miércoles, 8 de agosto de 2012

Odete

Estamos en la última semana del Festival de Cine de Locarno (Suiza), exactamente hasta éste sábado 11 de agosto, por lo que revisaré algunos directores que postulan al leopardo de oro, la más alta presea que corona la pugna del encuentro. Éste año son 19 los participantes. Así vivo un poco a la distancia dicha fiesta cinematográfica. El evento que nos convoca se da como un escaparate para el cine de autor e independiente, se presentan pequeños cineastas de distintas partes del mundo incluyendo -y mucho- al cine indie norteamericano o algunos directores con trayecto pero poco conocidos fuera de un círculo, aunque no estamos hablando de Cannes, máximo cine de autor con nombres consolidados, ni del Oscar, la gala de premiación del mejor cine masivo de entretenimiento. Sin embargo imita al primero y a la vez hace la diferencia por apostar por autores más rebuscados –generalizando son los de segunda plana- o también recién iniciados. Locarno tiene la particularidad de no distinguir entre documental y largometraje de ficción en su galardón oficial del pardo d´oro y de atreverse a un séptimo arte raro y audaz como el que tenemos enfrente que visto bien es más extraño que otra denominación.

El realizador portugués Joao Pedro Rodrigues, reunido por primera vez en un largometraje con Joao Rui Guerra de Mata compite con La última Vez que vi a Macau. Viendo dentro de su filmografía me tope con Odete (2005), la segunda dentro de 4 largos de ficción, que con 2 documentales y 6 cortos completan su hoja de vida cinematográfica. Nos remite al encuentro de la chica del título, una mujer con problemas psiquiátricos que quiere tener un bebé, y Rui, un homosexual que acaba de perder al amor de su vida, Pedro, al que ve transpolado a la obsesiva Odete, la que intempestivamente en el funeral de él confiesa haber sido su pareja secreta y llevar su hijo en el vientre, para luego volver su excesiva motivación hacia Rui, el que sufre la pérdida de forma devastadora. Ese será el panorama general del filme que depende de un tratamiento lleno de elipsis -la relación entre Pedro y Odete, su vecina, no se esclarece en ningún momento aunque observando llegamos a algunas ideas- y un discurrir lento escurridizo en las explicaciones que llegan tras bastante metraje.

El filme tiene la habilidad de lucir misterioso y parece un drama serio pero termina siendo harto inusual, difícil de digerir en cuanto a la sustancia de fondo y en gran parte decepcionante si vamos por la ruta antes dispuesta de “sobriedad”. Sin embargo si caemos en la cuenta de que es una historia nueva para uno nos convencerá mucho más, entre comillas porque tampoco ya hoy en día es del todo original viéndolo bien, con respecto a los cambios de sexo y la aparente bisexualidad, además de tener recurrentes escenas sexuales fuertemente sugerentes de índole homosexual que pueden incomodar a quienes no lo ven erótico, algo gratuitas por más que se comprenda como parte de la depresión de Rui, y hasta alguna peculiar al uso, un poco irónica a mi ver, que resulta extrañamente cursi además, de mal gusto (todavía en el desenlace), perdonable si notamos que Pedro Almodóvar también es proclive a estos ataques de genialidad y ya siendo condescendientes por muchos cineastas que quieren rematar su película con un supuesto cierre creativo, si bien lo que hace Rodrigues lleva la esencia de un cine extravagante que se luce articulado en darlo por natural o entendible en lo real, otra característica del manchego.

Ésta es una propuesta que en su trama se queda en lo superficial pero que como relato resulta curioso, Odete es una de esas personas que han enriquecido con un matiz más el ecran con su particularidad, un nombre digno de esos personajes distintos que provoca escuchar y del que se reviste el mundo en su variedad, de alguien cualquiera pero especial a su misma vez, que no ha hecho nada importante pero que lleva una vida extraordinaria, sin fingir sino porque lo es y en eso ha valido la pena la película.