sábado, 18 de julio de 2015

Mommy

Xavier Dolan con esta película ha ganado el premio del jurado en el festival de Cannes 2014, ha demostrado que está en toda boga una vez más, aparte de que su filmografía es sumamente apreciable, entretenida  e interesante, asumiendo temáticas gay, que se hacen muy llevaderas, y que van más allá de su orientación sexual, hacen arte en toda palabra. Desde Yo maté a mi madre (2009), la que se parece a la presente, donde madre e hijo no se soportan, en un trato por ratos histérico de parte de la performance del propio Dolan, que hace de su relación maternal un campo de batalla donde salen continuamente heridos mutuamente, a pesar de tener instantes y búsquedas de compartir alegrías y un poco de paz, sin embargo hay una gran dificultad que parece rebasarlos (como se intensifica en Mommy en todos los aspectos hasta tener una Canadá ficticia con una ley especial en que los hijos inadaptados y peligrosos van recluidos a un hospital estatal sin juicios de por medio), como siendo mandado a un internado, y revelar una historia de contrastes en un tira y afloja de afectos y no saber manejarse, el no poder sobrellevar un amor dado por hecho, frente  a una madre que no sabe cómo hacer feliz a su hijo gay, y más bien lo contraria todo el tiempo, en el que es un grito de tremenda incompatibilidad, una que con Mommy llegará a la violencia casi incontrolable propia de la enfermedad mental de su protagonista, Steve (un gran Antoine-Olivier Pilon).

Otra películas suya es Los amores imaginarios (2010) que yo más que otra cosa la emparento con la comedia sutil, y es un gigantesco divertimento de esa forma, exuda mucha gracia y simpatía, la de dos mejores amigos, Francis (Xavier Dolan) y Marie (Monia Chokri) que son muy cool y particulares, ella viste algo fuera de lugar a la refinada moda clásica o afrancesada en medio de la vulgaridad sensual natural de la juventud femenina, mientras él demuestra pequeños detalles inocentes gays, afinidades intimas, como toda la obra de Dolan los exhibe, ambos son dos chicos muy pop a su estilo, relajados, pero todo se pone complejo cuando se enamoran de la misma persona, de un amor imaginario, que les pone impetuosos y competitivos por ganarse a Nicolas (Niels Schneider) que yace en su propia burbuja de belleza, en un comportamiento narcisista o indiferente en su mundo, aunque jugando con la coquetería y la amistad, pero dejando fuera de combate a estos viejos amigos que llegan a apuñalarse por la espalda, a humillarse tras declararse por medio de poemas dramáticos, a dar presentes como regalar afiches de ídolos y sobre todo a verse atractivos en una lucha que llega a lo infantil, luce caprichosa, tanto que ante un nuevo blanco, alguien guapo, se revitalizan sus anhelos carnales, de la mano de aquella magnifica música de bang bang, de Dalida, que anuncia los ataques e ingenios sensuales de estos dos engreídos enamoradizos.

Laurence Anyways (2012) es el lado romántico y harto sensible de Dolan, de lo que más que una película de un hombre que quiere ser una mujer, que descubre su transexualidad, se trata de alguien que es muy diferente, inclasificable, que quiere vestirse femeninamente pero aun amar a su novia, lo que presenta una grave contradicción, que más brilla en el amor platónico, impoluto, imposible. Donde hay tiempo para el escape, pero más para el desconcierto y el dolor, como en aquel final que es el inicio de la relación entre Laurence Alia (Melvil Poupaud) y Fred Belair (Suzanne Clément), armándose una hermosa poética en esta adaptación social y amatoria tan complicada, que no solo tiene a los familiares y a la sociedad por enfrentar, sino a ellos mismos, no obstante es mucho una decisión de superación, de valor, de quien uno es en realidad, y ahí Dolan muestra su poderosa inteligencia para profundizar en una temática gay de (auto)aceptación, siendo más cautivante por mayores profundizaciones o escapes de atención, como en este amor tan bello dentro de su tragedia y honestidad.

Tom en la Granja (2013) es una adaptación de la obra teatral de su compatriota Michel Marc Bouchard que mereció el fipresci en el festival de Venecia del mismo año. Un nuevo cambio de registro para el audaz Xavier Dolan, un thriller con grandes momentos de suspenso, en que se trabaja el erotismo gay y la homofobia, juntas en el hermano matón e impredecible del novio muerto del protagonista, un espectacular aunque desconocido Pierre-Yves Cardinal, del que se da a entender que solitario y antisocial puede resbalar en su inclinación sexual, siendo un tipo pueblerino, rustico, agresivo, pero que con el desenlace y aquel encuentro revelador de una leyenda de bar se verá el verdadero rumbo de su psiquis, hacia las tinieblas de una mente desequilibrada, a razón de una psicótica relación, revelada con ese baile de tango. Todo a partir de querer ocultar la homosexualidad del hermano pequeño a la madre, en un secreto que se siente amenazado por la visita de Tom (Xavier Dolan) a la granja familiar, quien no sabe con lo que se encontrará, llegando a perderse por una oscura atracción.

Mommy (2014) ya no articula ninguna temática gay, aunque vuelve a reinterpretarse en otra versión la ópera prima del director canadiense, contando con la misma madre, con la actriz Anne Dorval, ésta vez aunque mayor más juvenil y sexy, con el valor de un tercer puntal que también aparecía en Yo maté a mi madre, debut de Dolan a los tempranos 20 años, en otra actriz fetiche, Suzanne Clément, como la vecina, amiga y maestra con problemas de tartamudeo, una falta de seguridad que parece implicar la distancia con su familia. En dos mujeres que trataran de domar y no tirar la toalla por más que la exigencia sea enorme con el intenso Steve, un  muchacho de 15 años que sufre de trastorno por déficit de atención con hiperactividad, y que puede ser tierno y radiante, pero también un loco incontrolable, que llega a los golpes y a acciones muy brutas, quien tiene la fijación con la madre, hasta lo sensual más que en lo incestuoso, notando que él es un chico muy sexual, un rasgo de álter ego.

Dolan juega con el muchacho, el que muestra mucha fuerza y vitalidad que se mueve en lo positivo y lo negativo, porque no todo es daño y errores de carácter, aunque la carga es pesada, y parece una tara indestructible, no obstante el tono de la propuesta no es en absoluto oscuro, y llega a haber mucha alegría desbordada a la vista, compartida con sus bellas cómplices, como en la ejemplar apertura del formato cuadrado 1:1 de la pantalla, apuntando que atrapado en éste es la representación del dolor, de los problemas, de una inadaptación mental y social, del que pretende ser un outsider (le dice a la madre, somos tú y yo contra el mundo), pero termina saboteándose por su comportamiento apasionado e inestable, en una libertad que termina acogotándole.

Es un filme en que nunca asoma el agotamiento, aun volviendo al mismo punto en incontables ocasiones, la de la sempiterna rebeldía de la desbocada espontaneidad (aunque haya una filosofía de amor y respaldo incansable por no corromper, como Steve teme se termine, y lo lleva hasta las últimas consecuencias, exigiendo una fidelidad que es el motivo central del filme, y es un bello pero difícil nexo materno), porque la trama es monotemática, pero ingeniosa en bascular los cambios de humor, de la alegría al conflicto y viceversa, donde yace su máximo valor, muy bien trabajado, teniendo además a un trio efectivo y con suma gracia que mueve a la emoción, la busca sin parpadeos, habiendo su toque infaltable de poética y complicidad conmovedora de la que se agarra con fuerza, y se sale con la suya.