sábado, 22 de enero de 2022
El Páramo
El Páramo (2021), es el debut de David Casademunt, es una película española que está en Netflix que ha ayudado con su producción. Es una película que a pesar de contar con muy pocos personajes, una familia, papá, mamá e hijo, y la llegada de un cuarto personaje y yacer en una única locación, una amplia casa de madera en pleno desierto, no luce como una película de producción humilde; el clima y como se va mostrando la casa por dentro y por fuera indican una estética laboriosa, la casa es parte del terror en muchos sentidos. Es un filme que tiene de Ripstein inicialmente, luego de M. Night Shyamalan, más tarde de El resplandor (1980), y por último de REC (2007, la mejor película de terror que ha dado el cine español). Es una propuesta que se plantea también al estilo de Shutter Island (2010), aunque con menor virtud. En sí su terror ciertamente es sencillo, no hay nada excepcional. No obstante hay sus escenas decentes de tensión, como con el niño con la cara cubierta por la sábana del tendal o cuando lo vamos oyendo mientras se mete y sube por la chimenea, hay su buen juego con el fuera de campo y con las expectativas, aunque pudo ser mejor. Asier Flores, interpretando al hijo, está más que bien en su papel; puede que se le obligue a andar a cada rato muy emotivo y nervioso, pero no es para menos, cuando el asunto del filme es perder a tus padres y de manera horrible; asoma mucho el suicidio, en el relato y el terror es interesante, como una especie de enfermedad que se produce por el agotamiento y sufrimiento de vivir en el aislamiento, cójase lectura pandémica, y también por el miedo, a algo sobrenatural y también por algo real, la guerra, cualquier guerra en realidad o situación extrema, aun apuntando a una época, el siglo XIX. La bestia, mujer sí, es un pequeño cuento cíclico, como con las manos cortadas por el esfuerzo; Diego es el padre del mañana, aunque en su vida se percibe resiliencia, un aprendizaje. Casademunt opta por un terror diáfano -quizá demasiado-, honesto y directo en mucho, más allá de ciertas apariencias y siempre con la plasticidad al ras, pero maneja varios momentos de suspenso y tensión. Los padres van contaminándose (bien una visceral Inma Cuesta como un inquietante Roberto Álamo); el páramo enoja, deprime y enloquece, el problema es que al filme le falta más originalidad y un poco más de fuerza; es un cine de alta estética -con un notable trabajo nocturno-, pero de espíritu humilde. Se nota la influencia del cine americano y universal en general, dentro de uno elegante si se quiere, sin pretenciosidad.