lunes, 4 de junio de 2012

Alois Nebel


Muchos analistas y críticos daban como elección fija a éste filme de animación para las cinco candidatas a los Oscars 2012, sin embargo el primer largometraje de Tomás Lunák se quedó fuera; una realización de apariencia compleja pero que se resume en un motivo sencillo, la venganza, tras la muerte y el abuso para con los alemanes tras la segunda guerra mundial en Polonia.

Nos instauraremos en el constante recuerdo de nuestro protagónico, Alois Nebel, un maquinista solitario y taciturno, que nos develará la relación que lo vincula con un tipo misterioso conocido como el mudo, en el contexto subordinado al control ruso, a la vez que busca entablar una relación afectiva con una viuda de la estación en que trabaja.

No parece una historia muy atrapante poniéndolo en términos específicos pero éste filme proveniente de República Checa cuenta con la técnica de rotoscopiado que se basa en animación sobre actuaciones reales, lo cual le da a las ilustraciones un cariz muy realista notando que los movimientos se revisten de grave autenticidad.  Además se perenniza en blanco y negro dándole un sentimiento muy acorde con la dureza del medio; lleva una frialdad que envuelve el producto de una madurez conceptual muy digna del arte de la novela gráfica que está destinada a un público exigente y adulto.  Se basa en la obra del checo Jaroslav Rudis.

Vemos que la creatividad de la novela gráfica se adapta muy bien al séptimo arte como un storyboard o guión visual y no sorprende ver la naturalidad de su éxito. Es en pocas palabras dar motricidad a lo que ya tiene forma pero no es nada espectacular sino sosegado como una historia que quiere ser también intelectual y no solo entretenimiento.

Otro detalle para tener en cuenta es que estamos ante una trama muy breve en cuanto a explicaciones necesitando agarrar  cada información destinada en un punto sino no llegaremos a comprender el conjunto, hay una sensación de ambigüedad y vacío que reviste los dibujos de un semblante oscuro pero cumple si prestamos atención como detrás de una investigación que requiere sagacidad. No admite distracción pero tampoco hay que dejarse impresionar por la intención sino regodearnos en su pretensión de dar un producto de calidad haciendo más arduo el comprender –el sabor de un poco de esfuerzo- pero no cae en la incoherencia o en la ausencia de respuestas centrales.

Entendida la idea de convertir el filme en algo difícil para el espectador, creando un engrandecimiento de lo que podría ser menor y básico, para lo que las imágenes se vuelven importantes para crear no solo una atmósfera sino prolongar sin redundar y dar el aspecto de estar necesitando saber más, se dosifica y se distribuye una estructura que implica diferentes tiempos en juego que giran en torno  a Nebel que vive en el misterio a pesar de ser un ente pasivo, débil, primario que está atado a un suceso de su niñez. Un hombre mayor que representa tópicamente alguien bondadoso pero incapaz de generar nada.

Estamos sometidos al invierno, a los trenes, a un régimen militar y en esos tres cuadrantes atendemos a la personalidad y existencia de un maquinista que vuelve a su memoria. Lleva el filme una sugerencia interpretativa que viene de una cierta filosofía de elipsis. El hombre del tatuaje en la mano se pliega al odio, al amor, a ambos y tiene remordimientos. Existe una división entre los que se cubren la espalda y los que no ven nacionalidades aun siendo de la misma “familia”. Nebel tiene consciencia aunque sin atenerse a consecuencias ya que solo rueda sea hacia el sanatorio mental, su puesto de trabajo o hacia dormir en una banca, empero oculta una postura, es un antihéroe sin carisma, un pobre diablo a fin de cuentas que solo se permite una libertad callando y mirando, incluso atisba la muerte con resignación, solo el amor lo llena finalmente de resolución.

Una historia seca y lúgubre en todo aspecto que lleva un continuo flashback que de a pocos lo completamos, la niebla, la estación del tren, una mujer con un bebe en brazos, un asesinato y el olvido que no llega salvo con la muerte cerrando el círculo. Una próspera manera de contar exprimiendo y repartiendo algo pequeño en un síntoma de alucinaciones y la expectativa de querer resolver las pistas que se van otorgando.