viernes, 7 de junio de 2013

Diamond Flash

Ésta es una película española de bajo presupuesto que presenta cuatro historias entrecruzadas por un personaje misterioso. Una es la de Violeta (Eva Llorach) que ha sufrido de abuso sexual infantil de parte de un familiar, recuerdo que le regresa tras el secuestro de su hija; otra, la de Elena (Ángela Villar) que padece maltrato físico doméstico de parte de su pareja; una tercera, la de Lola (Rocío León) y Juana (Ángela Boix) que cada una tiene marcas del pasado –la muerte de una hermana, el abandono de la madre- y diferentes intereses que moldean su conducta criminal; y la de Enriqueta (Victória Radonic) como la malvada ejecutora de una mafia, pero que guarda un rasgo de femineidad y sensibilidad, buscar a un hombre que la haga reír.

La dirección corre a manos de Carlos Vermut, es su ópera prima, y se solventa en una visión femenina o, siendo más preciso, en una interpretación masculina del universo femenino, en donde se articula la aparición de un superhéroe, Diamond Flash, que es como el salvador que en realidad no necesitan éstas mujeres, sino que deben ser solventes por sí mismas dentro de sus vidas y conflictos, en los papeles de las noveles y efectivas actrices. Vermut presenta personajes muy bien dibujados, desde la delicadeza y dulzura de Lola, la inocencia y simpatía de Elena, la fuerza de Violeta (que en realidad es, o debe ser, de todas), y la sensualidad y la determinación de Juana. En sus respectivos contextos son descritas sus personalidades de forma contundente y bastante hábil condensándose y proyectándose en la trama sin previsibilidad sino manteniendo la atención del espectador en el orden de cuatro episodios (separados algo arbitrariamente) que contienen escenas cómicas y cotidianas ágilmente descritas –la emoción en la anécdota sobre la aparición intempestiva de Diamond Flash; la de las citas de Enriqueta en un bar- , otra intensa y melodramática (una porción generosa, 40 minutos más o menos en el interior de un baño y a razón del vómito, literal y metafórico), alguna surrealista –la del sueño de reencuentro con la madre muerta-, una muy salvaje y violenta (la del pasadizo), otra de fuerte tensión y miedo –la de Elena atada a merced de la muerte- o envueltas en deseo físico y de lugar perdido en el tiempo (en un restaurante abandonado en medio de una relación lésbica y de conveniencia).  

La visión de éste filme del superhéroe es atípica al uso cotidiano, pero acorde con el mundo en que vivimos, lo que hay que tomar como una crítica en general, porque busca destacar la idea de que realmente no es necesario para nuestras vidas (en especial de ninguna mujer), ya que no es un ente superior que ostenta un código idealista y humanitario, sino el de un tipo imperfecto, abusivo, asesino y hasta vengativo (de ahí la nota en la boca de un cadáver). No obstante Diamond Flash hace el bien a fin de cuentas, como rescatar a una niña de un secuestro o salvar a una mujer de un inminente robo y violación, teniendo alguna defensa en sus espaldas (explicita en varios diálogos, uno de Enriqueta haciéndose pasar por policía y otro de la madre enferma de Elena). Pero de lo que va es no saber enfrentar la violencia sexual y física (todavía, y realmente se vislumbra elípticamente como un desenlace pesimista y conformista).

El filme se articula sobre un contexto muy fácil de identificar con nuestro entorno inmediato, las mujeres criminales tienen de ordinarias damiselas, buscando enamorarse, compartiendo ratos intrascendentes, apasionándose, divagando en existencialismos sutiles o simplemente haciendo un pasatiempo artístico que requiere una sensibilización. Se nos presentan cuatro personajes (incluimos a la mandamás en las tinieblas, detrás del teléfono y el secuestro), los antagonistas de Diamond Flash, que al igual que él presentan una personalidad tanto reprobable como sentimental. El filme sirve para la reflexión, bajo un espectro audaz propio de un cómic urbano, de que el futuro no nos está señalado, no existe el destino (lo demuestra la lectura del tarot con barajas de animales prehistóricos), sino está en nuestras propias manos, ser bueno o malo nos concierne tanto como poder resolvernos en situaciones determinantes, saber decidir y superar todos esos trances, en un disfraz de historieta que juega a la par a lo realista y fantástico.

Juana dice haberse rendido a la última frase de su madre, el amoldarse a la oscuridad, por la falta de fe en una vida correcta y optimista, mientras Lola persigue un acto reivindicativo que cuestiona su nobleza. Y es que muy a menudo nos movemos por el espacio menos acertado. Porque superar problemas es verdaderamente un reto personal y un acondicionamiento. Y aunque el filme trata de no cuestionar ni el bien ni el mal en cada persona sino atender a su ambigüedad y complejidad, si se trata de saber hallar la salida más inteligente y justa, de ahí que la tragedia envuelva muchas decisiones, nos hagan caer por nuestro propio peso, salvándose solo la pura superficialidad, por innecesaria de lección como le pasa a Enriqueta; un jugoso personaje, cínico y seguro de sí, que se amolda a ese mundo que el conjunto parece señalar con aire de conmiseración, desilusión y más tarde resignación (no para el espectador que puede cavilar al respecto), en un tono muy contemporáneo, el de la neutralidad, el de la autosuficiencia.

Diamond Flash y su rival “principal”, Enriqueta, aparte de amoldarse más al juego que plantea el cómic y ser la presencia original -cada uno a su modo siendo además representativos- dentro de la normalización realista (haciendo la salvedad de los súper-poderes del superhéroe que se dan solo en dos casos puntuales en un único momento) son gérmenes del mal que vivimos (aun siendo ella otro ser humano más con algún requerimiento afectivo). Ambos son piezas de un universo que debemos reemplazar, proporcionando en esa línea dejar a la abusiva pareja. En la película aunque sea increíble de creer –yo he dudado si era o no semejante ocurrencia- pasa por un pedo que dicen juega con una frase hecha, una “audacia” bastante boba, pero que no creo que llegue a destruir los tantos logros.

Cada parte encaja perfectamente en el relato una vez que las tenemos bien vistas, a lo que hay que estar atentos, donde no parece sobrarle mucho aun vistiéndose a veces de mucha intrascendencia, aunque también deja rastros y elucubraciones a la imaginación. El filme brinda lo necesario para hacernos de un escenario actual, que parece llamar a la consciencia de la mujer en particular, transportándolo a nuestro deseo de cambio a través de su “verídica” contextualización y su singular en apariencia pero repetitiva esperanza o inacción; sin obviar que luce atractivo, entretenido y original, y aunque contenga diálogos demás o ciertas tonterías sobresale su personal dramatización (que es algo unidimensional aunque los personajes se hagan querer; rígida en Enriqueta o muy cándida en Lola, pero que crean empatía y viven en la riqueza del conjunto). Contiene muchas virtudes como su consistencia argumental, su atrevimiento y su personalidad, que no hacen más que señalarla como una obra que propagar.