viernes, 5 de enero de 2024
El negro que tenía el alma blanca
El negro que tenía el alma blanca (1951), del argentino Hugo del Carril, se basa en la novela de 1922 de título homónimo perteneciente al español Alberto Insúa y es claramente otro contexto total, uno donde había marcado, abierto, racismo contra la gente de color y estaba instituido, era común, era lo habitual, pero se trata de hacer ver éste racismo institucionalizado para remediarlo o vencerlo, para promover la normal igualdad actual como regla, valores e ideal humano. Nuestro protagonista se llama Peter Wald y es negro, lo interpreta el propio Hugo del Carril maquillado como hombre de color y aunque esto es considerado blackface que es visto actualmente como una práctica racista en sí, es propio de ser una película de los 50s, de otra época y así debería verse en lugar de negarla por completo. Hugo del Carril visualmente se ve creíble. Éste es un melodrama y se va a observar mucho racismo y prejuicio hacia Peter, aun cuando es una estrella del show en vivo en teatros y posee mucho dinero y prestigio y se mueve por los lugares de la élites que lo reciben admirados por su notorio talento para cantar y bailar. Peter es aceptado por la élite, en su círculo social, es visto por los empresarios como una mina de oro, le hacen publicidad por todas partes. Peter baila con mujeres hermosas, mujeres que son caucásicas. Sin embargo incluso la gente que lo quiere es algo racista o tiene prejuicios o cae en ello. Peter vive lamentando estos prejuicios de la sociedad, lo ponen melancólico y a razón de ello es un hombre solitario, sin familia. Uno diría porqué no se casa con una mujer de color, pero Peter quiere pertenecer a la sociedad de su época, a la élite, y lo hace, vive bien, tiene hasta sirvientes blancos que lo respetan, pero quiere una familia caucásica digamos dentro de ésta élite, o quiere a quien él desee dentro de la libertad natural, no la de ningún prejuicio. Participamos de cómo se hace famoso, de cómo Peter halla el éxito; viene desde abajo, desde ser él mismo un sirviente. Aunque éste es un melodrama es un filme clásico, una producción española-argentina, y no hay vulgaridad ni golpes bajos de ese tipo, pero hay un racismo abierto, a ratos básico. El racismo que es fuerte proviene de la mujer que Peter ama, quien también parece que lo ama, pero su racismo hace que sienta incomodidad física de intimar amorosamente (no puede ni besarlo). ¿Esto se puede traducir en cariño o amor?, hoy en día suena literalmente a historia de amor imposible, pero es un filme de los 50s y salido de una novela de 1922. Hoy en día ésta mujer sería lapidada, no habría empatía hacia ella. También la actriz española Maria Rosa Salgado aunque ciertamente es muy hermosa y a un punto competente dentro de lo clásico, le falta más punche para proponer más personalidad o una iluminación más allá del atractivo físico, culpa quizá de la novela o el guion. Hay una pesadilla suya que hace uso del blackface compartido y habla de rechazo a la negritud, ella no quiere formar una familia con él, ella a todas luces no representa una buena pareja, pero incluso una vulgar prostituta francesa se llega a comportar así y pues es otra época. En ese lugar el melodrama y la melancolía de Peter brillan en la actuación de Hugo del Carril quien a cierto modo es atrevido en aceptar el papel, pero ya es la tercera película que se hace de una novela que en su tiempo fue muy popular. Hoy en día se puede ver más como estudio histórico y del mismo cine que lo retrata todo, y en sí ésta propuesta aunque no es perfecta -sobre todo viéndola con los ojos del presente- está bien hecha en buena medida, como las tantas coreografías de baile que llevan mucho esplendor y esa interacción con el show business que es bastante interesante aunque sencilla como buen cine clásico. Peter prefiere tener una familia que ser una estrella, aunque ser una estrella le ha dado no solo una vida privilegiada per se sino una vida privilegiada para alguien dentro del racismo. No obstante Peter trabaja mucho, porque sabe/entiende de ese privilegio, y además a Peter le gusta lo bueno, que es normal, como a todos, pero trabaja tanto hasta enfermarse, obsesionado, excesivamente perfeccionista. En un momento Peter dice algo así como sentirse semejante a un ave cantando bellamente en una jaula de oro como señalamiento del espectáculo de los teatros, de ser artista, como alguien que en ese momento conquista el mundo, pero luego, cuando baja e ingresa a la sociedad o a la realidad, hasta un inocente niño se sorprende negativamente de verle en primera clase de un tren. Peter es un tipo sin resentimiento u odio, solo pura melancolía, es noble hasta pegar de santo, propio del melodrama más que de no darle o pedirle dimensión o matices, pero es obvio que es un filme de otra época. El padre de la mujer que ama (Félix Fernández) es un tipo que no tiene un pelo de tonto y se muestra, aunque sutilmente, de materialista y aprovechado, es un poco inescrupuloso en empujar a la hija al mundo del teatro, aunque puede sonar muy realista o muy real, pero en ello maneja nobleza también y en cierta manera es justo. El mejor amigo, Nonell (Antonio Casal), destila mucha simpatía, es un poco un clown (agradable), es un poco chaplinesco sin llegar, claro, a su nivel de excelencia, pero es un buen personaje como el chico pobre astuto y de buen corazón que con Peter vislumbra una oportunidad honesta de triunfar en la vida y así es Peter, él lleva a todos hacia el triunfo, y eso lo ve claramente el padre de la mujer que amará que contradictoriamente le hará sufrir mucho y ahí no es que falte realismo en esa interacción emocional más allá del racismo, sino que esto es melodrama en grande, del que no se ruboriza de serlo. Es una película curiosa de ver, parte de un proclamado eclectismo y no tan conocida actualmente.