miércoles, 3 de julio de 2013

California Dreamin'

Dentro del cine moderno rumano sobresale el nombre de Cristian Nemescu, quien murió a los 27 años de edad en un accidente de autos antes de finalizar la edición de esta película, la que se alzó con el premio de A certain regard en el Festival de Cine de Cannes del 2007. Con tan solo un largometraje "inconcluso", un mediometraje que en principio no iba a serlo y menos de media docena de cortometrajes (alguno premiado) en su haber se ha ganado un buen lugar en la memoria colectiva de su país y en la comunidad internacional al pasar por Cannes.

Marilena de la P7 (2006), ha servido como formación para su siguiente película (la que aunque en parte no lo aparenta por su narrativa discreta, sí que es muy ambiciosa y no solo teniendo en cuenta el tiempo de duración), aunque hay que proclamar que destaca, contando con tan solo 48 minutos de metraje. Marilena de la P7 trata sobre el primer amor de un avispado chiquillo de 13 años de un barrio de Bucarest que para impresionar a la mujer de sus sueños, una joven y guapa prostituta de tetas chicas (duraznos pequeños como se suele repetir -y atraer entre personajes- en el cine de Nemescu), capaz de provocar cortos circuitos sin tocar la luz, decide robar un ómnibus público siguiendo el consejo de que las mujeres solo aceptan pretendientes con vehículo y dinero. Es una historia dura y romántica que bien vale la pena tener muy presente, y de la cual pasan ideas a su última incursión en el séptimo arte.

La trama de California Dreamin' (2007) se basa en un hecho real ocurrido en 1999, un tren que transportaba armamento clasificado del ejército americano en representación de la OTAN en dirección a la guerra de Kosovo en la ex Yugoslavia fue detenido en Rumania quedándose estancado por cinco días. Ese fondo ubicado dentro de la película en un pueblito llamado Capalnita permite desarrollar una historia de ficción que implica el resentimiento de un hombre hacia Estados Unidos tras la segunda guerra mundial a partir de un incidente familiar en el año de 1944, recordado en un clásico blanco y negro que implica otro pequeño cuento.

Doiaru (Razvan Vasilescu), un tipo humilde pero instruido encargado de la estación de tren será el escollo que no permita ese ansiado pase si no le entregan ciertos papeles que avalen la carga militar, aunque ellos tengan el permiso del primer ministro, creándose una interrelación con el convoy americano que da pie a varias sub-tramas de orden afectivo, económico, social y cultural que involucra la influencia que puede tener Estados Unidos en los sueños rumanos, viéndose desde la perspectiva de este país europeo, que tiene a un imitador de Elvis Presley cantando la muy conocida y dulce "Love me tender" (Ámame tiernamente) en su día de celebración en honor a los visitantes (algo que se ve también en Marilena de la P7), no yendo más allá de lo común en una humanización general que incluye al capitán anglosajón y su tropa.

En las sub-tramas está que la hija de Doiaru, Mónica (Maria Dinulescu), una chica de 17 años de edad, bastante atractiva, engreída y resuelta quiere irse de su casa, no quiere estudiar en la Universidad como espera de ella su padre con quien no se lleva bien, y no ve mejor forma que enamorar a algún soldado americano con la promesa de que la lleve a su país, encontrando esa solución en el acercamiento al Sargento David McLaren (Jamie Elman), aun sin saber ni una pizca de inglés y provocar algunas risas al paso en cómo busca acercarse a él, mientras el hijo del principal dirigente huelguista y enemigo del hombre de la estación, Andrei (a quien le sangra la nariz cuando se emociona, un rasgo de identidad de Nemescu), ama con febril locura a Mónica, aunque ella ni lo nota. Con ellos yace la interesada hospitalidad del alcalde (Ion Sapdaru) y la picardía de un soldado rumano (Andi Vasluianu) haciéndose pasar por oriundo del país de las barras y estrellas para poder rodearse de bellas mujeres y atenciones, ya que yacen como enloquecidas por los extranjeros, en un ambiente de especial desorden calmo y de inamovilidad mientras la historia se rinde al folclore que representa un lugar como Capalnita (pero sin que se desvirtúe su esencia universal y hasta ideas modernas), y donde el único que sufre por no concretar su misión es el capitán Jones que siente perder su paciencia y los recursos de su imaginación ante la terquedad a toda prueba de Doiaru. Papel que interpreta un rostro ubicable aunque no tan popular en el cine americano, Armand Assante.

La película dura casi dos horas y media, y como se ve es larga pero aunque se mueve con calma no llega a extremos y está muy lejos de abrumar o pesar. En esta hay mucho realismo bajo un tono ligero, y es algo que es parte del cine rumano que lo maneja muy bien. Sabe combinar lo suyo con lo que todos somos. Tiene además conseguidos momentos cómicos pero que van leves en el conjunto sin quedarse pegado a ello y en sí tiene una atmósfera que no cae en demasiada profundidad sino presenta y oscila en el relajo y en la sencillez pero no como para anular momentos serios porque tiene buena cuota de drama, tensión (no tan exaltada en realidad pero implícita), imprevisto y finalmente violencia (algo que se puede intuir, se espera intrínseco más que exacerbado en el conflicto de no poder avanzar). Y es de resaltar que sabe escapar del lugar común aun tratando lo identificable. Es una película que luce coral y trabaja sus sub-tramas, las interrelaciona de forma bastante inteligente y no se queda en un punto, se matiza mucho en varias aristas dándoles a todas su importancia. Es una trama amplia que habla de buen manejo colectivo, con giros y hartos vínculos. A su vez, es una virtud y distinción que la trama cambie de humor, incluyendo sus personajes que denotan distintas características y emociones, pueden ser muy reprochables o divertidos para luego ser hasta corruptos o coherentes. 

Estamos ante dos culturas distintas que se encuentran y conviven sin problemas como si se parecieran o quisieran hacerlo, combaten (de forma aislada y excepcional) o se brindan satisfacciones. Se puede ver claramente que el capitán Jones y Doiaru representan la figura de una relación conflictiva y parametrada aunque con modales, que en realidad ya es anacrónica, y así lo muestra el director rumano. Destaca ver que lo político casi no existe, no se percibe mucho, y si hay algo en esa línea es sumamente superficial y sin darle ninguna trascendencia, sin argumentarlo. Nemescu no quiere abordarlo desde ese lugar, al que le vemos aclimatación, comprensión y hasta cariño hacia lo americano (como con los múltiples pósters del rapero Eminem en el cuarto de Andrei en Marilena de la P7; cójase la conexión y continuidad autobiográfica). Y es que el título ya lo dice todo, basado en la popular canción "California Dreamin" del reconocido grupo hippy The Mamas and the Papas. Sin embargo, la historia sirve también de crítica a la dependencia extranjera, ya que finalmente en el desenlace nos queda el mensaje de que los rumanos pueden proyectarse con Estados Unidos y afuera pero deben encontrarse a sí mismos desde su propio lugar (aunque sin obviar lo cosmopolita). Subyace en la práctica familiar de Doiaru y Monica.

Es importante reflexionar que aunque este filme lleva entre paréntesis la palabra inacabada, no se aprecia en ningún momento que algo luzca faltante o notoriamente imperfecto, sino que es una obra muy bien desarrollada, y es una propuesta que bien merecido tiene su reconocimiento siendo una buena oportunidad de proclamar que el cine rumano es uno de los más atractivos y sólidos que hay en el mundo, sin obviar que puede confundirse su (notable) normalidad con algo menor, su tono contrario a lo solemne, su capacidad de simpatía y natural humanidad ("perdonando" algún entendible “exabrupto”, la tragedia en la manifestación y complot), porque sabe contar y armar una historia de múltiples vertientes, terminando en nuestra mente como una suave bola de nieve, cuando procesamos y vemos el alcance de sus pequeños relatos y su variedad temática.