miércoles, 9 de agosto de 2023
Les sièges de l'Alcazar
Éste mediometraje de 52 minutos del francés Luc Moullet es sobre un critico de cine llamado Guy (Olivier Maltini) que va a un pequeño cine llamado Alcázar y lo vemos simplemente ser un critico, hacer su trabajo, ir al cine, escribir de cine, pero Moullet no solo es director de cine sino también critico de cine como muchos de sus legendarios compañeros de Cahiers du cinema -mucho más conocidos que él- y pues le pone varios detalles y momentos que solo alguien que sabe bien de la profesión puede tener bien en la mente, lo hace haciendo comedia ligera, comedia con inteligencia. Guy es critico de Cahiers y ama en particular el cine del italiano Vittorio Cottafavi, un director no demasiado celebrado, pero muy prolífico, hizo serios dramas de realismo italiano como también péplums. Guy sabe que Cottafavi no es muy popular y éste es su pequeño caballito de batalla, de identidad, incluso ha escrito un libro de él nos dice. Pasan mil cosas en la sala de exhibición, Moullet muestra mil piruetas de la existencia de un crítico de cine. Éstas pueden verse algo superficiales o hasta un poco tontas, pero son típicas, aun cuando hace comedia. Moullet también trabaja con lugares comunes de como suele pensar la critica, lo hace con cierta picardía y hasta discreta audacia. Así mismo muestra la labor con mucho conocimiento -incluso técnico- que llevan los dueños de las salas de barrio dedicados al cine de autor, pero donde hay cabida para hacer sudar a los clientes ya que es vital para hacer dinero a la vera de la venta de helados. Guy sabe bien de su oficio y aunque luce algo infantil la vive como diríamos, prácticamente pasa todo el tiempo en el Alcázar aunque con cierto desorden producto de muchas ocurrencias y vicisitudes que atraviesa. Moullet muestra muchas novedades desde la cotidianidad del cinéfilo hardcore y también del espectador sencillo, como niños que van solos, a jugar y fastidiar a la sala. El filme toca la vida sentimental del crítico. De lo que puede pasar por políticamente incorrecto -aunque se trata de una comedia y en éstas siempre hay irreverencia- unos son mostrados poco agraciados y solitarios, con humor ligero, sin poética redentora, otros como Guy tienen suerte con las compañeras de oficio. Dentro del cliché o entretenimiento del malvado y el héroe, sin alejarse tampoco de ser ambos de a pie. En esto aparece una fémina crítica de cine de otra reputada revista francesa, de Positif, y surgen ciertas rencillas habituales, en la lucha por ser percibidos como los críticos más interesantes. Jeanne gusta del célebre Antonioni. Jeanne llama cursi y demasiado ligero a Cottafavi, mientras Guy desde su bastión llama presuntuoso y efectista a Antonioni. Jeanne llama (graciosamente) fascista a Guy; le dice débil además. Se puede oír un comentario de Guy diciendo que John Wayne mataba indios en cantidad, pero era como matar simbólicamente comunistas. Esto por una parte suena un poco curioso porque es un filme de 1989 -el final del comunismo y de la guerra fría- pero lo de fascistas y comunistas (o caviares, aunque ésta última definición no se dice aquí) es una batalla verbal muy común -normalizada- hoy en día en el ámbito público y en redes sociales, en todas partes, y que incluye al cine, que un grupo de gente ve siempre político. Moullet maneja un ritmo muy rápido, pasan mil cosas y hay movimientos medio eléctricos. Hay que prestar atención, aunque como comedia lo hace bien, pero con arte. Es el escenario del crítico clásico y la celebración -con todo incluido- de la sala de cine.