domingo, 8 de enero de 2012

Un método peligroso

Ver a un intelectual del calibre de Carl Jung siendo seducido por la pasión del amor a contracorriente de sus pensamientos racionales, metódicos y que reafirman su condición científica es digno de un acto de atracción hacia el buen séptimo arte. La cinta del canadiense David Cronenberg es una de aquellas que son de alta exigencia, muy reflexiva, ordenada, con un trabajo que destaca por unos diálogos imprescindibles, de una cadencia calmada pero no extenuante, que está libre de efectos provocativos básicos o de la careta de puro entretenimiento, dispuesta para aquel que desea algo sugerente en ideas bajo una historia que se puede resumir tranquilamente en la necesidad de agregarle a la razón un aire impredecible, de emotividad aún a costa de trastabillar la propia teoría que no permite ambigüedades.

Jung conversa ávidamente con su maestro, Sigmund Freud, un revolucionario contra las ideas convencionales reinantes y un hombre muy inteligente que a pesar de innovar busca la solidez de quien no admite desequilibrio en su método académico, sin embargo Freud sabe que su aventajado compañero será quien ponga a relieve ciertas ausencias o revelaciones, un paso más en la evolución creativa de la mente que para más inri puede ser capaz de doblegarse ante los sentimientos, ese canto primario que nos identifica y del que no se nos puede desligar como seres humanos. De cara a su deserción no teme sino parece alentarlo secretamente. No es una burda guerra sino la lucha intelectual de unos camaradas.

Lo interesante es que una mujer neurótica tratada por Jung será el dispositivo de arranque para esos cambios personales como analíticos, esas dudas que despiertan o desarrollan audaces y más completas cavilaciones. La joven traumada por abusos infantiles de carácter sexual que provocan en ella la culpa, la rabia y el propio repudio inconsciente se verá liberada en la relación afectiva y profesional con el sabio doctor, pero no estamos frente al control del contexto, sería poco curioso tenerlo en un filme si así fuera, sino que Jung caerá en esas redes infringiendo su personal código de vida, escuchando a ese otro médico y paciente, Otto Gross (Vincent Cassel), que muy liberal no teme involucrarse con las personas que trata; la moderna visión de que hay que rendirse al deseo y provocar el estudio desde la experimentación, una osadía claro está que lleva a Jung a vejaciones permitidas de índole sexual, sumisión y goce erótico libre de inhibiciones.

Cronenberg es muy sutil, podría llamársele elegante, fiel a sí mismo y serio pero creo que cae en el poco reforzamiento de la trama, lo cual encuentro fantástico de alguna forma porque no busca atropellar al público para que éste lento por costumbre pueda entender ante la explicites, sin embargo quizás a la vera de no infringir mucho la historia o no pecar de subjetivo no nos describe demasiado ciertos aspectos importantes de ese tórrido romance muy digno en pantalla y que nos hace pensar más en algo oscuro, quizás realmente en el fondo hubo un romance muy típico de dos almas dulcemente enamoradas pero se intuye algo más liberador de lo que se propone.

Tampoco se ve demasiado desenvuelto el conflicto último que genera la relación para Jung y su corriente psiquiátrica, se ve que hay problemas pero apenas hay ruido, y podemos ver que tiene que dejar su lugar de trabajo para más tarde viajar a otro país; a su vez su mujer parece un fantasma y por lo que se puede ver su influencia debe tener mayor presencia ya que suele apoyarlo económicamente. Queda en el aire mayores revelaciones pero eso no quita que el cine de Cronenberg sea un espacio para ver a través del ecran, porque como se puede percibir, nos ha sugerido argumentos y hacia donde indagar; la cinta no es una enciclopedia sino hay que poner de nuestra parte y descubrir donde quedo abierto el mensaje. El filme busca seguir el curso de nuestra existencia donde suponemos un pasado, un ambiente y unos personajes en conocimiento mutuo y un discurrir del tiempo, lo cual no solo otorga un ritmo más genuino sino una contextualización artística mucho mayor, que no es tarea fácil y en donde se ve la maestría indiscutible del canadiense.

Keira Knightley en su personaje de Sabina Spielrein puede inquietar con sus repetitivos tics como sacar la mandíbula hacia fuera y abrir excesivamente los ojos pareciendo que está a punto de vomitar pero es efectiva, no podemos esperar una paciente encantadora si queremos realismo y es en ese rechazo que ofrece al espectador (en la primera parte del filme) que la hace verosímil y hasta produce mayor desconcierto en que Jung se haya fijado en ella, o nos hace pensar al respecto; por supuesto teniendo en cuenta la belleza de la inglesa –y suponiendo la de la persona real- que bien vale la condescendencia más noble de cualquier caballero, sin embargo se abren nuevas perspectivas, Jung parece haber sido más sensual y humano de lo que aparentaba ante el resto, la idiosincrasia del planeta, complejos e impredecibles.

Se ve que Jung es el protagonista principal aunque Freud sea un buen sparring en un filme que lo respeta mucho, para lo que Sabina se hace secundaria a la utilidad de la historia y se hace extrañar un poco de abordo de su transformación profesional y biográfica; será motivo para que algún otro cineasta tome la posta porque aquí queda un poco como objeto más que materia de sabiduría a pesar de que hay vocación de mostrarla pensante y hasta secamente provocadora para el razonamiento.

Michael Fassbender debe ser el más talentoso actor que se puede percibir últimamente, su interpretación otorga humanidad total a Jung, podemos verlo muy en ambos lados, a fuerza de la mente o de los sentimientos (más próximo aquí a ellos), llora y se muestra frágil como el más simple de los hombres, no es solemne en absoluto y es hasta inseguro, puede ser muy preparado como para pasar muchas horas dialogando con Freud pero tiene un lado disoluto que lo vemos cuando yace echado despreocupado e infantil con su amante en un pequeño velero comprado por su dócil esposa, pero siendo justos e indulgentes no pierde su aura de genio. Hasta en el filme pasa tremenda humillación flagrante con Sabina (dama que a todas luces debió llevar la peor carga en la realidad sino que no es su momento) y es que Cronenberg ha tomado al personaje con aplomo dándole los matices necesarios para crear a alguien celebre pero discutible sin robarle sus méritos, es su monstruo muy perspicazmente entregado. Viggo Mortenssen lo hace estupendamente bien como Freud, podemos ver a ésta eminencia de la psiquiatría en toda actividad. Es favorable decir que siguen siendo cálidos en pantalla, hay una cierta naturalidad y credibilidad que impresiona porque además no hay efectos especiales y casi es inexistente el maquillaje en los actores. Es un dúo que interactúa con mucha solidez siendo de lo mejor del filme ver su convivencia, respeto, su amistad e intercambio culto. Cronenberg se mantiene cerca del espectador, no hace algo insulso y otorga muy buen nivel a su arte.