viernes, 20 de enero de 2012

Pina

El director alemán Win Wenders le dedica una película a su compatriota y amiga, Pina Bausch, bailarina de mucho talento y reconocimiento que murió en el año 2009. Su compañía de danza, Tanztheater albergaba personas de todo el mundo; en el documental vemos bailarines orientales, indios, latinos, brasileños, españoles, franceses entre otros, todos reunidos declarando sobre su maestra, compañera y amistad como si estuvieran en un cuadro sin articular movimientos en la boca aunque traduciendo sentimientos mediante la expresión facial mientras la voz en off nos cuenta sobre ella. En ese detalle estructural de la realización cinematográfica está la búsqueda personal de la artista, poder reflejar a través del cuerpo toda la fisionomía mental y emotiva de una persona, para lo que creó coreografías muy personales de las que podemos ver en el filme.

El lenguaje corporal es hermoso y a la vez tan profundo, vemos sin palabras como es la relación humana en su interrelación violenta hasta el fugaz apareamiento y el abandono, la fusión sentimental de dos extraños sujetos casi como si estuviéramos ante un par de seres de otro planeta o la fragilidad de dos criaturas humanas amándose.

Una de sus máximas de la autora suele ser que sensibilidad es fuerza también. Y mediante el interior de la persona, su esencia o centro espacial en el planeta sale las performances más audaces. Muchas de ellas impresionantes como la de una mujer musculada que no es más que un hombre detrás de una dama en perfecta sincronización.

Los bailes son poderosos y llevan todo un espíritu propio, a cada danzante se le pide que cree su identidad y de la mano de Pina han podido sacar a flote su personalidad en transparente exhibición de la vida privada de cara al teatro. Hay quienes explotan la lucha contra la naturaleza, los que tienen un aire cómico, pueden lucir juguetones, otros románticos, algunos tristes, más allá eclécticos, con conflictos individuales y así seguimos en un sinfín de movimientos capaces de expresar fielmente nuestro mundo único desde lo mínimo hasta lo más grande a través de cada percusión que exuda nuestra cáscara física desde nuestra luz definitoria.

Hay convicción y precisión en cada articulación artística, mezcla de teatro con danza, se puede entender viendo y no hay tretas ni oscuridad escénica, hay detrás un trabajo de mucha introspección y actividad recreativa que se presta a conmover, conmocionar, sacudir al espectador, en una magia que se impregna, sea mediante el uso de sillas que se van derribando bruscamente, sea debajo de la lluvia incesante a la vista de una imponente roca o detrás de una vestimenta de color rojo en medio de una multitud dispuesta a rehuir al compromiso o al destino.
Lleva claridad en sus coordinaciones motrices, viendo por gestos, agitación, silencios, por representación, sintiendo en el organismo ajeno, en la imagen panorámica de su muda e intensa actuación. La música a su vez es cosmopolita y universal, de Europa, de Asia, de Latinoamérica o de Estados Unidos, da la vuelta al planeta en la fraternidad y unidad de los seres humanos que no ven por naciones sino como conjunto en la raza humana.

Bausch, por los videos que muestra Wenders, parece algo tímida, comedida en el habla y de cariz sencillo pero como creadora está dispuesta a comunicar arte sin intrincamientos, o sea con estética y fluidez de entendimiento. Engrandeciéndose en su campo como el animal salvaje en la selva.

Hay un fabulación con connotación real exaltada al aire libre, en la ciudad, que sirve para transmitir otras ideas, la banda que sin instrumentos nos motiva con la alegría de la imaginación, el amante desvalido que sufre por un nombre mientras se despliega en el suelo bajo su agredido corazón, el monstruo y el extraterrestre vinculándose en el metro. Nuevamente andamos frente a una manifestación que nos señala nuestra complejidad, sea la edad o el cortejo, no hay una sola temática sino miles en constante cambio y repercusión. Se figura al hombre sin género pero se adscribe mucho en el escenario a la relación de ambos sexos, la base que predomina en el ideario de Bausch.

No solo puede ser muy agradable ver cada coreografía, porque en el video se puede ser literal con la grabación, confundir un poco a los ojos en la estructura del baile, darle una plasticidad audaz, como generar el efecto que se pretende en la danza. Sino conocer la cosmovisión histriónica de Pina y con ella también la del arte en general abocada al ballet de nuestra osamenta o del rostro.

Es la naturaleza convertida en un rito para luego ser arte, una trasfiguración de nuestros orígenes viscerales, de la intimidad del ser. Se nos exige tan igual a una caricia de una nueva experiencia dentro del amor una cierta confabulación con éste documental que tiene el dulce aroma de la pasión que nos ayuda a entender esa derivación de la virtud que provoca el arte.