domingo, 30 de octubre de 2022

Don't Worry Darling


Ésta es la segunda película que dirige la actriz Olivia Wilde, donde hay mucho de The Stepford Wives (1975) en una especie de ciudad maravillosa, idílica, donde todo es bello, y una mujer en particular, Alice (la deliciosa Florence Pugh), parece vivir un sueño hecho realidad de existencia, en un suburbio perfecto de clase media alta, con un marido igual de perfecto (Harry Styles) que le da el sexo perfecto y la ama de verdad y es exitoso, mientras ella hace de ama de casa sin hijos y todo alrededor es paradisiaco. Todos en éste lugar están conscientes que viven en una colonia experimental, especial, en condiciones que no se preguntan, como con el trabajo de los maridos que es secreto para ellas. Pronto una mujer empieza a desvariar y poner en duda el lugar y Alice sigue sus pasos, empieza como a alucinar y a preguntarse y ver cosas. Se desata cierto estado de paranoia. El  relato si bien juega un poco a The Matrix (1999) el filme tiene poca ciencia ficción, más por el final, pero en realidad ésta obra habla de la ruptura de una relación. También el filme trabaja mucho con las frustraciones y las expectativas en la vida y lo hace a través de la fantasía y el sci-fi. Ésta propuesta trabaja un poquito con el terror, pero no llega a ahondar mucho en la locura, tema ubicuo en el cine de la actualidad, pero aquí desde que hablamos de una colonia experimental la perspectiva de lo sobrenatural desde un principio ya está abierta y en movimiento, aunque Alice siempre está desconfiando de todo, ¿de qué, al final?, quien sabe, pero el filme pretende criticar la llamada pseudo perfección del romance y la vida familiar desde la clase media alta, pues ésta gente tiene poder adquisitivo aunque también son promedio, son muchos, y van para arriba porque son igualmente una empresa y un especie de club. La trama en el filme se ve como un gran negocio donde se proclama que todos irán a salir beneficiados, pero se articula finalmente como una critica a cierto capitalismo y quizá hasta al propio Hollywood, como recordando que la misma Wilde dijo que muchas malas películas (la mayoría de su carrera; hechas en Hollywood) le habían enseñado a ser directora de cine y hacer o intentar lo contrario. Lo idílico, nos dice el filme, te corta la libertad, la independencia, te mocha las alas del verdadero ser (y por qué no, tu verdadero potencial). Se entiende que se prefiere sufrir la vida, pero que ésta sea auténtica, que sea nuestra, y ahí yace otra crítica a ser otra persona dentro del matrimonio (una mirada contemporánea feminista), aun cuando en éste filme todo es perfecto, que se deja claro con el repertorio musical que acompaña toda la película, las tantas canciones que embellecen el asunto, propician ese contexto puesto en duda y bajo la lupa de la recriminación, porque es como decir que la vida se trata de imperfección y lucha pero así ésta nos describe tal cual, y no la ilusión (lo que propone la colonia), no vivir entre las nubes, en lo artificial. La desconfianza de Alice es un poco arbitraria y caprichosa en el relato práctico, la colonia -que todos saben que es experimental- da lo que la gente que está ahí quiere. Hay cierto misterio, con el trabajo de los maridos, donde tiene que ver la tecnología, pero en general puede leerse también como una lectura propia de la misma realidad, hacer lo que sea para llevar el sustento y que no se pregunte, pero el líder (Chris Pine) trata directamente, con relajo y con feeling, a los que considera su gente (no obstante puede ser un poco perverso, como permitir el reto y la audacia de que lo pongan en duda), pero, claro, Alice es una inconformista, alguien que reflexiona por si misma, e igual el personaje clave que hace Olivia Wilde tiene sus motivaciones para querer a la colonia (como ella, otros). A Alice no le gusta éste tipo de vida, la siente falsa en el fondo -y ésta es una clara simbolización reflexiva- y eso es lo que la hace ver cosas; ésta existencia no le provee de retos ni de verdadera realización, también porque aquí las mujeres son solo amas de casa y va por ese lugar así mismo la crítica. En ese sentido Wilde -la actriz del sugerente apellido- parece decirnos que el matrimonio no es esto, es un cuento creerlo perpetuado en el estilo romántico, apasionado, cálido y familiar que representa, un idóneo en su rol, Harry Styles. Alice sentirá que él le ha fallado, la ha traicionado, le ha engañado con éste tipo de vida, como si se tratara de un secuestro y la envestidura de una enajenación, como si habláramos de enamorarnos del secuestrador, del Síndrome de Estocolmo, y por ello el germen del subconsciente late, busca hacerse notar, como con las alucinaciones (el descontento); o los glitchs y el delato del hacker, leyéndolo como Matrix. Puede leerse una lectura del propio matrimonio de Olivia Wilde (se separó el 2020 del actor Jason Sudeikis y surgió a la par su romance con Harry Styles), de su experiencia, y así de mucha gente; se puede haber sentido identificada así con el guion y entusiasmada luego con llevar a cabo el proyecto. 

viernes, 28 de octubre de 2022

Frenesí (Frenzy)

 


Alfred Hitchcock tiene varias grandes películas; populares, exitosas y hasta bastantes alabadas por la crítica hoy en día. Frenzy (1972) es su penúltima película y una muy buena. Es sobre un asesino en serie que mata con corbatas, estrangula mujeres con éstas. El protagonista es Richard Blaney (Jon Finch), un barman que es echado de su trabajo y se va en busca de su ex mujer que tiene una agencia que te busca pareja para casarte. Blaney tiene una buena relación con su ex mujer, aunque él es una joyita, es muy enojón y arrebatado, y no fue un buen marido. En fin, todo apunta a culpar a Blaney de ser el asesino en serie de éste Londres que se mueve entre un gran mercado típico de pueblo, de alimentos, pero Hitchcock en su estilo muestra la verdad rápido al público y empieza a laborar desde ahí con su excepcional maestría en el suspenso y una investigación a puertas abiertas, visible para entusiasmar así a un público voyerista y espectador privilegiado. Muestra con pelos y señales al asesino en acción, su personalidad y sus motivos a raíz de su locura, en una escena gloriosa, donde una mujer mientras es asesinada recita una poesía sobre lamentaciones y malas circunstancias al tiempo que el asesino la viola, se excita con su sufrimiento y hace lo que siempre hace con las corbatas. El filme abre con un cuerpo femenino joven flotando desnudo sobre un río. Hitchcock puede ser crudo. Frenzy abre como con la intro musical de Jurassic Park, con apoteosis, como si fuéramos a ver una película grande popular, y es verdad en cierta manera, aunque el presupuesto sea mucho más pequeño y el filme sea británico y no americano, pero Hitchcock se ha ganado ese lugar en toda grandeza, de entretenedor mega popular, el más internacional y grande, por algo fue muy célebre y ganador en Hollywood haciendo sus películas. Es un filme que no tiene estrellas como actores pero todos lo hacen estupendamente, dentro de un gran nivel que otorga personalidad, siempre manejada desde la creatividad e ingenio del maestro del suspenso. Hay una secuencia de esas impresionantes que hacen un portento del séptimo arte con el deseo de recuperación de un pin por parte del asesino en un camión que transporta tubérculos y algo que ha dejado el maldito. La secuencia es una clase maestra de suspenso, es ponerse a intentar algo riesgoso e ingenioso con mayúsculas. Hitchcock usa aquello de que objetos olvidados o dejados por descuido incriminan y hacen capturar a los malvados una clase personal de como hacer un thriller, de propias reglas y originalidad, se muestra impredecible. Por algo fue quien fue en el género y la historia del cine. También el gran Hitchcock se permite ironizar con el matrimonio desde la interacción entre la comida gourmet y la comida humilde o típica británica que define justamente qué estamos viendo, un filme magnífico popular, de entretenimiento sin complejos pero realmente bueno (con autoría); es decir lo muy extravagante o raro, lo disforzado u oscuro es lo gourmet y la comida realmente deliciosa es la que solemos ver como más próxima a la gente común, tremenda declaración de principios de alguien que puede hacerlo, decirlo, porque en efecto fue un genio en lo suyo. Hitchcock celebra al clásico británico con su buen investigador; educado, formal, sensible, pero también sencillo; además muestra mucha gente más pedestre en ese contexto de mercado que proclama lo popular con veracidad pero sin perder tampoco ese cuidado donde nunca asoma lo impresentable en su cine. Hitchcock con poco y tangencial es más divertido, sabio e interesante hablando del matrimonio que esas comedias que se dedican a ello. Como Hitchcock con su asesino juega sus cartas a vista del publico presenciamos la maldad y el peligro en toda plenitud en varias escenas de lujo, de esto se permite varios giros y se salta las resoluciones obvias a la hora de la verdad -tras plantear expectativas- para que en los últimos 15 minutos del filme -como es clásico en él también- dé una clase magistral de mostrar mucho en muy poco tiempo, dando tremenda profundidad escénica y narrativa en 15 minutos resolutivos, cuando ya ha dado un montón de suspenso, mucha sabrosa tensión cinéfila, mucho cine, mucha hondura psicológica desde un asesino y desequilibrado esencial, y desde su protagonista, Blaney, que es también ver la cotidianidad del hombre de a pie, del que no tiene ninguna excepcionalidad, y de un ser golpeado. Un poco ésta obra es cine social -en Inglaterra éste cine es toda una escuela- aunque esto no es lo suyo sino el mejor entretenimiento. 

miércoles, 26 de octubre de 2022

Terrifier 2

Éste filme de Damien Leone es cine independiente y se nota, rompe muchas reglas, no teme ser trasgresor y se distingue. No es fácil con un bajo presupuesto lograr la distinción tampoco, pero también el cine popular grande se distingue en algunas oportunidades, pero tiene como un estilo que no quiere perder y está bien, a un punto; el cine popular grande puede apostar por su propia originalidad, que esa sí deben buscar, como todos. Por un lado Terrifier está bien y por otro no, es un filme bastante violento, muy sádico, muy explícito, su gore es realmente salvaje, esquizofrénico, y en esto puede distinguirse de cierta manera; digo de cierta manera porque el cine de terror tiene mucha agua bajo el puente. No es cliché decir que Terrifier 2 es para estómagos realmente fuertes, pero también ha sido todo un éxito de recepción, un éxito inesperado y sorprendente de cierta manera, sobre todo sin tener una maquinaria formal potente de venta; y finalmente ganan todos, aunque como parte de un lugar ecléctico como el terror, un espacio muy inventivo y por algo tan cinéfilo y querido, agregando a los cineastas en esa fanaticada por el género. Hoy en día el cine de terror tiene una etapa de efervescencia nuevamente, hasta lo toman más en serio, como arte, gente que no solía hacerlo, el terror ha dejado en éste último tiempo de ser un patito feo, ya no es llamado o preferentemente visto como un lugar de muchas malas películas por segundo o un lugar de muchos rellenos, para haber más entusiastas que detractores -en todas partes asoman- y ese es un éxito que recoge y es una raya más al tigre con Terrifier 2 que hace lo suyo y se distingue, aun cuando su gore puede ser demasiado, incluso para los fans de mente abierta del terror, o aun cuando uno puede valorar más el arte del cine de terror más intelectual o más profundo, menos frontal, menos sádico, menos regodeador en lo brutal y literal, aun cuando Terrifier 2 también trata con lo esotérico y con la locura, propio del cine moderno o último, aunque lo hace sin darle mucha profundidad, sino en su propio estilo pedestre. Lo sobrenatural siempre acompaña al protagonista, al maniático y asesino en serie Art The Clown (un excelente David Howard Thornton), pero lo hace de manera que es menor y muy sencillo, llámele si quiere con vacío o si quiere elipsis o propiciando la libertad mental, es mero acompañamiento de lo macabro, pues Terrifier 2 es entretenimiento puro y duro, brutal, muy frontal ante todo, es una carnicería, pero esto sobrenatural también otorga distinción, y presenta escenas interesantes, muy perversas, aporta al terror abierto, pues es eso al final, más halla de tocar lo esotérico que suele ser más complejo. El filme también se distingue con el propio Art The Clown, que tiene un verdadero cruel humor negro y hace uso del cine mudo en su comportamiento, como la maravillosa escena cuando descubre a su pequeña imitadora o compañera, en el lavado de ropa de pago (también visto como un acto de demencia o alucinación que acompañara a la heroína por una parte y a su hermano menor, como estigma familiar, a raíz de las premoniciones esotéricas paternas). La niña clown es una mini Art versión femenina, una Harley Quinn infantil. Con ella y lo sobrenatural que representa se agrega dimensión y algo de matiz al cine puro y duro, al gore brutal, que predomina en la propuesta. Esto sobrenatural será también parte del concepto de quien es Art The Clown, un ser que parece admirar -como el director- a Pesadilla en Elm Street y al universo de Freddy Krueger, como con la pesadilla tras las velas, de la heroína, de Sienna (Lauren LaVera), aunque esto tiene la personalidad de Damien Leone, de cine B, de cine exagerado que tiene de ridículo (ya la canción es como querer tener algo que nos gusta pero no es demasiado logrado; algo absurdo igualmente). Art The Clown como el propio gore hacia él, los palos que recibe, y en sus asesinatos, es algo que denota sobrenaturalidad, aquí no hay realismo al 100%, hay una notoria exageración que unos llamaran divertido y, otros, repulsivo y demasiado, pero es indudable que Terrifier es interesante aun así, pero es un tipo de filme que no debería ser prolífico, pero debe existir como parte del eclecticismo del género. El cine de arte de terror es el que justamente le está dando mayor favoritismo y mejor receptividad actualmente, y esto es porque el terror intelectual trasciende el género, trasciende el solo divertirse, y se difumina un poco en el océano -en mayor alcance y definición- o las palabras mayores en cuanto a arte, juega en la misma cancha que los otros géneros consagrados y alabados, pero ciertamente el género amerita ésta diversidad, y ser también entretenimiento puro y duro, aun con un gore tan extremo, tan sádico, tan enfermo, como se autodenominarían amantes del terror, criticados por sentir pasión por el horror, como Stephen King, aunque éste escritor y ultra fan del género es mil veces más soft que Terrifier (que por algo éste último asemeja un circo del miedo). Stephen King nunca abandona del todo su inocencia y siempre pervive una buena onda en su arte. Stephen King ha hablado con entusiasmo de ésta película, llamándola old school. La perturbadora Terrifier 2 no quiere ser realista, aun con semejante explicites gore que tiene y que puede histerizar tanto como algunas amigas de Sienna repitiendo ochenta mil veces la palabra Molly (jerga americana para un tipo de droga), dentro de una indiscutible lograda representación juvenil americana o de una buena parte; así el background como asesino en serie y una memorable matanza vista en la anterior película de Terrifier es simple intro, no se ahonda en ello o al poco rato Art entra de lleno a lo suyo sin ya pedir permiso o antecedentes, aunque es una excelente intro con el hermano menor (Elliot Fullam) amante de los asesinos en serie y su investigar sobre Art The Clown para hacer un macabro disfraz de halloween. Así la festividad de Halloween tampoco se ahonda demasiado como espacio, es parte contextual sí, pero se diluye mucho hasta pasar a ser complemento menor del filme, que trasciende en lo sobrenatural en fechas y se eleva en su modo de destruir, incluso lo hace con el alma de la gente, aunque lo hace como juego de humor negro y perversa ocurrencia, escenificado vistosamente en ese colofón entre memorable y peliculero del manicomio. La laboriosa hechura del disfraz de Sienna sí es tremendo alegato de la fiesta de noche de brujas y al mismo tiempo genera atmósferas, un ambiente de personalidad y buenas escenas, y también mete en el saco -no de ese de basura tenebrosa de Art de donde saca sus herramientas de matanza- un poco al cine de fantasía, con ésta heroína o final girl con la que se parece pensar en la doble de He-Man, She-Ra. 

lunes, 24 de octubre de 2022

The Collector


The collector (1965), de William Wyler, puede verse como el despertar de un asesino en serie. Es un filme donde un hombre llamado Freddie (Terence Stamp) secuestra a una mujer de la que está obsesionado, Miranda (Samantha Eggar en el gran papel de su humilde carrera). Él dice estar enamorado y quiere hasta casarse con ella. Tiene un pequeño plan, compra una casa de campo, acompañada con un especie de Mausoleo sótano de esos de estilo gótico que hará de cárcel, y la secuestra. Miranda es una chica pudiente, hermosa -con espacio para la sensualidad- e intelectual, también sensible, y será muy coherente en no dejarse seducir de ésta manera tan ruda y poco ortodoxa, aun cuando el filme tiene momentos donde Freddie es un tipo dulce y curiosamente tímido y a ratos parece que tratáramos con una sutil aunque perversa comedia romántica. Terence Stamp es un tipo de particular presencia. Aunque tiene atractivo físico hace muy bien de un tipo freak, de un raro en toda la palabra. Tenía 27 años y recién empezaba su carrera en el cine. Freddie más que seguro tiene de loco, pero la propuesta de Wyler no va por ahí, le pone fundamentos y personalidad al secuestrador, con él hay ideas sociales, hay ideas de popularidad y marginalidad, hay ideas de distintos intelectos en movimiento. Miranda ciertamente es una mujer sofisticada, aunque también de obvias emociones comunes ante lo que sucede, en que surgen ratos de violencia, aunque pocos, pero el intelecto de ella nunca se desmarca de la realidad, entiende perfectamente lo que está sucediéndole, y al final Freddie se dará cuenta de ello. Miranda no es el tipo de mujer para él, pero en todo el filme participaremos de su anhelo ciego y obsesivo. Freddie es un tipo impredecible por raro. Miranda con toda su capacidad no puede con la situación, pero el panorama es demasiado horrible y Wyler lo deja ver con sutileza y matices, con ingenio, aun cuando su filme tiene de clásico, y es una obra de formas amables, con esa sabiduría de antaño que se siente muy diferente a la actualidad. Es sin duda un cine de otra época, y uno muy bueno hay que decir; sabe ser amable con algo espinoso y difícil, sabe ser coherente y poder llegar a muchos con algo por entonces aun no tan popular. Hoy en día el público masivo es otro, mucho más abierto con la brutalidad. El filme tiene un clímax glorioso, el momento en la lluvia genera tremenda secuencia, estética, visual, argumental y emocionante en una película que siempre genera curiosidad, que piensa bastante y que da con un final -como su título simbólico- perfecto. 

martes, 18 de octubre de 2022

Happy Death Day y A page of madness


Happy death day (2017)

Dirige Christopher Landon. Es una excelente película de terror con comedia en su punto (una comedia de terror en la esencia de la saga Scream), cine amable lleno de audacia y harto entretenimiento, en todo el espíritu del mejor Hollywood, del mejor cine americano popular, ubicándose en el Hollywood de los 80s para arriba. Es una obra destacada (ingeniosa) en el género, que no teme homenajear a Groundhog day (1993) con la que en el cierre llega a ironizar. Las repeticiones del día del cumpleaños son muy buenas, van entre 10 a 15 minutos hasta la muerte, y hay bastantes. Se repite la idea del mismo día y con quien se topa de camino y que dicen, que hacen, y que pasa en general, pero obviamente con nuevas tomas, nuevos ángulos, nuevas ocurrencias, nuevas peripecias, incluso nueva actitud, como hacer de la protagonista, Tree Gelbman (Jessica Rothe), una mejor persona. Ella misma hace ver que reflexionar -lo que producen las tantas muertes que le pasan- sobre uno mismo le muestra ser alguien más noble, menos egocéntrico, menos vanidoso y menos superficial, la hace pensar en los demás. Es detenerse un momento ante tanto embate -que tiene de estado de posible crisis, de desequilibrio ante lo fantástico- y de donde surge la luz detrás de la oscuridad, esos lugares que antes no nos habíamos detenido a admirar. Ella empieza como la típica chica bella que hace de su sexualidad y su atractivo físico un gancho para maltratar a todo el mundo alrededor; ser popular lo tenemos por un lugar de estar por encima del resto y ejercer poder y maltrato, comportarse mal con todo el mundo, dentro de su universidad donde curiosamente estudia medicina. En medio de las tantas repeticiones se enamora del menos pensado, y aunque con la muerte todo se repite, vuelve todo a comenzar y se pierde la memoria de los demás, hay vínculos que surgen, que el espectador recoge y en especial la protagonista. Tree se volverá una persona más humana, más común, más generosa y más querendona. También se ampliará su suspicacia e inteligencia, porque empieza en buena parte como una chica tonta, propia de la facultad donde un grupo de mujeres estudiantes -paradójicamente líderes- se asocian con la superficialidad y ejercen una superioridad con el mismo maltrato que se define a la primera Tree. Es una película típica (muy buena) de facultad, donde los losers enfrentan la popularidad, a los populares, donde hay quienes tienen que aprender a ser gente. Tenemos una investigación clásica entre manos, ¿quien es el asesino de Tree?, y aparece hasta un vulgar asesino en serie, Tombs (Rob Mello). La secuencia del escape y el arresto del policía y como surge y ejerce su maldad el de la máscara del bebé representativo de la facultad, el misterioso asesino del filme, es un prodigio del género. Muchos odian a Tree, hay muchos sospechosos, aun cuando yace entre jóvenes universitarios, misma inocencia contextual de Scream. Las muertes ocurren y son brutales, pero todas terminan en elipsis y un cuidado maravilloso, donde hay ironía y creatividad, como cuando enseguida de despertar se desmaya Tree y se recurre a una radiografía esclarecedora. El filme es bastante amable que a veces puede ser algo ñoño, pero es un filme muy disfrutable, proveedor de una cinefilia muy diáfana. 



A page of madness (1926)

Es una película muda japonesa -cuando no hay muchas de su tipo o época- de corte expresionista y avant garde basada en un cuento del futuro premio Nobel Yasunari Kawabata, dirigida por Teinosuke Kinugasa. Es una propuesta que hace énfasis en la locura, que muestra mucho ese estado mental, desde lo visual y hasta estético, como si fuéramos parte de un teatro de histrionismo (el filme también tiene vínculos con el teatro tradicional nipón), de enajenación ubicuo, continuo, puesto que estamos dentro (casi) todo el tiempo de un sanatorio mental, salvo por los flashbacks del empleado protagonista. Es un filme que no tiene intersticios, subtítulos, palabras escritas, de ningún tipo, por lo que seguir la historia puede ser algo complicado. Éste filme estuvo perdido y décadas después se halló y se reparó por el propio autor. La aclimatación constante y poderosa es lo que puede atribuírsele de terror a la obra, un terror que se erige sobre la demencia, que puede haber alcanzado quizá al empleado protagonista -sobre todo por el final- que llega a ver un festival de máscaras nipón, un acto tradicional y folclórico dentro de lo extraño o no el lugar típico que implica diferentes dimensiones de la mente. La historia que se puede comprender es que un empleado ya anciano halla a una mujer mayor en un sanatorio, y el lugar de trabajo del hombre, que parece reconocer del pasado o identificarla con su propia familia, una familia destruida, señalada desde algún flashback con un muchacho en particular. Éste hombre trata de sacar a la mujer del sanatorio en repetidas ocasiones, es como una misión, una fijación, cuando ella no está capacitada para ello, pero hay fuerzas que no la dejan irse, la locura los persigue, hay hasta hombres locos que ejercen la fuerza sobre el empleado, éste especie de héroe extraño. Puede que todo el filme sea una lucha mental, contra las propias culpas y las perdidas dolorosas. El empleado parece arrastrar una cadena o esclavitud que apunta a la mujer loca (esa que ríe con notoria enajenación), la que es asociada con la bailarina del lado, como si ésta fuera un trasunto de su pasado, de su belleza, puesta desde el teatro y la ubicua demencia, vestida de harapos. 

domingo, 16 de octubre de 2022

Vivarium


Vivarium (2019), del irlandés Lorcan Finnegan es una película extraña pero se entiende más o menos bien las ideas que está manejando o intenta manejar. El filme abre con una escena donde un cuco mata una cría de ave e introduce la suya, la escena se toca con frialdad; se dice, el mundo puede ser un lugar cruel, hay momentos de crueldad. En ésta escena conversa la protagonista -una maestra- con una niña que se siente apenada por hallar el ave muerta. La protagonista muestra su sofisticación, habla bien, pero lo toma todo muy normal. Luego aparece su pareja y lo asume a la broma, ésta crueldad a él no le molesta, no le hace mella alguna. Ésta pareja la interpretan la británica Imogen Poots y el americano Jesse Eisenberg. Esto será lo que veremos con personas humanas y en el mismo tono, de frialdad y crueldad, en éste sci-fi con algunos momentos de terror, aunque el filme se puede leer como de tortura psicológica. El filme abre con un tipo notoriamente extraño, abiertamente freaky, con un vendedor de inmuebles, interpretado por el británico Jonathan Aris -un actor muy poco conocido, pero que hace una muy buena performance, representativa de éste universo- que trata de venderles un lugar a la joven pareja protagonista, a Gemma y Tom. Al poco rato llegan a un lugar que es misterioso y raro, un laberinto y una cárcel, luego aparece la idea del cuco y la repetición de un patrón que conoceremos al final. Después surgen las ideas reconocibles, una critica a la clase media americana, a la vida común, a la existencia promedio, es decir, a la vida de las mayorías, esa que se basa en el trabajo y el hogar, una critica a la normalidad, sencillez o, si quieren, ordinariez desde lo anormal o extravagante, partiendo de los representantes más populares o, llámeles, universales. Cavar un hueco día tras día sin hallar triunfo habla del trabajo esclavizante y que no lleva a ninguna trascendencia, moriremos cavando nos dice el filme pesimista y cruel, muy franco y simplista y torpe, pero, seguramente, con cierta infaltable verdad. Estos padres que no son específicamente padres o están obligados a serlo con algo que les permite ser crueles, pues de quien cuidan no es humano, habla de la frustración de ser justamente padre y lidiar con los hijos, que en la modernidad no es que se mienta, pero se aplica renegar de todo ello con alevosía y bastante soltura, nombrémoslo, mucha libertad. Es bueno sentirse identificado, saber que no por sentir algo de frustración o fastidio somos malas personas o malos padres, pero aquí la crueldad no solo viene del ente extraño sino está en los supuestos humanos, en la típica pareja promedio, la que se podría decir que se supone parecerse a todos. Surge maltrato obsceno, que trata de justificarse, ¿no es acaso un sci-fi? Quizá leerse lo que vemos sin su contraparte realista le haga bien al filme, pero esto habla también de una torpeza generalizada para darse profundidad con estupidez. El filme tiene un buen arranque, es bueno en su función de Dimensión desconocida, su repetición y formalismo expresivo cuando yacen atrapados, esa estética que se maneja, pero también hace alarde de inmadurez dentro y fuera de la propuesta. Cuando las cosas están claras luego se introduce algunos elementos de terror notorios que se leen superficiales; ahí da la impresión, como en el final de Hereditary (2018), que entra cualquier cosa. Leído el filme como más oscuro puede ganar desde al abordaje del terror, es una película curiosa finalmente, pero adolece de una mejor narrativa, faltan más recursos. 

martes, 11 de octubre de 2022

The face of another


The face of another (1966), de Hiroshi Teshigahara, guion del escritor Kobo Abe, es una película filosófica que versa sobre un hombre desfigurado que mediante un psiquiatra y cirujano se pone una máscara de rostro humano y se convierte en otra persona. Ésta máscara también plantea la posesión de la personalidad como si fuera un maleficio, pero se esboza solamente, en sí el filme filosofa bastante pero ejecuta poco. Se centra más en el adulterio. El hombre de la máscara -quiere tentar al demonio- quiere acostarse con su esposa pero ella no sabe que es él. El filme trasgrede o pica a la sociedad tradicional nipona -aunque inteligentemente-, las leyes de la sociedad y la cultura; lo hace primero levemente, y luego propone un incesto como complemento, dejando en claro su deseo de quizá polemizar un poco con su sociedad, pues para los 60s el mundo es muy abierto, pero es ahí que el incesto deja en claro éste anhelo de trasgresión y animo de cierta polémica. La propuesta es muy delicada y cuidada, se toma mucho su tiempo en planificar y realizar las cosas, es una película lenta, pero también es muy clara, se deja entender perfectamente, aun cuando trata con la ciencia ficción a un punto, y se implica mucho con la filosofía. Se reflexiona sobre la identidad y las responsabilidades y obligaciones, sobre la libertad a esa vera, se habla de la moral y el crimen, se va incrementando éste especie de diálogo, meditación. Con una máscara somos libres de hacer cualquier cosa nos dice el filme, es una idea también que se puede pensar desde lo virtual (aunque por entonces no había tantos avances tecnológicos). Da que pensar que la gente identificada son como autómatas, la nada, metido desde la pequeña cuota de terror visual de la propuesta cuando vemos al psiquiatra y al paciente caminando por la calle entre la gente. En The face of another estamos frente a la historia de un amor en crisis, a puertas de la disolución, teniendo como elemento especial la desfiguración, pero retrata el final del amor. El hombre de la máscara es alguien que no puede soportar éste final, ama mucho a su esposa, pero como se siente fastidiado la maltrata. La decepción de la vida lo tiene como una mala persona al protagonista. A ratos coquetea con la perversidad, pero es su frustración lo que en realidad lo manipula (esa es otra máscara, la personalidad más las emociones pueden tener muchas). Así mismo se estudia la infidelidad, hay un par de giros de ello. Se manifiesta que la libertad es estar solo, es decir, te atas a la sociedad -te beneficias y sacrificas cosas- porque tienes obligaciones y códigos que respetar. El matrimonio es esto también, es orden, y se trabaja desde lo esencial, aun amar y producir empatía. Cuando dejas absolutamente todo atrás te puedes criminalizar, pero también es una puerta de posibilidades, aunque el filme es pesimista. 

lunes, 10 de octubre de 2022

Street of Crocodiles

Street of crocodiles (1986) es stop motion de 21 minutos de duración, dirigido por lo hermanos Timothy y Stephen Quay. El que vemos es un mundo surrealista, que abre con una sala de teatro y un hombre como cualquiera que corta las ataduras de un títere en una caja. Así éste títere se sumerge en un mundo de muñecos de bebé, que tienen un tono siniestro. Éste títere en el espíritu de un Vincent Price o un Peter Cushing va investigando dicho universo de muñecos. El títere recoge tornillos, dentro de un espacio del tipo de un anticuario. Éstos muñecos trabajan con carne, con lo orgánico. El filme se basa libre e imaginativamente en un cuento del judío polaco Bruno Schulz y parece haber inspirado Hellraiser con el que hay algo de similitud. Es un lugar también de relojería. Viajamos por miniaturas perfectas. No es un corto difícil de entender, es un espacio de entes gobernantes de sus propias leyes (hay un trabajo macabro con el contexto de la costura). Hoy en día se puede percibir influencias en Mad God (2021), pero éste filme de los Quay es bastante comprensible; un recolector pasea por un mundo extraño, pero reconocible. Una cuerda fina abre semejante a la caja de los Cenobitas una ciudad peculiar domesticada por estos muñecos de plástico o de porcelana, estos entes misteriosos, desprovistos de alma. El recolector parece representar a la humanidad y los tornillos son como el puente y el oro. Es un filme curioso para dejarse llevar. Ésta propuesta posee un gran detallismo técnico, como ver carne, metal y hielo en la miniatura. Es descubrir una ciudad de la noche, de cierto terror. Éste títere nos permite ver un lugar gótico, su aspecto europeo yace entre la relojería, el viejo museo y las antigüedades, en parte es entrar en una casona abandonada, mientras bebemos de los colores fríos. 

sábado, 1 de octubre de 2022

Tiempo de revancha y Últimos días de la víctima


Tiempo de revancha (1981)

Pedro Bengoa (Federico Luppi) es un ex-sindicalista que desesperado acepta un trabajo con mucho riesgo en una cantera con el uso constante de explosivos. Pero su padre le dice que lo ha decepcionado, es decir se ha vuelto dócil con la lucha por los derechos laborales, con defender cierto socialismo digamos, esto le queda en la mente a Pedro pero no lo dice en ese momento. Luego Pedro trata de ser sumiso, pero cuando un amigo le ofrece engañar a su empresa, es decir, sacarle la vuelta al capitalismo, primero se enoja, se hace el loco, pero luego acepta el plan, un buen plan, aunque enfrentaran también un lado criminal que tiene la empresa y que lo meterá en cierta terrible tensión y latente peligro. Bengoa tiene que ceñirse fiel al plan, para ello incluso se pone cinta en la boca por las noches, no debe hablar nunca, por nada del mundo. El dinero no es solo lo que busca, quiere darle un gran golpe a la empresa, desprestigiarle y es que ponen realmente en peligro a sus trabajadores y lo que supone la elipsis de las reivindicaciones sociales. Es una lucha contra el poder pero también el poder que tiene ramificaciones criminales. Bengoa es un especie de héroe de alma sindicalista, como su padre deseaba y a quien le tenía devoción y no quiere traicionar. El filme de Adolfo Aristarain pone como compañero de Bengoa en el plan en ejecución a un abogado mercenario, como el mismo se hace llamar, a Larsen (Julio De Grazia), que es todo un personaje, gritón, efusivo, intenso, histrión, en una muy buena interpretación. Bengoa puede ser un poco frío, con la muerte que presencia, pero tampoco es su culpa, el plan lo es todo, incluso cuando su mujer quiere dejarlo por tanto conflicto, que ella cree algo descabellado de él. Bengoa, el gran Federico Luppi, lo hace muy bien, con gestos sugerentes sin hablar, pone emociones visuales, en un tipo que no es de llamar la atención, sino es de perfil bajo, y eso lo hace más astuto, porque se guarda todos sus pensamientos, como el literal silencio lo hace ver. 


Últimos días de la víctima (1982)

Éste filme juega un poco al thriller psicológico, pero al final opta por el realismo si bien puede leerse algo en parte excepcional, es como un espejo lo que va a suceder. El gran Federico Luppi es un sicario, Raúl Mendizábal, muy meticuloso. Hace unos seguimientos muy detallistas y ahí entra lo que genera el estado de suspenso psicológico, un estado de cierta psicosis, aunque al final la decisión será normalizar todo, pero en esto cae en lo un poco tonto, y en lo muy básico. No porque requiera ser un thriller psicológico, sino porque su realismo final o retorno a ello no es muy bueno, encima deja cabos sueltos como los sacrificios humanos, e igualmente suena medio fantástico cómo se duplica al protagonista, lo que se arma. Pero en gran parte es un filme decente, interesante, como cine negro, la historia de un hitman. Luppi está muy bien, hace un criminal creíble, muy rudo y violento a ratos, muy tranquilo y llevadero en otros; puede ser amigable (como con la ex-esposa y su hijo o su amigo el Gato y la prostituta), o puede ser frio y de temer (como con los que le pagan para matar). Es una mala persona, pero tiene rasgos engañosos de empatía (simpatía), que finalmente justifican el final, es un mero elemento de un sistema digamos. El filme de Adolfo Aristarain es muy erótico a ratos, muy liberal, hay un gran trabajo ahí, que le da esa cierta sordidez que ostenta el trabajo del hitman. La mayor parte del filme está bien realizada, es interesante ver como ejerce el sicario, como va montando su trabajo, como se relaciona con la gente, pero cuando el filme se transforma en un misterio éste termina de manera muy inferior a lo que había prometido, quizá por tratar de ser original. Hubiera optado por ser un noir puro y duro y no tanto entrar y salir del thriller psicológico. Cuando mata a la mujer todo es intenso, pero luego decae mucho.