lunes, 13 de noviembre de 2023
The Working Class Goes To Heaven
En otra brillante colaboración, el director y guionista Elio Petri y el coguionista Ugo Pirro trabajan nuevamente juntos en ésta, la segunda película de la trilogía del Poder o la trilogía de la Neurosis como la llaman otros, ambos títulos muy acertados. Ésta película -ganadora de la palma de oro de 1972- es mas loca, o de aspecto caótico, en comparación a su predecesora (si bien en la anterior había un humor y un relato mucho más audaz o mas vistoso), pero es la sensación que dan las constantes -que es el contexto en que nos movemos- manifestaciones o huelgas y proclamas, disputas, defensas y exigencias de regulaciones de los derechos de los trabajadores, en manos de los sindicalistas, socialistas o izquierdistas, dividiendo por un lado la mirada hacia los obreros y otra hacia los estudiantes, haciendo ver que de cierta forma son un poco diferentes, como que el estudiante o intelectual es más confrontativo, e idealista si se quiere, mientras el obrero es más simple porque necesita trabajar para subsistir -y mantener a su familia- y a fin de cuentas solo quiere ciertas mejoras en su empleo, menos explotación -frente a un rendimiento que genera muchos dividendos- y más dinero o facilidades. El filme realmente tiene una buena argumentación, coherente, seria, pero como es también una sátira (aunque en menor medida), sobre la idiosincrasia ideológica de la época que atañe al pueblo y la realidad nacional no solo de Italia sino del mundo se permite exagerar en la visualidad o recreación del ambiente de huelga -o así se siente- que hasta medio parece película distópica con la gente amontonada como ganado, peleando fuera de las fábricas o detrás de rejas (hasta le llegan a quemar el auto a un supervisor). En ese ambiente de caos y lucha entre la muchedumbre izquierdista y los empresarios (a quienes no vemos directamente) tenemos a Lulu Massa (Gian Maria Volonte) quien es un trabajador muy aplicado -hasta lo obsesivo-, incluso lambiscón y fiscalizador de sus compañeros -lo suelen poner de ejemplo- que un día pierde un dedo trabajando y esto le cambia la visión y decide finalmente unirse a la huelga, dejar de trabajar, pero pronto verá que su situación irá de mal en peor, y llegará hasta pensar en la locura (lo conduce a visitar amigos en el manicomio; que hacen ver una pared imaginaria en representación de no poder ser libres, y lo que a cada uno compete), al no poder volver a adaptarse, entrar en un tipo de crisis (donde otros también enloquecen de obreros en medio del trabajo y puede parecer que se sentían como en especies de cárceles). Es de ésta manera que extrañará poder comprar cosas, aunque lo hace medio maquinalmente, como todos que incluye muchas cosas superficiales. Al entrar en la huelga se suma pelear con su familia donde su mujer pronto puede convertirse en una microempresaria, producto de su perseverancia. La mujer de Lulu, Lidia (Mariangela Melato), lo hace pensar en que la rueda algunas veces no es tan injusta como parece o puede mejorar o necesita complementarse. Da a entender que una persona común puede transformarse en jefe. Esto habla de la apertura mental del dúo Petri-Pirro, que señalan cosas positivas e igualmente manifiestan crítica, o permiten ver todo el panorama. Muestran que la huelga también genera beneficios y reivindicaciones justas. Así mismo se deja ver que producción debería equivaler a compensación, y aquí existe, pero debe siempre regularse. Además conocemos estudiantes que se ven conflictivos e intratables, que no saben en realidad porqué pelean pero quieren pelear; llegan a perder algunos la brújula de con quien combaten. Pero Lulu Massa es un obrero que se halla en su trabajo, aun cuando sucede que a unos los enloquece y a otros les parece la cárcel. Otro punto es que Lulu Massa tiene de perdedor. La propuesta abre con sutil comedia (o que da a entender que estamos frente a una película italiana, alrededor de la fogosidad latina y la cotidianidad), su mujer tiene sueños húmedos y Lulu está como si nada, como que no le interesa. Lulu señala en conjunto, en quien es él, la dificultad de ser heroico. En el fondo Lulu representa al obrero humilde, al hombre común y corriente, a la mayoría, a los muchos, a la humanidad, y finalmente solo conoce la forma de su vida, que es aceptar su imperfección.