Ghost in the Shell es de los animes más importantes de este
séptimo arte, uno que se ha convertido en pieza de culto alrededor del mundo,
con toda una cultura popular detrás. Ha ayudado a romper esa barrera que limita muchas
veces al dibujo animado a un lugar inferior en el cine, en cuanto al reproche
de trascendencia y profundidad que muchos no ven y le exigen, que con Ghost in
the Shell 2: Innocence hay que replantearlo de inmediato, empezar a creer, dar
cabida a algunas creaciones excepcionales que van más allá de cualquier encasillamiento. Ghost in the Shell 2: Innocence, el hito máximo de este anime y una obra maestra, estuvo
en el festival de Cannes 2004, luchando por la palma de oro, el premio mayor del festival. Ghost in the Shell 2: Innocence ganó muy bien su cupo y la posibilidad de
triunfo, que deja en claro que éste estilo japonés y universo propio del género
debe tener mayor valía personal en el cinéfilo y no solo en el otaku.
Ghost in the Shell (1995)
Ghost in the Shell se trata de la introducción a un mundo de
acción, militar (con comandos, rangers, francotiradores o mercenarios
involucrados), política (que llega a lo internacional, recordando que los
límites y los gobiernos son más conflictivos, aun bastante corruptos y oscuros)
y en la labor de inteligencia de servicios secretos en razón de combatir la
amenaza perenne de la electrónica. No es una obvia recriminación de la
facilidad de su utilización por “cualquier” gente, en todo caso no solo se
desprende esa formulación, ya que llega a versar a su vez hablando de los
parámetros generales de este anime de la independencia que crea, entendiéndola como
positiva, la democracia práctica, digamos que contundente y real, y con ello el ideal y lo altruista, aunque a
costa de ciertas libertades que van contra la legalidad y una planificación ética
discutible como lo es el postulado en detalle, a favor del bien social,
cultural y común, el futuro y la reorganización nacionalista, como se ve en la
ingeniosa reinterpretación de esta película que hace el OVA Ghost in the Shell:
Stand Alone Complex - Solid State Society. Lo representa la seguridad
pública de la Sección 9, contra el espionaje o los hackers, que yacen en ambos
bandos, los buenos y los malos digamos, si bien a veces esta segunda
clasificación no resulta adecuada, aun moviéndose en lo criminal, ya que existe
alguna justificación por lo regular inteligente o con cierta -o algo de- aceptación. En general por un lado están los controladores/vigilantes y al otro los anárquicos o con
propia ideología o requerimiento, siempre bajo un concepto o esencialidad, combatiéndose
el terrorismo, dentro del cine noir y a través de la tecnológica, cada vez más
indispensable y predominante en nuestras vidas. Junto a esto yace la contextualización de
la cibernética (es raro no hallar seres humanos con algún implemento o parte
corporal robótico), hacia un devenir futuro al que avanzamos, que más que
fantasía parece en buena parte una especie de profecía.
Estamos ante un sci-fi que versa sobre lo existencial, en la
reflexión de nuestra humanidad cada vez tan artificial desde la literalidad de
los ciborgs que discuten sus raíces y propiedades. Nuestra heroína se llama Motoko
Kusanagi y es dueña de un cibercerebro, un cerebro que tiene mucho de computadora,
y de un cuerpo robótico, lo que le hace pensar/sufrir si en ella existe realmente
un ser humano, perdiéndose en largas meditaciones predispuestas al callejón sin
salida, y de esto podemos observar una crítica hacia la deshumanización. Hay que acotar que éstas máquinas, hombres también (contienen ADN), les resulta indispensable la memoria, para identificarse y ser/existir, algo que fatal e
irónicamente se manipula, se distorsiona, se falsea, se vacía y se reemplaza,
con virus y hackeo, lo que hace del panorama un lugar complejo y entretenido al
mismo tiempo, ya que no falta la pelea, incluso con un tanque ultra moderno y
futurista, la persecución, el asesinato y la sorpresa, que se pega al fondo y
proyecta lo visual.
De todo ello se dan hartas cavilaciones por parte del
director Mamoru Oshii, encargado de las dos primeras obras, y para ello al
espectador “exigente” se le pide paciencia en la parte media del filme al abocarse a una trama sumamente argumentativa, pero que al rato retoma ritmo y
adrenalina, intensidad y violencia, como promete esa apertura desestabilizante,
luego coherente, de las habilidades de Kusanagi, la persecución de un
terrorista enloquecido en un mercado, el hallazgo del software con ambición de
ser humano descubierto donde menos se cree o la lucha desigual contra un tanque que termina
en una revelación redonda y que resuelve la interrogante que sobrevuela todo el
filme. Ésta obra “presume” de poética, como el motivo de sumergirse en
el agua de parte de la mayor Motoko Kusanagi, la protagonista y leitmotiv de
la presente propuesta, a la que acompañan Batou, un ranger bastante duro (como
no podía faltar) y con los pies en la tierra a diferencia de su admirada
compañera y mando, luciendo simple y seguro de sí, a la vera de su sangre fría muy bien figurada en la
inexpresividad de sus ojos artificiales. Es un experto con las armas y el combate
cuerpo a cuerpo, al igual que lo son todos los de la Sección 9, si bien
presentan especialización, que veremos más tarde en Ghost in the Shell Arise
que trabaja con la colectividad de un equipo comando y policial aunque con Kusanagi
de líder y dominio escénico. También en
mucho menor grado yace Togusa, que es un oficial de policía cibernético pero de
poco peso, como el mismo se deja ver, y le creemos, no que sea humilde, como se
suele hacer. Él tiene un lado más fehacientemente humano, y lo recuerda la
mención continua de su hija, o sus pocas habilidades motrices y en los
acontecimientos. Oshii, en sus películas, no le da mucha cabida, no es un ser
intenso, sino más bien accesorio, secundario, débil a un punto, aunque colaborador, a diferencia
de Batou que es complementario a Kusanagi, aun no siendo tan relevante como
ella (yace poco en el metraje), porque se trata del lucimiento de Motoko, que
yace siempre pensativa, triste si se quiere ver, pero es efectiva cuando hace
uso de su entrenamiento militar (camuflaje, hackeo, uso de armamento,
tecnología pesada y artes marciales). En medio yace una ciudad que tiene
personalidad, es luminosa, comercial, alta y profusa, la que poco tiene que
envidiarle a Blade Runner (1982). Al respecto Mamoru Oshii se detiene a
enseñarnos en todo esplendor y orgullo su urbe imaginaria.
No sorprende saber que Matrix (1999) recoge muchas
influencias de esta realización, y es que es un mundo muy completo en sí, lleno
de detalles aunque aparente a un punto ser directa mientras deja un poco de
tarea mental. Ostenta tiempo para hundirnos en la contemplación de una idea
y otros para impactarnos con su toque de brutalidad (cabezas explotando en
sangre, una hembra desnuda en caída libre por un edificio, o partes del cuerpo
arrancadas de tajo, algo que asociamos a la entrega de Kusanagi en sus
actividades extremas).
Ghost in
the Shell 2: Innocence (2004)
Ghost in the Shell resulta sencilla, entre comillas, viendo
lo que será Ghost in the Shell 2: Innocence que irá aún mucho más lejos, con su
vasta riqueza cultural, filosófica, popular, literaria y fantástica, en una
constante destilación de frases y pensamientos célebres, hondos, cosmopolitas,
que no solo yacen anexos como destellos cultos de sabiduría, sino le dan
densidad y potencia a la temática existencial asimilada en contexto, como el
choque entre realidad y sueño/ilusión (como se aprecia en la incursión en Locus
Solus, nombre que nace de la novela de Raymond Roussel, que en la historia es
la denominación de una empresa fabricante de Ginoides que terminan siendo
muñecas robot sexuales. A Roussel también se le recuerda por los cuadros vivientes
de la mansión), nuestra humanidad (vacío, remordimiento, materialismo,
suicidio, sumado a la modificada tercera ley robótica de Isaac Asimov y al
tráfico de mujeres), la intromisión de la ciencia en distintos aspectos (véanse
tres lecturas de un mismo acontecimiento) y la razón o búsqueda de la propia
esencialidad (en un hombre que quiere transformarse en una inteligencia
superior dentro de un ente artificial, el opuesto de la Kusanagi de la anterior
película), haciendo un recuento a grosso modo, y todo sin descontar una trama
adictiva, en un relato cargado de fuerza.
Esta vez el protagonista es Batou, invirtiendo los papeles
con Kusanagi que hace tres años, tiempo de la última película, no se le ha
vuelto a ver. Ella pasa a ser un personaje secundario, muy pequeño al uso
aunque capital, el ángel de la guarda del ranger, un ser invisible pero ubicuo
cuando se le necesita. Con él está Togusa, el compañero endeble pero valiente, algo
que tampoco es muy original en el cine. Pero es lo de menos porque el filme ya
tiene suficiente. Batou será el principal por única vez en las cintas de Ghost
in the Shell (que significa "El fantasma
en la coraza", o mejor, "El alma en el cuerpo", que lo vemos claramente en todas
partes en los relatos, como fuente de conflictos internos/externos), el eje seductor
del espectador, y aunque mantendrá su frialdad e inexpresividad, obtendrá mayor
hondura (gracias a la soledad compartida con su dulce perro, su dificultad de
sociabilización, su monotonía o su cualidad de anteponer la propia vida por
otros, como cuando cuida de Togusa y lo hace pensar), y mayor raciocinio, si
bien antes no fue plano (puede discutir sobre la esencia y el ser con Kusanagi,
expresarle su punto de vista distinto y animarla, consolarla), como terminará siéndolo
finalmente en Ghost in the Shell Arise en donde en Border 2 - Ghost Whisper deja
notar una personal decepción creyéndose solo una máquina de matar, un guiño a
algo más, que no sale de su cuadrante, aunque percibiendo que los Arise serán
filmes de actividad en lugar de argumentación o reflexión.
Dos apartados trascendentales. Uno. Si antes el filme lucía
una animación cautivante, esta vez el adelanto de los tiempos más modernos
pagará con creces lo que supone experiencia en todo sentido, superando a su antecesora. No obstante,
algunas imágenes hechas por computadora en 3D que se anexan quitan belleza, se fijan
decentemente pero resultan inferiores a los dibujos tradicionales, que recalcamos están fantásticos. Con los OVAS siguientes no estarán tampoco mal, pero a todas luces
disminuirá mucho la estética y la dificultad del trazo y su visualidad. Y, dos.
Los fuegos artificiales. En la trama brilla un combate de acribillamientos
feroces en una casa de juego donde anidan yakuzas en que Batou irrumpe con toda
potencia. También los vemos en un hackeo en una tienda de comestibles, con un suspenso y misterio
maravilloso en tiempo preciso, un lapso desconcertante que luego es explicado y
coherente, la que es la construcción de la novedad, como el arranque de la
anterior película. Igualmente sobresalen en un desenlace en aguas internacionales con robots sexuales
en masa direccionados para finalizar a un intruso, que no será indispensable ningún
sacrificio de atención en el entendimiento de las fluidez e imposibilidad de
total aprehensión de las elucubraciones disparadas a diestra y siniestra en los
diálogos de luminarias como Buda, Confucio, Platón o John Milton.
Ghost in the Shell 2: Innocence es el pináculo de las cinco
películas de este anime. Indiscutiblemente le debe a su origen de 1995, del que
retoma ideas, pero se mete más afondo, busca más del mundo y sutilmente sigue en el
relato, a un punto de relectura y alternativa, haciendo algo sólido. Requiere de varias lecturas para unir tantas piezas que se perciben más que
decorativas y si lo son logran la química suficiente para otorgarse ecuanimidad y asociación estudiándonos detenidamente. Pero no solo eso, permite
la visión tranquila de una trepidante trama de acción con ciertas ideas existenciales en sus movimientos
escénicos. Atrapa, te brinda la oportunidad de pensar con algo aparentemente y
en parte ligero, en medio del placer primario, del entretenimiento rabioso,
moderno y algo gore.
Ghost in
the Shell: Stand Alone Complex - Solid State Society (2006)
Si hay que definir posiciones entre las cinco películas de
este anime, de los que hay hasta la fecha, todo está demasiado claro, primero Ghost
in the Shell 2: Innocence, la mejor y que todo amante del cine debería tener en
cuenta; segundo Ghost in the Shell, una muy buena película, aparte de un valor mayúsculo
por ser la originaria en el séptimo arte; y en tercer puesto la que nos convoca
en este apartado que también está destacable y representa un logro, a un punto.
Y es que Kenji Kamiyama, el que hizo este OVA, tenía mucha experiencia con Ghost
in the Shell habiendo sido el director de la serie que duró del 2002 hasta el
2005, y que cerró magistralmente con éste filme.
En la primera película de Oshii al enemigo sin biografía
conocida, un desconocido absoluto, virtuoso hacker (hasta parecer un especie
de Dios) y el terrorista más buscado de su época, de carácter enigmático e impredecible, se le
llama el maestro de marionetas, y en esta viene a ser muy semejante, el
titiritero, pero no hay que confundirse ni esperar un relato parecido, ya que la
resolución de la propuesta deja su propia huella. Hace de la trama algo completamente suyo, muy intrincada pero milimétrica, se deja entender en su
audacia, con emoción e intensidad, jugando en gran parte del metraje a dos carriles, por un
lado Kusanagi, y por el otro Batou y Togusa. Es una genialidad –no hay vueltas
que darle- que hace un buen trío con las otras dos, y no deja de sorprender
porque es un OVA, que supuestamente pretende y posee menos recursos artísticos
que el supuesto cine en toda palabra, notando que lo hace por medio de un
conflicto que mueve bien sus piezas, bajo un virus informático, el suicidio, el
secuestro, la política, la cultura y la sociedad generando novedad en una
mezcla inteligente, haciendo la salvedad de que no tratamos con filosofía ni
existencialismo, sino solo una trama que sabe explotar distintas líneas de
misterio, como se hacía a su vez antaño en los dos primeros animes, lo que la convierte en un efectivo
cine negro dentro del cyberpunk.
Puede ser más ligera que las míticas hechas por Oshii pero
sigue siendo de alto nivel. El único pero que encuentro que implica perder
seriedad, atención y complejidad en el conflicto que nos absorbe, por un
momento, es con la intromisión de los titulados Tachikomas o think tanks (tanques/trajes
paseantes mecánicos inteligentes, que se verán mucho en los Arise), en el
abordaje de la institución de actividad del cibercerebro, en el centro de
bienestar Seishomin, generando quizá para algunos algo curioso, acción o
emoción, pero que para quien escribe se vuelve inocente e inofensivo, rutinario. No obstante se aprecia que predomine la irreverencia de desaparecer a algunos personajes claves en atentados siniestros, como gubernamentales, que es lo que hacen todos
los animes de Ghost in the Shell (e igual el método es nuevo).
Este filme puede parecer al final -procesado con dedicación- bastante sencillo, viéndose
solo que se aplican algunos cambios, pero desde mi óptica estos son decisivos y
creativos, y hacen de esta una muy buena tercera recomendación.
Ghost in
the Shell Arise - Border 1: Ghost Pain (2013) y Border 2 - Ghost Whisper (2013)
Ghost in the Shell Arise es una tetralogía de la que ya ha
visto la luz dos partes, una llamada Ghost Pain y la segunda Ghost Whisper. Se contextualizan
en un lugar de nombre Newport City, siendo precuelas de los filmes de Mamoru
Oshii, dándose a un año después de una cuarta guerra mundial. Empieza con Motoko
Kusanagi en la división militar 501, la que será encaminada a la sección 9
dirigida como se sabe por el jefe Daisuke Aramaki, para tras convencerla,
dejarla dedicada a formar su comando o equipo, entre ellos Batou al que llaman “el
de los ojos que nunca duermen”, y Togusa, como un detective decidido, mucho más
fuerte que antes. Con ellos aparecen rostros que hemos visto brevemente, como Ishikawa, un
especialista en tecnología, o Saito, un francotirador mercenario. Se agrega un personaje nuevo que se recuerda con algo de simpatía, Paz, un policía que trabaja
de encubierto, y con el que Kusanagi se enfrenta en un combate a puño limpio tras
creerlo un hampón, y le hace un hermoso lanzamiento de judo.
La primera es un comienzo decente, como una pequeña “copia” de sus predecesoras, funcionándole la (típica)
ocurrencia de tener como enemigos, parecidas a las ginoides sexuales de Ghost
in the Shell 2: Innocence (2004), a unas minas movibles que tienen la presencia
de ninfas rubias y sensuales de vestimenta infantil, habiendo un enfrentamiento con estas autómatas en masa, que suelen estallar de pronto (hay un atentado que
propicia una de ellas que tiene su toque de encanto, dentro de un salvajismo
conocido, aunque no todo lo impactante que debería ser). Mientras tanto se pone en duda la
respetabilidad de un teniente coronel apellidado Kurtz que yace difunto, al que
se le imputa tráfico ilegal de armas y es recordado como quien crió a Kusanagi. Él será el generador de los conflictos desde la pasividad y su mención, incluso
de lo que significa el Ghost pain (un dolor que llega de golpe producto de ciertas memorias de ser humano neto ahora en un cuerpo cibernético).
La segunda disminuye harto en su dificultad, incluso en
comparación a Ghost Pain, habiendo mucho ruido y poca nuez con la irrupción de
pandora, un virus en los sistemas de vuelo o de tránsito masivo, en los
distintos lugares controlados por computadoras, algo que ya vimos nada más y
nada menos que en Live Free or Die Hard (Duro de matar/La jungla de cristal Nro. 4, 2004), que se le relaciona a una masacre de civiles en un territorio
denominado Qhardistan (que oculta una franqueza manida), siendo un tal coronel
Soga enjuiciado por dicho ajusticiamiento militar. Ghost in the Shell se pone
tonta y simple e implica únicamente en esta oportunidad una venganza, no
esconde nada especial, es pobre. Lo único bueno es como se irán reclutando a
los comandos de la sección 9, para lo que habrá peleas físicas entre ellos, que
aún no son compañeros ni se aprecian. Visto bien es decepcionante, y solo le
sobreviven los personajes y el hackeo, por cariño a esta cosmovisión.
De las vistas hay que decir que recogen lo “fundamental” de
lo que es la historia en sí, al gusto, aunque es indiscutible negar que
desciende notoria y hasta gravemente el nivel, ante esa fusión espectacular de calado
reflexivo y efervescencia desaforada de las de Oshii. Explican, precisan, detallan todo
en busca del goce elemental, como con las tres últimas de Star Wars, donde se
explota lo conocido, se desentrañan misterios, pero el aporte es ínfimo en
cuanto a arte y novedad valiosa, que no –insensata y absurda- curiosidad. Se vuelve la saga sumamente fácil, aunque sus conspiraciones y terrorismo planteen parecerse a
los formatos anteriores, con bastante líneas intersecadas pero con nada
significativo en realidad. Se basa en el background, los parámetros y
elementos pasados, de un cyberpunk y un noir bastante limpio, comercial, mucho menos
creativo y poca cosa.
No se podría negar que tengan distinta impronta, bien o mal
tienen lo suyo, como que estos videos para casa no sean largometrajes de cine, claro,
ni por asomo, y el legado les llega a pesar. Pero como entretenimiento si
tienen -no lo niego- cierta esencia que mantiene vivo el interés, sobrevive, nos
mantiene aún ligados, y en parte (poco a comparación) contentos a fin de
cuentas (la genialidad va de explicita y es bastante menor, pero cumple su
cometido), pero, bueno, como OVAS están bastante pasables, ¿imagina pedirle a un
filme destinado directamente al hogar que sea una obra de arte mayor?, sin
embargo a un alcance ahí está Ghost in
the Shell: Stand Alone Complex - Solid State Society, y en el elogio preveo
alguna otra excepción.
Tienen una fuerte presencia a cuestas, sabiendo
que manejan entre manos un buen material que se basta solo de cierta manera, y se trata de
usarlo simplemente, recogiendo lo que saben que funciona, te seduce, si ya eres
fanático, y uno terminará siéndolo si ve primero las de Mamoru Oshii, o quizá
leyendo el manga de Masamune Shirow. Observamos que Kusanagi pelea y vence aun perdiendo
extremidades, en un intento del autor(es) de impactar (y parece que olvidan
que se ha visto antes, y con mejor resolución e ilustración), nada bajo el sol; o esta eso otro, que vaya a enfrentarse con ese militar robótico gigante que la golpea e intenta
intimidarle, con el que no ha podido antes y se ve aparentemente indestructible, y caemos redondos, con una
lucha cantada, algo repetitiva e igual de sublime desde lo que es. Esto
queda.