domingo, 28 de octubre de 2012

ParaNorman


El tiempo va haciendo familiar ciertos estilos, estéticas y cines y a esa vera el vínculo con ambientes y tipos de personas. En una primera instancia Tim Burton trajo un estilo nuevo al séptimo arte y ya hoy en día se ha popularizado, yace ampliamente aceptado. Sin embargo a la hora de juzgar el mundo real podemos olvidar lo que nos ha enseñado, por eso que nos lo recuerden sigue siendo interesante y útil. Frente al ecran es fácil enamorarse de su mirada relajada y amistosa sobre los freaks y apasionarnos por su cálido terror gótico y no sólo los niños que lo ven muy naturalmente, más allá de la ideología de las figuras. La presente película sigue la misma idea que enarbola el arte de Tim Burton, sin demasiadas pretensiones o imitaciones descaradas, dentro de algo más típico. 

Desde el arranque somos cómplices de Norman, y pronto lo serán todos dentro del relato. Se ganará el aprecio y la admiración tras un lente iluminador. De eso va, de destruir los parámetros comunes de rechazo hacia lo extraño y asumir la diferencia como algo favorable. El mensaje puede ser un poco obvio, pero nos gana la bondad y comprensión del buen séptimo arte.

La técnica de animación es la del stop motion, que nos recuerda famosas propuestas como El extraño mundo de Jack (1993) o la serie de Wallace y Gromit. Chris Butler codirige el filme, junto con Sam Fell que cuenta con dos largometrajes dirigidos, Lo que el agua se llevó (2006), sobre dejar nuestro lugar de seguridad para entrar en el mundo tal cual, y El valiente Desperaux (2008), con la trama inversa, sobre un ratón que cambiará al mundo.

Norman es un niño raro que dice hablar con los muertos y por ende es marginado y fastidiado, incluso incomprendido por sus padres. Norman tiene la dificultad de adaptarse socialmente, pero al venir su extravagancia a apoderarse de la realidad será el único capaz de salvar a su pueblo, convirtiéndose en el héroe que paradójicamente nace gracias al don que lo ha tenido sojuzgado y menospreciado por el entorno. Los fantasmas, brujas y zombies se ganaran nuestro aprecio también, por medio de una lucha que nos brindará como resultado una muestra distinta a lo estipulado normalmente, aunque primero serán lo que siempre han sido, monstruos que nos producen rechazo. En esa filosofía yace la esencia del filme, ya que alejamos todo lo que nos manifiesta temor o nos es raro, de ese lugar nace un tipo de violencia, para el caso que muera una niña por bruja. No obstante, habrá una reconciliación, una forma de compenetrarse.

Se da un preámbulo lleno de aventura en donde un pueblo entero aprenderá a superar sus prejuicios, en busca de redimir una imagen, la de un niño raro que como él mismo expresa, espera que le terminen queriendo, proponiendo que no hay que odiar aunque nos hagan el mal. Esta comprensión se da en todo terreno, hasta se dice que el bullying es selección natural, y aunque existen reacciones como el enojo hay que esperar la oportunidad de cambiar al resto. El filme promueve el optimismo a toda prueba, aunque también la inocencia, que no se desestima en el arte ya que ¿no son estas fantasías las que nos enamoran?, y es que en el fondo creemos en su discurso o deseamos hacerlo, y de esa manera más buena onda no se puede ser.

En el filme hay estereotipos, aun buscando vencer otros, están en todos los compañeros de Norman. Los guapos y populares hermanos mayores, el gordito y mejor amigo (un hablador siempre simpático), o el matón de la clase, el que actúa como por reflejos. Pero es esa identificación la que hace que la trama vaya contra el quiebre del rechazo y la marginación. Se trata de ponerse en el contexto conocido y sacar una mirada más noble de lo ordinario. No obstante, únicamente esto no sería suficiente, sino estaríamos frente a un Disney clásico y son otros tiempos. ParaNorman (2012) se actualiza por medio de su comedia ligera, su personal colorido cromatismo, evitar la pesadez de lo cursi y la flagrante fábula de niños, aunque un cierto halo de tontees se deslice en el aire casi sin querer, pero también permitir la liberalidad de la inocencia trae recompensa.