno, aun siendo en la vida real una mujer casada. Ella tiene 56 años y una carrera humilde en cierta manera, aunque extensa. El filme es una fuente de expresividad emocional a través del lago. El final puede leerse como el de The Truman Show (1998), mientras pensamos en la dedicatoria de la película, al mismísimo Godard, que Aragno admira y fue su amigo cercano por la última etapa de su vida. En ese sentido puede que recoja parte de la experiencia existencial del mítico director francés, que en el trayecto/metraje se emparenta con todos los seres humanos, puesto que todos compartimos semejanzas como humanidad, aun los que podemos tildar de excepcionales. Incluso muchas veces lo emocional es mayor, por su alto grado de sensibilidad, de reflexión. Es la mirada a nuestra simplicidad -nuestra colectividad- y al mismo tiempo a nuestras batallas emocionales que complejizan todo. Lo difícil que son las relaciones humanas. Así mismo la dificultad de no sucumbir a la melancolía. La fuerza para superar los problemas que a todos nos acontecen. Vencer a nuestra mente. Es también así una despedida. Pero antes un triunfo del amor. El lago es complementado con la parte de la tierra, donde visto de manera ordinaria son solo actividades frente al agua, como veraneo, fiestas, puestas de sol, juegos en familia. Los mismos protagonistas viven en esas orillas, donde hay también bella infraestructura o un tren que impresionan a la vista. Ésta mirada de la orilla no tiene una explicación específica (narrativa), puesto que en realidad no existe un guion, no hay un relato, son como destellos de posibles ideas, que uno con la imaginación puede anexar a la aventura emocional de la pareja de la regata. Podrías pensar que son la juventud perdida o la consolidación o no de una familia, etc. El filme remite al conflicto de pareja, como en aquella casa donde uno está a solas intuyendo al otro, escondiéndose como un perro herido para después salir en busca de la otra mitad al pensarla simbólicamente lejos. Pero el conflicto es parte del viaje, de todo viaje, y más el de pareja. La verdadera esencia es hacer fuerte la relación, superar todo escollo y generar esa grandeza humana, con la persona correcta, que es justamente la técnica que hace que el enorme lago sea atravesado sin morir en el intento o perder la embarcación. La competencia finalmente es lo de menos, estamos solos contra nosotros mismos finalmente.  

martes, 2 de septiembre de 2025

Sao Paulo, Sociedade Anonima

El brasileño Luiz Sergio Person, el director de ésta película, murió joven, a los 39 años de edad en un accidente de auto. Es curioso ver -como premonitorio, dentro del estado de autoconsciencia de muchos hombres, ser padre, asumir el matrimonio- que, en una escena del filme, el protagonista escapa en auto a velocidad, habiendo un amago de posible accidente, de las responsabilidades del matrimonio que hace de simbolismo para la industrialización y época de bonanza económica en Brasil (1955-1965), especialmente en Sao Paulo, la ciudad más rica de éste país. Person no pudo tener una carrera nutrida en el séptimo arte, pero esto le basto para hacer que la presente película sea parte de lo mejor del cine de Brasil. Carlos (Walmor Chagas) es un hombre en los 30s que disfruta de su soltería. Es un hombre que se alegra cantando una canción social sobre la humildad de la vida de las favelas. Se le nota identificado. Llega a criticar la banalidad de los chicos bien, amigos de su futura esposa. En otro momento canta el himno nacional y se conmueve y hasta su entorno -gente más burguesa que él-, como quien refleja un gran amor por la esencialidad de Brasil, o por la gente del pueblo. Pero en Brasil se vive un cambio, cambio que está enfrentando además el propio Carlos en otra forma, cuando su novia, Luciana (Eva Wilma, de sofisticada belleza), le pone las cosas en claro, o formaliza su relación o ya no estará con él. Carlos como que se rehúsa. Siente algo de fastidio por estar demasiado en modo de pareja. Dice que hay cosas que le abruman hacer en ese estado de cierta sumisión. Es la lucha entre la libertad de la soltería, no tener ninguna atadura, con pasar a entregarse a un cierto sacrificio. Tras la festividad de año nuevo -que tiene una secuencia memorable desde lo netamente visual con una maratón nocturna fusionada con el deambular de un auto escarabajo en una zona comercial, un auto clásico/propio de una época- surge una escena hecha gloria (con un título que podría ser el del borracho y la serenata) con Carlos aceptando finalmente los requerimientos que se le imponen a la mayoría de los hombres. He ahí el dilema. Éste filme está plagado de grandes escenas, escenas de suma inteligencia, claras pero muy sugerentes, llenas de sustancia, rebosantes de personalidad. Una de ellas es la escena en que se roba un auto para huir de todas la presiones, cambios y responsabilidades. Puede parecer un poco absurdo el hecho en sí (desde un hombre correcto como Carlos), pero si lo piensas en profundidad, desde lo llano y transparente, es de prodigiosa sugerencia, hasta sociopolítica. Ahí anida la riqueza del cine como arte y en realidad en general, que se justifique la originalidad. Es un filme que pasa por el tamiz de ser coherente, aun cuando el mundo es arduo de entender muchas veces, o porque muchas decisiones nos cuestan bastante. Hay un estribillo psicológico que habla de siempre volver a empezar, resetearse, que invoca el constante cambio de pareja, el grito de libertad, dejar ir todo, no aferrarse a nada. Carlos trabaja, duro y parejo como parte del engranaje de una máquina (que vemos repetidamente en el relato como un especie de peso), pero no quiere que sólo exista esto en su vida o lo domine/consuma. Tal si uno se esclavizara al agobio y la rutina y quizá hasta el vacío personal. No quiere entrar al orden matrimonial que lo encuentra emparentado. Carlos es talentoso, pero no le importa mucho el talento, quiere simplemente vivir, gozar. Es la pelea entre el hedonismo y el apaciguamiento. Quizá a Carlos le ha llegado aun joven, pero su mujer es muy madura, más que achacarle burguesía, que tenga mucha ambición. Es una mujer con anhelos económicos normales. Otro punto interesante de éste gran filme es Arturo (Otelo Zeloni), dueño de una empresa de armado de autos, o sea, es parte del boom de la industrialización y la riqueza en Brasil. Podrías decirle, un capitalista. Arturo tiene un rostro un poco cómico y es un tipo simpático, aun con cosas cuestionables. Parece un clásico personaje salido del cine italiano. Un vivo, un tipo pícaro, astuto, sabandija, que ha triunfado. Se salta cosas, saca ventajas de su posición, y se ve mal, por una parte. En su empresa hay mucha irregularidad, lo que repercute en contra del trabajador y la corrección/corrupción del propio sistema, y es un mujeriego que se autojustifica con alevosía, descaro, aunque todo su dinero es para su familia, su mujer e hijos. Arturo es un inmigrante italiano y viene con todo el ánimo de triunfar a toda costa, es el emprendedor sin miramientos. Arturo se puede decir que proviene del pueblo, de abajo, de no tener nada, pero tiene una desbordante ambición. Carlos en cambio es el poeta, el idealista, el que quiere salirse de todo honor, el que lo hace por amor a los principios, aun cuando tiene tendencia a lo apolítico -si bien se le puede ver de socialista- y escapista. Carlos parece querer a su amigo Arturo, pero no quiere ser como él. Le mortifica pensarse en ésta proyección de compinche y considera que su mujer -por el éxito laboral- lo empuja hacia allá. Éste filme es fenomenal contextualizando/analizando el entorno sociopolítico y hasta lo existencial, como con Hilda (Ana Esmeralda), una de las amantes de Carlos, la mujer caliente de los 30s. Rebelde pero astuta. No la típica jovencita alegre, libre, pasajera y superficial, como la que hace la efervescente Darlene Gloria, la futura célebre prostituta irredenta de lujuria de la trasgresora y sarcástica Toda Nudez Será Castigada (1973). No obstante Ana (Darlene) terminará teniendo lo suyo. Las que vemos son mujeres muy avispadas. Ana será arribista, una viva más. Con Hilda, y Carlos mismo, independientemente, tenemos introspección sobre los afectos, poniendo a un lado y a otro -confrontando con cierta elegancia- la liberalidad y lo formal, o lo arduo de hallar/ceder a la persona indicada en tu vida. Llega hasta la tragedia. Felizmente, hay que decirlo igualmente, no termina siendo una copia de la Nouvelle vague (de la que hay algo), porque como película es mucho mejor que ser una copia más. Tiene lo propio en abundancia. Hilda representa también la imagen de que puede ser difícil despegarse de la poesía maldita (incluso haciendo lo correcto), entregarse a no pensar tanto. Ella repite palabras mirando al abismo, tampoco el mundo pasa por ser sólo un formato simple. Plasma una cierta poesía -o esa pelea dura con nuestra naturaleza emocional que es la que también nos define como humanidad- frente al poder de lo práctico (el optimismo que muchos ningunean pero que es muy útil, si huimos de la banalidad). Dentro del quehacer cinematográfico de Person es un complemento interesante y un buen contraste para el filme. Carlos es una mente en movimiento. Es un intelectual de a pie, un tipo de clase media que es inteligente. Person parece un hombre no tanto del pueblo como procedencia de clase social, pero sabe pensar en éste, valorarlos, y ponerlos en un panorama mayor. Sabe pensar más allá de las complacencias. Pero es crítico también de lo capitalista. Se ve pobreza en Sao Paulo con la que Carlos se identifica, que le duele. Así mismo la pantalla nos coloca la vista de enormes edificios y la gente semejante a hormigas. La máquina social trabajando intensa.

viernes, 29 de agosto de 2025

78 Festival de Locarno: Dry Leaf

El georgiano Aleksandre Koberidze es dueño de un estilo que viene de antes y mantiene en ésta película, pero aquí resulta más interesante, más cuajado, más experimentado. Consolida sus ideas, sus preferencias cinematográficas. Por ratos parece que hiciera cine experimental, juega con las texturas, como con el agua mojando una ventana de un auto con la cámara encuadrándola bajo una vista subjetiva. Juega con las propias nubes. Con los colores que van metamorfoseándose como por la luz. Las tomas son perfectas, arriesgadas, estéticas, profesionales, creativas, aun cuando graba con un celular de punta y la imagen tiene una definición imperfecta, percibida nostálgica, de vejez, de madurez, que puede hacer pensar en algo más casual que de lo que verdaderamente es, porque se ve un trabajo de alto nivel en general. Pero el filme escoge la imagen más rústica, de orden casero, que se emparenta con el viaje, la road movie, algo que pretende sencillez argumental, que es lo que presenciamos. El propio padre de Aleksandre es el protagonista, David Koberidze, llamado Irakli, un personaje de ficción, pero como la mayoría de los que vemos, es como si se interpretara a sí mismo. Su hija Lisa, según la narrativa, se ha ido, como ha hecho antes, ella es periodista/fotógrafa deportiva, y tenía encomendado fotografiar canchas de fútbol, pero ha dejado una carta y como que ha "desaparecido". Irakli, típico padre, se preocupa más de la cuenta y va en busca de Lisa. La pesquisa hace de pretexto para que Aleksandre ponga en acción la pasión que siente él y su gente por el fútbol, para muchos el deporte rey. Irakli viaja visitando canchas de fútbol preguntando por su hija que iba a fotografiarlas. Lleva a un redactor de la revista donde trabaja ella, pero da la curiosidad que no lo vemos en pantalla, sino se finge verle, es invisible literalmente. Aunque esto puede leerse de irónico, similar en parte al Apichatpong de Uncle Boonmee Who Can Recall His Past Lives (2010), pasa por otro juego poético, estilístico, del director georgiano. Aleksandre busca plasmar su subjetividad, antes lo ha mencionado, proponer una poética personal. De ésta manera escuchamos mucha música que va en esa onda, de amor por lo simple y que es bello. También hay otras más lúgubres o un poco misteriosas. La cámara se detiene en plantas, flores, hierba, árboles, animales, burros, vacas, perros, hojas secas (que bien indica el título). Incluso los troncos que hacen de vallas y las maderas que hacen de arco de fútbol se prestan para que sea romántico. Es un viaje donde el paisaje toma mucha importancia, buscando naturalidad, nada demasiado imponente. Irakli pasea por pueblitos rurales de Georgia y comparte con la gente común, algunos también son invisibles a la cámara. Come con la gente (brillan en particular las manzanas), conversa con ellos (se implanta la confianza de la buena educación), se detiene a apreciar a los animales (que hasta pasan en fila), escucha, mira, guarda mucho silencio. El filme en ese sentido es muy cinematográfico, hablan mucho las imágenes. Es una película de 3 horas de duración y es un trayecto poético en conjunto. Requiere de paciencia, hay que relajarse. Es semejante a sentarse con algún budista a respirar del campo, de la naturaleza, del entorno, apreciar lo básico, lo esencial. El filme dice que la vida tiene muchas rutas (y millones de seres humanos), es decir, diversas aventuras. El presente camino va detrás de la belleza de lo ascético. Yace (consciente/activo) detrás de la paz. Ésta road movie no presenta preocupación de manera abierta, aun buscando a alguien, aunque pone la mirada en empezar a ver/atender a los demás. La búsqueda de Lisa es querer simplemente ver a alguien amado, estar siempre pendiente de éste. Así mismo es porque la familia de Irakli parecen ser muy sentimentales, muy sensibles, y puede devenir en melancolía, de la que uno guarda para sí, y de la que nadie se escapa finalmente. Amar es también consolar -y muchas veces no se necesitan de palabras-, provocar felicidad, ¿cómo?, de la manera más simple, justamente de todo lo que participa Irakli. En un momento se dice que hay una conexión espiritual entre padre e hija tras la road movie. Ven lo mismo desde su individualidad, se hace notar un viaje colectivo, eso termina siendo, igual que el planeta. Aleksandre plasma su subjetividad pero está queriendo conectar con los demás. ¿De qué manera? Amando a un tierno perro cachorro suelto alegre y libre en el pasto. Compartiendo un vino con un proyeccionista de una sala de cine rural reparada por él mismo para beneficio de todos (suplir una carencia). Participando de la anécdota sobre un profesor religioso, que no era dogmático, admirado por los niños más traviesos (un héroe invisible). Es atractivo ver mucha novedad/variedad desde la austeridad de la temática de las canchas de fútbol, amor por el deporte. Oímos de lucha amateur, de gimnasia, vemos la foto de Maradona. Se siente la importancia del deporte en la gente, en lo que le despierta una sonrisa. Los caminos, tal si hablara Kerouac del encuentro de Lisa (o mejor, Kiarostami), a razón de una bombilla de la calle que prende y apaga, pueden ser simples, vivos y originales.

miércoles, 20 de agosto de 2025

78 Festival de Locarno: Silencio


El director de la película, Eduardo Casanova, es algo polémico, le gusta que estén hablando de él y hay gente que se lo toma demasiado en serio y siente antipatía hacia su persona, y esto rebota en apreciar su trabajo a veces de mala manera. Lo cual es injusto. El presente filme se puede decir que tiene algunos defectos, es una obra muy libre y por lo tanto va a conseguir equivocarse por momentos, pero en general es una propuesta muy entretenida, buena. Tiene gran intensidad. Hay un diálogo frenético y super irónico entre 4 hermanas vampiras rodeadas de blanco y rosa. Tienen tremendo maquillaje y prótesis. La recreación de las vampiras es de primera. Los diálogos fluyen con harta velocidad y nunca dejan de tener humor y dar plenamente en el clavo diciendo cosas curiosas e interesantes para el oído del espectador ansioso de divertirse y eso da mucho, tenemos harta diversión. Se nota que Casanova goza haciendo ésta película. Tiene escenas potentes, impactantes. Muy rebeldes. Hay partes de musical que salen de pronto y otorgan novedad y un poco de risa. Es una comedia de muy buen nivel, aun cuando puede ser esperpéntica. Lo del enano vendedor de sangre artificial no es lo más óptimo, no es el mejor chiste, y la línea del SIDA se siente muy superficial, pegada en realidad apenas a la narrativa (aun con obvia conexión de estigma vampiro-enfermedad), no aporta gran cosa, pero el filme en conjunto ostenta más de virtuoso. Maria León con tacos altos desnuda es muy erótica, muy bella, un deleite para la vista, aun como drogadicta. La parte del futuro tampoco es lo mejor, pero se entiende la idea, de que los homosexuales no se oculten, enfrenten su opción sexual a puertas abiertas. Se les iguala con los vampiros, con que los quieran matar siempre, que les tengan rechazo tan virulento. Para esto hay varias generaciones desencantadas, pero el final es positivo, optimista. Es una película que es un poco punk y puede herir susceptibilidades, pero cuando vaya al festival de Sitges, de aquí a unos 45 días, todo apunta a que será recibida con entusiasmo por muchos. Se pudo haber afinado más, sí, para hacerla mejor, pero éste tipo de filmes locos y muy libres también arriesgan bastante. Se nota que Casanova ama el cine, quiere ponerle su identidad, hablar de sus preferencias y lo que a él le emociona. Es una obra con mucha personalidad. En el futuro, pensar un poquito más, demorarse un poquito más, será productivo, pero no obstante no debe perder ese glorioso espíritu punk que brota tanto, su libertad, porque hay escenas muy desopilantes, que te mantienen gozando. Menciono especialmente a otra actriz, la joven Lucia Diez, de 29 años, muy bella, talentosa, prometedora.  

sábado, 16 de agosto de 2025

2551.03 - The End


El cine austriaco por una gran parte, como identidad cinematográfica, siempre busca retarse, en sentido de anhelar generar shock en los espectadores. Quizá sucede más así para los de afuera. Romper los límites. Como que enarbola el pensamiento que uno debe verlo absolutamente todo sin miramientos, tal si se encomendara a ser el difusor del realismo sucio del planeta o para el caso de una fantasía (submundo) lumpen, sentado sobre la base de lo miserable. El director Norbert Pfaffenbichler nos entrega una película sci-fi underground y digámosle experimental. Cierra su trilogía sobre un mundo apocalíptico, distópico, luciendo una tendencia lúdica con lo monocromático, homenaje al cine mudo, en el interior de una película cargada de energía, del espíritu de las películas de acción. Como menciona un slogan del filme, no existen tabúes para ésta obra y vemos hasta un buda crucificado o partes humanas (pequeñas cabezas) como alimento. El contexto es que hay una "humanidad" metida en lo que asemeja catacumbas, pasajes subterráneos, túneles. Estos sobrevivientes de una especie de explosión nuclear llevan máscaras de carnaval, muchos de arlequines o hasta algunos sacos con huecos o del tipo del KKK. Así vemos al protagonista, lleva una máscara de simio llena de piercings -hasta el típico de hoy en día, en la nariz- mientras el dictador de éste universo carga una máscara de un sol carnavalesco o el atributo de una planta carnívora. Ésta trilogía se une de manera sencilla a las otras, es una continuación que es efectiva por sí sola. El protagonista de la máscara de simio, que tiene de Hellboy pero mucho más básico (todo lo que vemos igualmente parece sacado de la imagen de algún infierno), lleva un abrigo que dice atrás: niño perdido, como en las cajas de leche americanas, y a él se le ha perdido uno y puede que él mismo lo haya sido. Lo encontrará como sirviente del dictador. Éste sirviente traicionará al régimen dictatorial por salvarlo en repetidas ocasiones. Es un filme que busca la novedad en los alrededores, en los pasajes/paisajes-túneles por los que pasa el héroe simio. El shock en todas partes. Así hay mucho paganismo, sacrilegio, o satanismo como salido del heavy metal, debajo de éste universo imaginativo, que es cine mudo sin intertítulos. En mucho es una película del shock estético/visual, mientras va de simple como narrativa. En una secuencia nuestro héroe simio recolecta arte moderno, en plan de reciclador. En una galería de "arte" para privilegiados pronto hay una ofensa producto de la soberbia y surge el caos. Llegan guardias con trajes salidos de una cuarentena. El héroe simio es muy torpe y siempre queda encarcelado. Tenemos un momento bastante freak y complejo cuando el protagonista se mete en una casa pequeña de madera que tiene mucho de utilería en lo visual y es introducido en su propia consciencia. Pelea, luego de tener sexo, con su propia identidad sexual, y termina hablando de curar su memoria. Toda ésta parte resulta a cierto punto ingeniosa. Bajo una luz blanca potente que te ciega los ojos, la cual desaparece contornos. Nos mete en un paraje onírico. El simio necesita retornar, que expone cierto clásico estado psicológico. El simio llega a estar totalmente fuera de sí, entra en plan Rambo-Wolverine-ConanElBárbaro, pero con mayor rudeza de explicites. La meta es matar al dictador y de eso va toda la película, igual que en el desierto apocalíptico de Mad Max, cuando se da cuenta finalmente que no se puede vivir bajo éstos regímenes de putrefacción (como nadie racional tampoco), aun cuando yace normalizado lo miserable en lo que los restos del planeta parecen un enorme mercado de baja catadura. Incluso los juguetes infantiles son réplicas de pequeños cadáveres. Hay escenas que parecen salidas de videoclips metaleros. De esa manera se divisa a una especie de striptisera de magia negra. Es una película curiosa, tiene su cuota de personalidad, aunque se percibe un poco ya vista, salvando montar algo con el sello del bajo presupuesto. Tal cual reza, es un viaje underground literal. Todo muy austriaco. 

viernes, 15 de agosto de 2025

78 Festival de Locarno: Nova '78

Éste documental lo dirigen Aaron Brookner y Rodrigo Areias. Se basa en la restauración (y composición) del material que filmó Howard Brookner, tío de Aaron, durante La Nova Convention de 1978, un encuentro de 3 días en New York en honor de las ideas de William S. Burroughs, quien estuvo presente en todo el proyecto donde ejerció de inspiración. Hubo encuentros, performances, musicales, exposiciones poéticas de índole alternativa, experimentales, representando a la contracultura, con rostros muy representativos de la época de los que muchos han quedado consolidados vistos desde la actualidad. Burroughs con 64 años asiste a comidas, habla de política interna e internacional y hasta acompaña/participa directamente de algunas performances. Es la contracultura representada en su figura. Burroughs es todo un personaje. Sale jugando con un cuchillo que lanza a una mesa, disparando armas hablando de una cierta asociación de autodefensa de minorías. Frontalmente defiende en un pasaje a la homosexualidad en EEUU del ataque de un político. El mismo Allen Ginsberg refleja en todo momento esa apertura sexual y es muy cercano de Burroughs. Ginsberg también hace una performance en honor de su amigo. La Convención tiene exhibiciones donde se habla de arte sin encasillarla, donde prima mucha libertad que hasta dudan definiéndola, lo hacen reduciéndola a cualquier expresión, como propio del arte moderno, quitándole toda grandilocuencia, por ello muchas de las performances pueden ser un poco ridículas o de muy poco formalismo o bastante como en estado bruto. Se siente si bien algo de intelectualidad -hay escritores, psicólogos, filósofos presentes, pertenecientes a la contracultura- también un cierto aire hippie, de mucho relajo. No obstante Burroughs viste con traje y es un hombre mayor y así es su imagen, el que a ratos puede ser distante, aunque pinta de viejo medio loco, de aspecto literal formal pero perteneciendo a lo extravagante. Se ausculta, se fundamenta, la idea de arte que tenía ésta especie de comunidad liderada por Burroughs, que era como autoadjudicarse de futuristas, como si fueran a ser ellos el futuro, quienes son, como se expresan, como se comportan, que hacen, así íbamos a ser o eso creían, jugando un poco a lo sci-fi en los discursos. Aluden los sueños como viajes a otros planetas y esos sueños lo viven a través de convertirlos en arte, sueño literal -aunque no tan inconsciente- que muta en revelación puesta en práctica, así como cada performance señala algún pensamiento de Burroughs, a quien llegan a llamar un tipo de profeta o visionario. Oímos el método que tenía Burroughs para generar arte. Es todo un gurú, quien llega a decir que deberían escuchar más a Andy Warhol para que el mundo sea mejor. Pasea en carro por Manhattan a lo Cosmópolis (2012). Se puede ver claramente porque quiso Cronenberg hacer The naked lunch (1991). Se defiende el uso de drogas con Timothy Leary que exhibe un panel de debate. Éste Leary recuerda a Altered States (1980), lo que es recoger el pensamiento de una época de experimentación. Las performances llevan un estado de cierta ironía aunque leve hacia el statu quo si bien el documental nunca lo hace motivo central. La composición escoge un  camino que tiene mucho de show de variaté. Hay una sola escena donde algunos policías yacen como vigilantes afuera del teatro de la convención, pero pasa por poca cosa, nada especial. Estos performers parecen un poco niños fastidiados, mezcla de imperfección y libertad, pero se percibe más ironía que furia. Más hay calma. Cuando la cámara enfoca los rostros de estudiantes, o los jóvenes seguidores de rockeros outsiders, el público presente, muchos si bien fans tienen cara de sorprendidos, como quien mira algo que no comprende del todo. Las poesías recitadas tienen un cierto aire a lo Ed Wood, aun cuando lo hace gente de cierto renombre. Tenemos presentaciones de Philip Glass, John Cage y de Laurie Anderson, pero todo desde lo austero. No se puede negar tampoco que de lo que vemos parece el club de los loquillos. Detrás están esos estudiantes que aman literalmente lo arty, que la viven como se podría decir. Burroughs hace una performance de una autopsia y no tiene nada que envidiar a ninguna película de terror. Las mejores performances son las de Patti Smith y Frank Zappa. Zappa dice que no le gusta leer literatura, pero dentro de sus excepciones le encanta Naked Lunch (1959), aunque para muchos seguramente es más fácil identificar Yonqui (1953). Zappa lee un pasaje del libro, compartiendo su entusiasmo. Patti Smith ante la ausencia de Keith Richards (Susan Sontag también se escapó), que dijo iría a la convención, bromea con que no tiene en realidad mucha importancia que no esté presente. Ofrece 12 dólares en total pensando en los que pedirán su devolución por no estar él. Patti Smith canta y toca en honor de Jim Morrison, a 7 años de su muerte. Luce el encuentro de muchos amigos. Es un documental atractivo como experiencia de una época. 

domingo, 10 de agosto de 2025

Santiago


Lo primero que anotar de éste filme es que el director de la película el brasileño Joao Moreira Salles dice que el documental es más su mirada que la de quien se basa. Queda claro que Moreira Salles aplica su subjetividad y hasta dice que el documental no refleja una relación afectiva próxima horizontal -haciendo un especie de mea culpa como conclusión- sino la del hijo del patrón y el mayordomo que sirvió fielmente a su opulenta familia durante 30 años. El filme se basa en el mayordomo argentino Santiago Badariotti Merlo. Él le habla a la cámara de quien es, a qué entregó su tiempo, su existencia, y en que lo ocupa actualmente. Ésta subjetividad del director llega a decir o dar a entender como que de cierta manera Badariotti ha desperdiciado su vida (como un tipo de Iván Ilich proletario), como quien habla de diferencias (luchas) de clases, deberes, y realmente ser libre y hacer lo que a uno le plazca, o poder hacerlo, como que la vida lo ha limitado y el propio Badariotti se ha autolimitado en esa caja social. Se puede entender que ésta subjetividad de Moreira proviene de cierto socialismo, aun cuando él representa justamente otro lugar de la pirámide. Igualmente se puede tener la lectura de que le habla a todo el mundo, en ser uno mismo y hacer lo que de verdad llevamos en el corazón, más allá de cualquier limitación, aunque suene un poco a algo ilusorio, fantasioso, un simple arrullo moral, si bien motivacional, o quizá puede que a un poco de cinismo. Lo que se equivoca el filme es que Badariotti parece que sí hizo lo que quiso, sólo que muchas veces le damos importancia a cosas que la muerte terminará olvidando o minimizando bastante, que le pasará hasta al más narcisista. No podemos ocultar que la muerte no engaña, es implacable. Así como quienes son realmente autónomos dan lugar a lo que realmente quieren, aunque el mundo tampoco se lo pone fácil a la mayoría y muchas responsabilidades, lo que implica madurez, también requieren de mucho sacrificio. Pero a grosso modo no es tampoco arduo optar por cosas simples que el mundo tiene mucho de ello, más allá de cualquier cuento publicitario de excepcionalidad, incluso de casos particulares. Badariotti pasó muchas décadas recopilando, escribiendo, sobre las aristocracias del mundo. Como Moreira Salles tiene un cierto aire socialista o puede que sea un tipo de disculpa esto le parece una especie de perdida de tiempo, como hablando de cierto absurdo. Te da por recordar Ikiru (1952). Suena lógico pensarlo de cierta manera, más allá de la simpleza de la escritura, apuntes, o porque está copiando, como hace la mayoría, y no creando en realidad nada, que eso es lo más complicado, raro. Recopilando, citando, archivando simplemente. No obstante sin duda esto lo ha mantenido entretenido, un hobby que lo ha tenido entusiasmado por años. Él mismo dice que con esto ha vencido la soledad en su vida. Badariotti gusta de la alta cultura, se nota instruido, le atrae la música clásica, el teatro, la ópera, las plantas, lee mucho. Habla de manera sencilla, pero mucho de todo eso que le gusta. Se podría decir que es culto, "pobre" pero culto. Tiene una personalidad bastante expresiva. Denota mucha soltura, mucha facilidad de palabra, relajo, incluso un poquito de extravagancia. En un momento a lo Godard quiere que le filmen sólo las manos en movimiento. Cosa a la que accede enseguida el director. También se ha de apuntar que le piden que toque las castañuelas, recuerdo de infancia del mismo director. Uno pensaría, no sé, que lo va a hacer mal, tras tanto entusiasmo alrededor, pero lo hace de manera que brota mucha gracia en su performance, y efectivamente tiene su encanto, y así todo el documental. Es un personaje con sus aires -tiene su notorio engreimiento- pero que aun así cae naturalmente simpático. Uno hubiera pensado que el filme se enfocaría en su clase social, del tipo reivindicativo, como se suele estilar, también porque eso es de más fácil empatía que justamente hablar de lo que muchos llaman lo burgués, pero no es así, sólo al final se le coloca una reflexión general de esa índole que engloba todo el producto. El filme luce muy suelto, harto fluido, aun cuando vemos que le dan muchas instrucciones como si estuviera en un comercial de televisión. Es un documental entretenido, simple en realidad. Lo vemos a Badariotti en gran parte hablando desde su cocina y tiene sus buenas anécdotas. También revela sobre la opulencia de los Salles. El padre fue diplomático y ministro, pertenecía a la élite de su país. A Badariotti se le ve que le gustaba ser mayordomo, le encantaba la vida de los ricos. Como no pudo serlo ésta ha sido su manera de pertenecer a ese mundo al que le dedicó toda su existencia, dentro y fuera de su labor. El documental también alude a analizar que pasos seguir para hacer un trabajo cinematográfico que pase por interesante para mucho público, asunto que se nota porque hay más de una década de diferencia entre el primer intento y concluirlo. Indaga con la voz en off por donde moverse. Alude tres planos estéticos, tres fotografías representativas. Piensa en Werner Herzog. Así mismo parece implicar querer ser auténtico y de esto que suelte un mea culpa que más que destruir lo que ha hecho es en el fondo que lo justifiquen los demás, como quien se presenta humilde para ser aceptado. No está mal, porque es un documental solvente, el personaje por sí mismo vale haber intentando el filme, había materia. Es mejor personaje de lo que muchos pueden creer, si bien éste trabajo revela la liviandad de la existencia, pero no solo la de éste mayordomo, sino la de todos. 

sábado, 9 de agosto de 2025

A Falecida


Ésta es la ópera prima del brasileño Leon Hirszman basada en la dramaturgia del célebre autor de su país Nelson Rodrigues, con guion de Hirszman; y del legendario director Eduardo Coutinho, en el segundo guion de su carrera y antes de hacer un largometraje. Es una película que hace pensar en la representación en el cine, puesto que la identificación y la empatía de ideas -más allá de ser discreto o tratar de ser lo más polite o neutral posible- puede ser punto importante en que una obra se vuelva o popular o exitosa, que no obligatoriamente tiene que ver con crear trascendencia, profundidad o arte. En épocas donde la reivindicación de la mujer, su hegemonía, es notoria como búsqueda, sumando el feminismo tan ubico del presente, desde en particular la liberalidad o el alejamiento de la figura familiar ésta obra juega en esa cancha, no obstante driblea la pelota para ambos campos aunque no igual, para así terminar dando a todos un poco o algo de favoritismo. Se exhibe a una mujer que dice abiertamente en un momento (en el tranvía) que ninguna mujer debería pertenecer a ningún hombre, es decir, clama su libertad sexual, que sería su soltería pensando normalmente, pero ella está casada y secretamente desilusionada de su marido, o sea, descontenta de su matrimonio, donde no hay hijos y sólo una vez se hace mención de ésta ausencia como un especie de deterioro, en voz de mujeres mayores. Zulmira, en la performance debut en el cine de la talentosa Fernanda Montenegro con 36 años de edad, guarda un secreto muy importante para ella, el que le dejará como despedida en su lecho de muerte a su marido, Toninho (Ivan Candido). Zulmira misma le indicará que hacer y como toparse con la que será tremenda sorpresa, compartir una desilusión -como quien quiere que padezcas tanto como la misma persona- y hasta humillación desde distinto lugar. En un comienzo el filme se pone extraño, Zulmira quiere que su prima se muera (no tenemos aun background), a poco de que se le señale por una adivina que una rubia le quiere hacer daño. Por boca de Toninho, Zulmira piensa justamente en ella. Hay un odio palpable hacia ésta prima, incluso sabiendo de sus desgracias. En cierta manera porque Zulmira no puede ser como su prima, una mujer que fue su mejor amiga de joven y vive en su mismo barrio, pero de la que yace distanciada. ¿A qué se debe ese odio? La prima yace en fuera de campo. Lo sabremos cuando se devele el secreto dedicado especialmente para Toninho a quien lo veremos llorar al final, cuando se cumple (y ya no sirve) su anhelo de dinero. Toninho ciertamente no es el marido perfecto, pero se le puede ver como semejante a muchos, demasiado simple para su propia salud, de cara a cierta "sofisticación" de su mujer, aun cuando en mucho ella es bastante pedestre. Zulmira no puede ser la típica mujer del hogar, como lo ha logrado ser su prima. Ella siente enojo recordando o dando a entender que su prima fue una mujer muy caliente digámosle. Quisiera que su marido la haga pecar. Zulmira -quien es un personaje por naturaleza exagerado- lleva un peso social, por eso quiere morir, y en lo que parece un sutil surrealismo su deseo se cumple como por arte de magia, como el sueño húmedo de un fetichista. Ella misma clama que si quiere morir, ella lo hará, porque manda sobre sus designios. Como se puede leer también es una critica a la religión, a los designios de Dios. Ésta propuesta parece enfrentar simbólicamente la playa con la biblia, cosas que son bastante representativas para Brasil en especial. La película, a través de Zulmira, es astuta y debate con el marido su situación existencial. Hace que Toninho de cierta manera la apoye moralmente con sus pensamientos donde el sexo es importante, sólo que Toninho no sabe que piensa en realidad debajo de todo y en eso el filme parte de misterioso y un poco raro. De pronto como que a Zulmira se le ha metido en la mente matar a su prima. Lo dicen los de la funeraria, que son capitalistas netos, si bien de barrio. Timbira (Nelson Xavier) es el seductor amante de las Zulmiras, le encanta la idea de que absolutamente todas las mujeres sean objetos sexuales, cero ataduras, cero formalismos. Es como decir que el formalismo (el deber, el sacrificio) es para tontos. A razón de la intención de dar un golpe, como dicen, estos llaman locas a las mujeres, difíciles de entender. Inesperadas. Inclasificables, se podría decir. Pero Zulmira se explicará bien finalmente, es una inconforme de los roles sociales, y proclamará la liberalidad. Parece decir: nadie nos quitará lo bailado, aun cuando Toninho querrá una pequeña revancha, algo como para que no sea el filme una burla, que hoy en día algunos aplauden. La reivindicación económica se presenta tal una lectura de lucha social, del incólume al dolor y al amor, o ponerle precio a todo, pegar de proxeneta. Es una película donde todo el mundo a fin de cuentas pierde, a razón de quien hizo lo que le dio la gana sin importar consecuencias, es así que morir es una justificación, tras el delirio. El entierro exhibe melancólica ironía, si bien el muerto no siente nada. El hombre pensando en el billar y en los partidos de fútbol es así visto de canalla. Lavarse las manos no suena a ningún crimen -que hasta más de uno se ríe de la ocurrencia-, pero hasta allá puede llegar la peculiaridad de un cliché. Toninho parece simplemente poca cosa, aun cuando la lectura de justicia social no lo verá así. No obstante las expectativas pueden ser el verdadero detonante. El conocimiento de la esencia. La inconformidad de una vida simple, donde no hay héroes, donde no hay aventura. Zulmira quiere dejar en claro su punto frente al mundo, he ahí el verdadero factor de la ambición del lujo último. La última revancha existencial diría Zulmira. En una escena llora por algo que parece ínfimo, en realidad es el enrostre interior (enferma de convenciones sociales). En otra escena (catarsis), ríe sensual/libre frente a la lluvia bajo otra introspección elíptica. No obstante el filme se apiada un poco del pequeño homo sapiens. 

domingo, 3 de agosto de 2025

Punishment Park


Punishment park (1971), del inglés Peter Watkins es un filme político y social frontal, se le podría llamar el filme definitivo de una época, que refleja en toda fuerza el conflicto entre los jóvenes socialistas y el gobierno americano. Los jóvenes americanos defienden a las minorías, combaten/rechazan la guerra de Vietnam y hacen notar las diferencias sociales, la pobreza de su nación, aun cuando EEUU es un país rico y lleno de oportunidades. Se contextualiza en el gobierno de entonces, el de Nixon. El filme es curioso porque es un falso documental, pionero en su tipo. Muy realista cogiendo lo histórico, su tiempo, y también es un thriller, una película de sobrevivencia, donde los policías y militares persiguen a los jóvenes rebeldes, activistas, por el desierto, con la consigna de que intenten huir/llegar hacia una bandera americana (como si les dijeran que le demuestren amor a su nación, tal si fuera un acto de redención o una cura) para al poco tiempo ser perseguidos en un juego donde se insta a pensar en la brutalidad policial y la represión. Es una película que aun siendo tan clara políticamente se da bastante entretenida. A pesar de cierta posible incomodidad es harto dinámica e intensa. Hay juicios donde se da a escoger a los jóvenes revolucionarios entre ir a la cárcel o entrar al punishment park. En estos juicios se ven a los jóvenes fuera de sí, defendiendo con mucha energía sus ideas, frente a jueces y conservadores que chocan ideológicamente de manera abierta, mostrando la furia de ésta juventud y la misma furia del otro lado. Se representan las ideas de cada bando de forma potente, si bien la postura que se expone más es la de la contracultura. Policías y activistas son entrevistados, expresan sus posiciones, enfocándose en la reacción a las protestas. En la huida se desarrolla enfrentamiento y mueren oficiales y también muchachos rebeldes. Se analiza la violencia que se genera por las ideologías. Los malos parecen ser los perseguidores que se ven bien básicos -siguen ordenes; dicen defender simplemente a la gente que paga sus impuestos, manifiestan que no hay otra cosa en ellos- pero uno no empatiza fácilmente con los jóvenes revolucionarios que vemos en pantalla. No son expuestos pacíficos o naturalmente tratables, sino histéricos y hippies, aun cuando pueden verse algunos promedio. Hay un retrato que refleja a la gente en esencia, con su -algo visto- hoy a estereotipo. Cuando el filme se pone distópico, o a lo 1984, en el juego de punishment park parece que estamos ante un thriller puro y duro o la emulación de un juego de video y se vuelve enormemente disfrutable. A esa vera puedes leer toda la política como superficial, como un background de personajes de acción o como jugadores que hacen una presentación o introducción antes de empezar éste especie de juego mortal mediático. La prensa tiene un rol en ésta exposición de época, que muestra muy lógico al formato documental, aunque los policías los señalan de interesados monetarios. Es una obra seria. La representación política también es interesante de por sí y sorprende su cierta precisión. Es una película que para su época pudo ser bastante polémica, bastante osada, aun cuando tiene igualmente mucho de lúdica. Es una propuesta fácil de ver, de entender todo y está muy bien hecha, es de esas películas que aunque son hiper políticas pueden gustarle a mucho público, lo cual es una verdadera novedad, sobre todo cuando las películas políticas no suelen ser tan furiosamente entretenidas. Es creativa, aunque (perfectamente) sencilla, como falso documental. Es bastante representativa de su época, de épocas de mucha lucha social, de guerra fría, de ideologías que se tenían mucho enojo entre sí, de toda esa efervescencia que se podía leer como crisis, y busca de temple. 

sábado, 2 de agosto de 2025

La mujer insecto (Nippon konchuki)


El título del filme hace alusión a la difícil sobrevivencia económica de una mujer en un mundo regido por hombres. Ella es una mujer del campo que es embarazada a la fuerza, luego abandonada por éste que se convierte en su marido y expulsada del trabajo tras su amante ascender de puesto en una textilería. Es entonces que Tome, interpretada por Sachiko Hidari, en la performance más celebrada de su carrera, ganando un oso de plata por mejor actriz en la Berlinale, decide irse a la gran ciudad. El filme hace hincapié en que los hombres son abusivos y aprovechados en general, muchos ayudan a cambio de favores sexuales, aun cuando disimulan las formas y las amabilidades. Pero se ve también aunque a una mujer sola le es arduo sobrevivir en ésta época, partiendo de comienzos del siglo XX, que ella accede a esos abusos y aprovechamientos, se acopla sin reclamar demasiado -¿o a quien?- y es parte de ese mundo de corrupción ofrecido por el machismo y el poder. El título habla de la sobrevivencia de alguien muy pequeño frente a un universo enorme y a cierto punto donde hay que buscar doblegar el miedo de existir, salir a pelear como se puede y en eso entra a tallar muchas faltas a la ética y que nos rebota de cierta manera al avalar el abuso. Se dice que la prostitución es rentable, que fuera de ella te esperan como 6 trabajos y mucha explotación. No vemos violencia, sino una resignación interesada. Tome es el insecto que enfrenta la muerte frente a tanto depredador gigante, y en eso ella parte buscando alimentarse y vestirse, y un hogar donde vivir, pero poco a poco esto se vuelve en ambicionar más, a gustarle el dinero, y ella misma se convierte en un ente poderoso a un punto y abusivo igualmente. Empieza como housekeeping de un burdel oculto y termina engañada para que se prostituya (hay perversa ironía con la virginidad), pero rápidamente se adapta y se vuelve mano derecha de la dueña. Logra aprender y se saca de encima a su jefa, la reemplaza. No obstante se debe a un hombre de negocios que la manipula. Éste mal hombre no duda en seguir prostituyéndola de vez en cuando. Tome va a una iglesia nipona tradicional y contradictoriamente, cuna de algunos cínicos, de ahí es descubierta para la prostitución. La señalan como si llevara un karma, que anida en ella a ese respecto el castigo/pecado de la lujuria. Tome por momentos puede ser perversa de lo astuta y pícara que se presenta. En otros ratos se ve frágil y golpeada por su entorno, como si encima de su persona hubiera siempre alguien más frío y cruel corrompiéndola, síntoma de cierta esencia social. Tome le dice a una amiga suya del pasado que ve en ella ese mismo rasgo de facilidad para pecar de su propia personalidad y pronto hace que se prostituya hallándole clientes como su manager. Midori (Masumi Harukawa) tiene un novio que tiene un aspecto un poco de tipo idiota (bajo la imagen clásica de un leñador), de los que pintan de muy sensibles, pero no obstante permite que ella se prostituya de lo más tranquilo. Hasta ahí llega lo terribles que son en esencia muchos tipos con las mujeres. Midori es guapa y voluptuosa pero está realmente enamorada, pero como bien dice Tome, Midori es una chica de esencia fácil, lujuriosa. Es otra que se adapta sin problemas a la prostitución. El filme las hace ver simpáticas como personas, pero sin duda es de esa gente que rompe los modelos habituales y son fácilmente corruptas, pero no lo parecen a simple vista. El padre de Tome en el relato no es su padre real, es el tonto del pueblo, pero no obstante estos tontos pueden ser unos verdaderos bichos, como cuando "inocentemente" el padre le pide leche a Tome, que le deje besarle las tetas, y ella, que a mucha corrupción la ve de lo más normal, accede, hasta públicamente. Shohei Imamura si bien usa formas clásicas en su narrativa es bastante pesimista con la humanidad. Es el opuesto, igual de exagerado en otra dirección, que Yazujiro Ozu. Imamura hace ver normal adaptarse a la corrupción y éste es un retrato que no se siente sano, que descree de la humanidad, es un realismo parcial, pero él da a entender que es dominante, y se diría que si bien su mirada vale, falla un poco vista como normalizada o muy general, así como el idealismo puede ser ilusorio cuando se ve como si fuera lo único. Es una película a complementar con otros mundos, otra parte de nuestra idiosincrasia social y humana. El cine justamente es eso, no una mirada, sino muchas miradas, muchos estudios, muchas perspectivas, muchos universos. He ahí su riqueza, cotejar diferentes puntos de vista, diferentes ubicaciones, diversas contemplaciones, diferentes cines, lo cual es bueno, porque hace que uno no se canse, ni que el séptimo arte se agote o se pierda en el millón de repeticiones, si bien tampoco hay que plantear pseudo (forzada, vacía) originalidad, sino que el cine se sustente de verdad. El cine está para hacerte pensar, el arte real nunca existe para dejarse llevar, consuelo de tontos, si bien el entretenimiento puro y duro es para simplemente alegrarse/empatizar con lo casual o la intensidad. El cine como arte es comprensión, meditación, visión, y el trabajo nunca está dado completo, es un diálogo con el intelecto, nunca un dogma.