lunes, 11 de septiembre de 2023
El espejo de la bruja
El espejo de la bruja (1962) es la otra gran película de Chano Urueta, y una importante del cine mexicano de género. La bruja (1954) es una película imperfecta y propia de cine B, pero harto notable, quizá más apasionante que El espejo de la bruja, aun cuando ésta última es más redonda, más limpia, precisa de paso, pero algo menos original, si bien sintetiza bastante muchas ideas, ideas que recuerdan películas como Rebecca (1940), Los ojos sin rostro (1960) y Las manos de Orlac (1924), en ese mismo orden justamente, a lo que Urueta le pone personalidad mexicana y le sale muy bien. Lo de la mano viva asesina (o producto de la psiquis) es una gran idea de terror, incluso Luis Buñuel tuvo una al respecto al comienzo de su carrera, en los 40s. El escritor británico William Fryer Harvey en 1928 escribiría un cuento titulado La bestia de cinco dedos sobre el mismo tema. Urueta como quien saca un gran truco de debajo de la manga, uno más, hace lo suyo con su mano, viva por si sola, homicida. Pero yendo más atrás, un tipo ama a una mujer con locura, Eduardo (Armando Calvo), un destacado y adinerado doctor, pero se haya casado con otra. No obstante esto no le detendrá por conseguir, formalizar, el amor con Deborah (Rosita Arenas). Una mujer morirá y en el mismo hogar su madrina se descubrirá como una bruja (Isabela Corona) y con su espejo mágico traerá de la muerte a la difunta Elena (Dina de Marco). En adelante habrá un planteamiento de venganza con fantasmas mientras se dan robos de cadáveres al tiempo que hay un poco de noir. Eduardo es una persona terrible, pero ama en verdad a Deborah, el filme de Urueta conjuga la falta de escrúpulos (con la peor criminalidad) junto con el amor absoluto, la entrega ciega al amor. En un momento éste filme responde una pregunta que quedó sobrevolando en La bruja, un lugar mental que mortificaba a la protagonista y no creía viable, ¿se puede amar a una persona con una apariencia literal de un monstruo?, y la respuesta es que, cuando indagas profundamente en alguien -en su alma- y ésta te impresiona en conjunto, efectivamente el físico queda en segundo plano, dicho sin romanticismo. Deborah es una mujer hermosa, pero Eduardo ama por completo todo en ella, ve mucho más allá y es así que su amor se sostiene a toda costa. El "problema" es Elena, que aunque no es una mala mujer, Eduardo no sabe como deshacerse de ella. En realidad sabremos muy poco de como era, salvo por cierta melancolía inicial y extrema docilidad (hasta aceptar lo inaceptable de la persona que realmente ama). En un momento Elena le pregunta a Eduardo la razón de que le odia él tanto (la respuesta se llega a entender). También Deborah no parece una mala mujer, aunque se asume de amante primero, pero ambas se prestan para actos malos, una los genera medio pasivamente o sin prestar atención al mal que ocasiona, la otra termina como la representación de la furia. Eduardo es bastante educado y eso oculta un poco su perversidad, pero es finalmente un mad doctor. A grandes rasgos el conflicto es producto de la correspondencia afectiva hacia un hombre. El guion (y las ideas de la historia) lo escriben Alfredo Ruanova, quien sería muy prolífico y escribiría de todo, y el legendario director mexicano Carlos Enrique Taboada que estaba a menos de 5 años de lanzarse a la dirección de cine.