El
georgiano Aleksandre Koberidze es dueño de un estilo que viene de antes y
mantiene en ésta película, pero aquí resulta más interesante, más cuajado, más
experimentado. Consolida sus ideas, sus preferencias cinematográficas. Por
ratos parece que hiciera cine experimental, juega con las texturas, como con el
agua mojando una ventana de un auto con la cámara encuadrándola bajo una vista
subjetiva. Juega con las propias nubes. Con los colores que van
metamorfoseándose como por la luz. Las tomas son perfectas, arriesgadas,
estéticas, profesionales, creativas, aun cuando graba con un celular de punta y
la imagen tiene una definición imperfecta, percibida nostálgica, de vejez, de
madurez, que puede hacer pensar en algo más casual que de lo que verdaderamente
es, porque se ve un trabajo de alto nivel en general. Pero el filme escoge la
imagen más rústica, de orden casero, que se emparenta con el viaje, la road
movie, algo que pretende sencillez argumental, que es lo que presenciamos. El
propio padre de Aleksandre es el protagonista, David Koberidze, llamado Irakli,
un personaje de ficción, pero como la mayoría de los que vemos, es como si se
interpretara a sí mismo. Su hija Lisa, según la narrativa, se ha ido, como ha
hecho antes, ella es periodista/fotógrafa deportiva, y tenía encomendado
fotografiar canchas de fútbol, pero ha dejado una carta y como que ha
"desaparecido". Irakli, típico padre, se preocupa más de la cuenta y
va en busca de Lisa. La pesquisa hace de pretexto para que Aleksandre ponga en acción
la pasión que siente él y su gente por el fútbol, para muchos el deporte rey.
Irakli viaja visitando canchas de fútbol preguntando por su hija que iba a
fotografiarlas. Lleva a un redactor de la revista donde trabaja ella, pero da
la curiosidad que no lo vemos en pantalla, sino se finge verle, es invisible
literalmente. Aunque esto puede leerse de irónico, similar en parte al
Apichatpong de Uncle Boonmee Who Can Recall His Past Lives (2010), pasa por
otro juego poético, estilístico, del director georgiano. Aleksandre busca
plasmar su subjetividad, antes lo ha mencionado, proponer una poética personal.
De ésta manera escuchamos mucha música que va en esa onda, de amor por lo
simple y que es bello. También hay otras más lúgubres o un poco misteriosas. La
cámara se detiene en plantas, flores, hierba, árboles, animales, burros, vacas,
perros, hojas secas (que bien indica el título). Incluso los troncos que hacen
de vallas y las maderas que hacen de arco de fútbol se prestan para que sea
romántico. Es un viaje donde el paisaje toma mucha importancia, buscando
naturalidad, nada demasiado imponente. Irakli pasea por pueblitos rurales de
Georgia y comparte con la gente común, algunos también son invisibles a la
cámara. Come con la gente (brillan en particular las manzanas), conversa con
ellos (se implanta la confianza de la buena educación), se detiene a apreciar a
los animales (que hasta pasan en fila), escucha, mira, guarda mucho silencio.
El filme en ese sentido es muy cinematográfico, hablan mucho las imágenes. Es
una película de 3 horas de duración y es un trayecto poético en conjunto.
Requiere de paciencia, hay que relajarse. Es semejante a sentarse con algún
budista a respirar del campo, de la naturaleza, del entorno, apreciar lo
básico, lo esencial. El filme dice que la vida tiene muchas rutas (y millones
de seres humanos), es decir, diversas aventuras. El presente camino va detrás
de la belleza de lo ascético. Yace (consciente/activo) detrás de la paz. Ésta
road movie no presenta preocupación de manera abierta, aun buscando a alguien,
aunque pone la mirada en empezar a ver/atender a los demás. La búsqueda de Lisa
es querer simplemente ver a alguien amado, estar siempre pendiente de éste. Así
mismo es porque la familia de Irakli parecen ser muy sentimentales, muy sensibles,
y puede devenir en melancolía, de la que uno guarda para sí, y de la que nadie
se escapa finalmente. Amar es también consolar -y muchas veces no se necesitan
de palabras-, provocar felicidad, ¿cómo?, de la manera más simple, justamente
de todo lo que participa Irakli. En un momento se dice que hay una conexión
espiritual entre padre e hija tras la road movie. Ven lo mismo desde su
individualidad, se hace notar un viaje colectivo, eso termina siendo, igual que
el planeta. Aleksandre plasma su subjetividad pero está queriendo conectar con
los demás. ¿De qué manera? Amando a un tierno perro cachorro suelto alegre y
libre en el pasto. Compartiendo un vino con un proyeccionista de una sala de
cine rural reparada por él mismo para beneficio de todos (suplir una carencia).
Participando de la anécdota sobre un profesor religioso, que no era dogmático,
admirado por los niños más traviesos (un héroe invisible). Es atractivo ver
mucha novedad/variedad desde la austeridad de la temática de las canchas de
fútbol, amor por el deporte. Oímos de lucha amateur, de gimnasia, vemos la foto
de Maradona. Se siente la importancia del deporte en la gente, en lo que le
despierta una sonrisa. Los caminos, tal si hablara Kerouac del encuentro de
Lisa (o mejor, Kiarostami), a razón de una bombilla de la calle que prende y
apaga, pueden ser simples, vivos y originales.