sábado, 10 de agosto de 2024
The italian connection (La mala ordina)
Éste es uno de los mejores poliziotteschis que se han hecho, películas de crimen, policiales de marca italiana, y que llevan mucho de spaghetti western. El director es artífice de varios poliziotteschis míticos. Fernando Di Leo, de quien dicen que inicialmente trabajó con Sergio Leone. Cómo sea, Di Leo logró destacarse en estos policiales, bastante entretenidos, llenos de personalidad, estilo y hasta originalidad. Di Leo a su manera logra ser creativo con el realismo que le impone a sus escenas de acción, unas que llevan algo de las películas de kung fu de su época, con peleas a puño limpio aunque al estilo occidental, dentro de peleas callejeras. Tiene una escena de persecución por auto continuado a pie que es de lo más perfecta y gloriosa, llena de adrenalina, verosimilitud y un infaltable toque de espectáculo y excepcionalidad. El final con la grúa y el depósito de autos abandonados es igualmente una maravilla. Ahí se enfrenta el héroe del filme, un John Wick digámosle más realista o más humano o más vulgar, con dos asesinos gángsters americanos que suponen de élite -como salidos del famoso cuento de Hemingway-, interpretados por Woody Strode y Henry Silva, con 58 y 46 años respectivamente. Nuestro John Wick italiano setentero, Luca Canali (el alemán Mario Adorf), alabado por su cabello aunque bastante menospreciado por vivir de un trabajo ruin como el proxenetismo, se ve culpado por El Padrino de Milán (Adolfo Celi) y ahora todos lo quieren ver muerto, pero Luca que es visto como un perdedor, el tipo más bajo de la cadena criminal, sorprenderá a todo el mundo con su capacidad de sobrevivencia y de combate, un deleite para el amante del cine de acción. El filme es super sencillo pero muy competente en lo suyo. Hay en ésta película una onda musical de liberalidad, barata, con la prostitución por doquier. La propuesta presenta mucho erotismo. La hermosa actriz Femi Benussi hace de una furcia y se le ve discutir con Canali completamente desnuda por buen tiempo. Su escultural figura es exhibida por todas partes y lo hace actuando increíblemente bien, con fuerte dramatismo e intensidad. Canali luce aunque proxeneta, vividor de mujeres aunque se pretende tipo manager, como una figura atípica en el imaginario de Di Leo, se le muestra como un buen tipo, buen padre, con muchos amigos capaces de dar la vida por él. Es algo pendenciero, semejante a un bacán del barrio, pero sólo eso en apariencia. La mafia de Milán lo coloca misma carne para los tiburones -quien empieza de lo más despistado- y termina enfrentando a los tops prácticamente sólo. El Padrino le dice en su cara que es un perdedor y por eso lo escogió y ésta es la gracia de la película. Es una obra sin pretensiones filosóficas de ninguna clase, pero vaya que se disfruta. No se siente simplona o redundante como le pasa a muchas películas de cine puro y duro.