sábado, 11 de noviembre de 2023
La chienne
La traducción del francés, del título La Chienne, significa La Perra, La Prostituta, y es un título fuerte. Por ello la vendieron o la conocen en inglés con el título Isn't Life
a Bitch? que suena menos duro. También el filme del francés Jean Renoir juega claro con el título, otorga lo que ofrece, cero romanticismo; o cero poética maldita y reivindicativa de la mala vida, como se suele escoger exponer el tema. La prostituta del título se llama Lucienne, conocida como Lulu, interpretada por Janie Marese, quien murió joven, a los 23 años, poco después de terminar éste filme, en un accidente de auto, cuando apenas empezaba como actriz. Lulu inicialmente parece una víctima y se muestra débil, frágil y hasta bastante amable/suavecita, pero a medida que avanza el filme la vemos abusiva y astuta, pero no con su chulo, pero sí con todos alrededor. El chulo, André, alias Dedé, lo interpreta Georges Flamant, con tremenda actuación. Tiene una sonrisa que denota perversidad, maldad, y suele maltratar hasta físicamente y repetidas veces a Lulu, quien muere por él, está totalmente enamorada, hasta quiere ser su esposa. Pero ella cree en lo que el abusivo y vividor Dedé propone, vivir de la promiscuidad. Cuando Lulu trata con el mundo del arte los hombres la manosean y flirtean abiertamente con ella, quien siempre está dispuesta, festiva, fácil, punto a favor del realismo de Renoir que no vende ninguna inocente ilusión, sino tal cual se rige a un noir hecho y derecho, con su corrupción y sus lados oscuros, aunque por entonces como en la apertura de ésta propuesta no estaba tan claro que era esto y puede verse como se indica aquí como un drama social o hasta una comedia o, mejor dicho, como varias cosas, a lo que el lado criminal lo considera Renoir parte del drama social, cuando la idea sería más al revés, lo criminal como eje, pero igualmente funciona perfecto en lo que hace Renoir quien construye un gran noir, que hasta el notoriamente virtuoso Fritz Lang haría un célebre remake de éste filme, y el arte de Renoir sería mínimo punto de inspiración, aunque ambos adaptan la novela de título homónimo del francés Georges de La Fouchardiere. Lang o, mejor dicho, el ingenioso guionista americano Dudley Nichols le puso al famoso remake el título de Scarlet
Street (1945), también un título bastante sugerente -típico americano: los títulos sugerentes, las expresiones claras y potentes-, como decir, La Zona Roja. Pero nadie le quitará lo bailado a Renoir en todo sentido, con sostener plenamente un filme que es una obra maestra, con una manera expositiva bastante sencilla, pero muy seductora. Para ser 1931 el filme muestra muy bien la realidad de las cosas, puesto que en el fondo muchos asuntos y aspectos siempre son iguales, siempre ha habido corrupción, perversidad, criminalidad, prostitución. Sólo cambian las formas de exponerlo, nuestro quehacer políticamente correcto o nos ponemos más suavecitos. Pero es lo mismo con Lulu cuando finalmente se muestra en su verdadera personalidad frente a como lo presenta Renoir al protagonista, a Maurice Legrand (Michel Simon), un tipo sensible e inteligente que es visto por su entorno como un idiota, un soñador además, alguien que quiere ser artista, cuando es un simple cajero, aunque debajo de la ironía de sus compañeros alguien respetable por la sociedad, pero que al meterse con Lulu termina como bien dice su jefe, en la desgracia, puesto que así como Dedé es una mala persona, Lulu también lo es, pero con todos los demás. Ciertamente quizá sea un retrato muy duro con Lulu, ya que al fin y al cabo, es también una persona abusada, pero como llega a visualizarse cuando Maurice quiere comprenderla y perdonar lo imperdonable, ella es inmoral, pero también es un ser humano. Como juzga la sociedad a Legrand y a Dedé también es interesante de ver, aunque las reglas oficiales no son así, pero éste es también un retrato sobre quien eres, que clase de persona eres, que está más allá de las convenciones de la legalidad. Queda claro cuando a Dedé se le señala de un tipo que confunde hacer gracias, cosas sin mayor calado, con acciones que generan fuerte desagrado en la gente inteligente. Legrand es como anuncia, Renoir, guionista además del filme, un pobre tipo. Él mismo se describe como un hombre que ha vivido una vida miserable y la muerte más la piensa como paz que algo más trascendental pero le alcanza para ironizar sobre la condición de un asesino, una audacia de la que es ésta también una comedia, con su cuota de humor negro, tal cual ir así sin más por unas cervezas. La perversidad no obtiene perdón, es juzgada en el mismo nivel de su condición, algo no tan habitual de ver hoy en día o no de proclamarlo, pero es un filme con gran realismo y que es muy ágil y entretenido de ver, lleno de sencillez y al mismo tiempo abundante seducción con cada momento. Ni que hablar de que ésta propuesta también tiene una lectura sobre el matrimonio con una mujer difícil. Ahí entra a tallar mucha ironía, como con la intromisión de Godard, vaya apellido para coincidir. La serenata callejera como contexto de sorpresa da excelente costumbrismo y fondo situacional. En un momento da la impresión que el contexto fuera de gente exitosa o gente con dinero, pero en realidad estamos tratando con gente humilde, pero es retratar a la clase media, con dimensión, pero con coherencia.