miércoles, 14 de febrero de 2024
The makes
The makes (2009), es un corto de 26 minutos y debut del director franco americano Éric Baudelaire. Es un falso documental. Se basa en el libro escrito por Michelangelo Antonioni, That Bowling Alley on the Tiber, publicado en 1983, y son notas, literatura cinematográfica e ideas para hacer películas, películas específicas que nunca llegó a hacer. A esto Baudelaire le suma el contexto de que Antonioni se planteó hacer un filme en Japón, pero tampoco llegó a suceder. El guía es el crítico de cine y periodista real francés Philippe Azoury, quien habla de los filmes nunca realizados, de las notas de Antonioni, como si algunos de estos filmes se hubieran hecho, proporcionando especies de reviews ante la cámara, cuando se interpreta así mismo. No obstante el filme deja ver a ratos su mecanismo de falso documental, incluyendo momentos como especies de detrás de cámaras, con Azoury, quien es muy carismático y al mismo tiempo luce bastante creíble en lo que nos cuenta. Se ve inteligente y empático. Hay una anécdota de Azoury con el mismo Antonioni que suena a surrealismo puro y duro y así el filme de Baudelaire hace que confundamos ficción con realidad de manera ingeniosa y entretenida, en éste filme experimental. Azoury va mostrando fotos con actores japoneses, fotogramas de películas niponas, buscando que la recreación resulte más material, más física, más real digamos en éste cuento que presenciamos. Por ratos las películas (no realizadas) cobran vida frente al espectador, se materializan en nuestras mentes, si bien Azoury plantea hablar además del vacío literalmente como parte de la estructura de estos filmes, aludiendo incluso a intelectuales franceses en su monólogo. También fusiona la identidad italiana de Antonioni con la mística asiática, provocando multiculturalidad y un enriquecimiento artístico argumentativo. Idolatra a Antonioni, pero también lo deja ver muy humano. Aunque el corto es ver a Azoury hablando en una pequeña sala sin mucho lujo, el corto se manifiesta con dinamismo y se oye interesante. Hay su creatividad también en la interpretación del material de Antonioni; Azoury se explica muy bien, es bastante fluido además. Es una película curiosa, audaz a un punto. Es ver el trabajo de un crítico en plena gloria -mostrándole pleitesía- con material que en realidad son esbozos, aunque provenientes de una mente particularmente habilidosa con hacer cine. Se palpa un entusiasmo incluso por lo trunco, lo abandonado (por algo que lo sedujo con mayor fuerza), por la ilusión de más arte de un director admirado, analizado al milímetro. Pero también se percibe un tipo de oda al interprete del cine, desde un Philippe Azoury muy natural, muy fresco, siempre amable y próximo. Así mismo se percibe cierta nostalgia hacia la cinefilia del ayer, cuando se menciona la dificultad del pasado para poder acceder a los filmes, que hasta ubicándonos un poco ahí éste falso documental hubiera sido más contundente con su mecanismo de engaño. Pero, sin duda, actualmente brillan más las ventajas/virtudes, como poder ver éste filme en una plataforma de streaming (Mubi). Y donde no puede faltar, capacidad de asombro, curiosidad, la eterna búsqueda, el perenne hype (sustentado) y el infaltable eclecticismo.