viernes, 30 de marzo de 2012

The yellow sea


El cine surcoreano es uno de los más radicales y modernos que hay en el séptimo arte, una invitación a la adrenalina como con ésta propuesta del director Na Hong-jin en su segundo largometraje cinematográfico. Éste es un cine que hay que descubrir dejándonos llevar por sus escenas brutales y su fuerte visualidad, acción de primera mano que no cesa a las convenciones y se impone con vehemencia rompiendo límites en cuanto a un realismo al borde del cataclismo, destruyendo todo a su paso sin ninguna contemplación. Es una anarquía de violencia donde los más salvajes se imponen por sobre toda regla, una orgia de sangre y muerte, justificada desde la implacable trama que articula una cacería donde el bien y el mal no existen.

Uno de tantos chinos descendientes de coreanos, que naturalmente radican marginalmente en la zona limítrofe entre China, Rusia y Corea del Norte, en Yanbian, denominados como población como joseonjoks, accede a un negocio criminal, asesinar a un maestro adinerado de Seúl, un trabajo que no solo le dará una exorbitante cantidad de dinero para sostener su vida y mantener a su pequeña hija, sino le crea la posibilidad de reunirse con su amada mujer que yace en Corea del Sur. Sin embargo lo que no sabe es que la mafia de ese país también planea lo mismo. Visto en medio de un conflicto de intereses personales empresariales será perseguido por diestra y siniestra, tanto por sus contratantes con un líder Myung –ga (Kim Yun-seok), salido de un mundo de asesinos verdaderamente intimidantes que parecen animales, como de una organización delictiva de alto peso en que le llaman presidente a su cabecilla, un elegante y calculador empresario de saco y corbata.

La cinta es una rocambolesca secuencia de persecuciones, escapes surrealistas y batallas sanguinarias con objetos punzo cortantes como hachas o filosos cuchillos de carnicero, incluso se usa como arma un gigantesco hueso que sirve para aplastar cráneos. Las tomas de los vehículos estrellándose y evadiéndose es de una proximidad portentosa, casi puedes oler la sangre y ver saltar los vidrios; el sonido y la verosimilitud, la cámara a unos metros, crea un festín sensorial inigualable, de lo más llamativa.

Algunas persecuciones pueden caer en lo extraordinario pero nunca dejan de ser vivaces y absorbentes, enajenantes y subyugantes para quien las observa con el cuerpo a punto de saltar a la pantalla. Hay una en particular en que los policías se amontonan como gorilas tontos y agresivos corriendo detrás del criminal y protagónico de nombre Ku-nam (Ha Jung-woo), un tipo que va de menos a más, de la docilidad y expresión introvertida a la faz y los actos más implacables. En ésta como que están fuera de sí al ir detrás de él sin hacer algún disparo, en una desorientación y estupefacción grupal ante el deseo de subsistencia y huida del asesino. Es una escena fantástica que no será totalmente realista pero está cargada de imponente extremismo y exaltación que como en la lucha desigual constante de uno contra muchos como en el puerto se hace rústicamente artesanal y desequilibrado concretar semejante hazaña. Pero es el entendimiento del sobredimensionamiento de lo posible que hace de la propuesta de su violencia una empatía intensa y especial que convence sin que uno reproche demasiado sino que se deja llevar por su frescura y naturalidad. El filme sostiene una ejecución muy persuasiva en cuanto a los combates físicos de predominancia con arma blanca que desarrollados hábilmente son el plato fuerte de ésta propuesta en donde se va hasta la última consecuencia, sin lógica, yendo a matar a toda costa, consiguiendo vengarnos y acabar con el enemigo.

Myung –ga, una bestia para asesinar y sobrevivir, baja a un sótano frente a un amplio séquito de guardaespaldas y matones que cubren al denominado presidente, jefe de la mafia surcoreana, y sin miedo alguno sabe a lo que viene. Es esa la direccionalidad del filme, no dudar en cuanto a cumplir con lo que queremos, y aunque Ku-nam inicialmente parece dubitativo termina saltándose todo protocolo y se convierte en un amoral tan igual a todo su contexto, por lo que no hay un solo héroe en la realización, solo criminales, sobrevivientes y homicidas. No obstante éste último es nuestro punto de partida y se nos hace menos cruel, con algo de sentido afectivo, quiere recuperar a su esposa mientras sobrelleva una desolación, pobreza y abandono que inflige un descorazonamiento que lo implica a perpetrar una liquidación por dinero que termina atrapándolo en una vorágine en que tiene que ir contra el mundo, policías y dos bandos mafiosos incluidos, aparte de ser perseguido por perros, patrullas, ser herido y estar de ilegal en otra nación.

Es un filme que arranca muy contextual pero ocultándonos la sanguinaria energía de sus personajes que darán luego la sorpresa, aunque ya se destila la confianza que predispone a creer en su oculta esencia; a cualquiera no se le pide que atraviese el mar en malas condiciones, elimine a un hombre y traiga su dedo gordo como prueba, tampoco quien lo promueve puede ser menos fiero, pero éstos terminan siendo mucho peores de lo esperado.

Primero se nos ubica en el relato sin demasiados sobresaltos físicos, como es normal, y eso va hasta casi la mitad de la película. Nos inquietan un poco de expectativa, aunque sin agobiar, si bien no da mucho crédito a los intereses sino más a la actividad y desplazamiento de los contrincantes cuando ya se decide a acometer su barbarie visual. Vemos una vasta colectividad en varios grupos contra un único ser humano (que terminan traicionándose), un fugitivo que toma las riendas de su acoso y arremete contra sus cazadores.

Cuando llega lo ansiado cumple a todo nivel, acción pura y dura, amplia y bien planteada pero con los rasgos asiáticos, es decir una desproporción que incluye detallismo y mucha brutalidad. Abstenerse quienes no gusten de la sangre y lo específico, pero sí se quiere, estamos ante otra más de esas audaces proposiciones fílmicas que no se achicopalan en absoluto sino salen a impresionarnos. Es una cinta que tiene varios géneros dentro, pero que puede adscribirse a la acción simplificando su objetivo, una propuesta muy entretenida que usa a sus personajes sin pena alguna y les saca sustancia hasta el máximo extremo para divertimiento del público.