martes, 3 de mayo de 2011

Luces al atardecer

El director finlandés Aki Kaurismaki tiene bien ganado un nombre dentro del cine arte, gracias a un estilo muy propio. En la presente película nos muestra la vida a secas de alguien que se le puede catalogar de fracasado, su nombre es Koistinen, y es un guardia de seguridad solitario que ni siquiera es respetado en su trabajo, como cuando un compañero encargado de las salidas le pregunta por su identidad aun después de 2 años. Koistinen pasa de su trabajo a estar metido en su modesta casa o reparte su tiempo yendo a un bar a mirar a la gente. Un día que va como de costumbre a su pequeño rincón bohemio una mujer rubia y hermosa lo aborda directamente, enseguida él cree conseguir pareja sin hacer demasiadas preguntas ni objetar tanta repentina suerte, ya que Koistinen no se siente un perdedor sino que piensa que está a punto de dar el gran salto a una mejor situación como hace hincapié en sus conversaciones.

La trama es sencilla pero no por ello menos efectiva, también la ambientación es muy descriptiva, parece como si asistiéramos a una puesta de teatro, los personajes se quedan mirando el vacío mientras hablan o comparten momentos de esparcimiento. Koistinen suele visitar también un puesto ambulante para comer hot dog o tomarse un refresco, la dependiente Aila es su amiga pero en ella se trasluce que está enamorada de él aunque no es tomada en cuenta más que como confidente. Koistinen busca ganarse el amor de Mirja, la rubia, pero ella si bien parece corresponderle aceptando ir a comer, bailar, andar juntos y recibir atenciones de un hombre pobre dispuesto a dar lo mejor de sí, en el fondo está tendiéndole una trampa.

Mirja es pareja de un mafioso que quiere robar las joyas que se encuentran en el trabajo que vigila Koistinen. El mafioso lo tiene estudiado, sabe que el agente de seguridad es un romántico, un hombre sensible, alguien fiel, una buena persona, de esas que la realidad muchas veces destruye sin misericordia. Por ello Koistinen es blanco fácil de la maldad ajena y aún siendo víctima de ésta no hace nada para remediarlo salvo el absurdo exabrupto encolerizado de querer atacar al mafioso con un cuchillo.

La película es pesimista con esa vida que nos enseña, parece que no hay salida a algunos contextos, que las circunstancias hacen pedazos a quien no está preparado para defenderse de un mundo omnívoro y despiadado. Koistinen se mantiene en su decisión de no cambiar de personalidad, se somete a la ruina, el rechazo, la frustración, el engaño, la mediocridad, los golpes violentos de la existencia, es decir todas sus implacables desgracias. En su expresión no hay llanto ni pena, al final es un ser humano hecho para seguir adelante en la inercia más desastrosa. Él es una lección de supervivencia pasiva. Lo extraño es que la única mujer que realmente lo ama y lo ayuda no parece ser su válvula de escape, al menos no atina a ver en ella la felicidad, que parece negarse también. Koistinen no hace esfuerzo por salvarse y te enfadas con su inmovilidad porque esperamos que haga algo mejor con su vida, que aunque no hay muchas formas de levantarse vemos que es un hombre trabajador y honesto con lo que se puede esperar mucho más de su persona. En cierto momento ve a un perro que no es alimentado hace días amarrado a un poste entonces entra a buscar a los dueños y les planta la cara buscando resolver el maltrato que le dan a la mascota, lastimosamente es golpeado y no logra revertir nada, pero es elogiable su actitud, el ser tan idealista, en este caso vale su valentía o su entrega a sufrir sin lamentarse, aunque deja la amarga experiencia de que no siempre hay justicia donde es necesario que suceda.

El mensaje del filme es que hay hombres que padecen sin ser notados, como Koistinen, que la derrota existe y que las mejores almas no son las bendecidas sino que pueden estar en el suelo hundidos y aunque estoicamente no se quejen definitivamente alguien tiene que hacerlo por ellos, puede ser que necesiten de los demás para remediar sus problemas, cabe la perspectiva que no pueden solos, también es indudable que ellos mismos deben amoldarse mejor a la sociedad, necesitan crearse esas nuevas oportunidades y tener mayores facilidades, lo que puede ser exigir mucho a un planeta que muchas veces es capaz de destruir hasta las esperanzas. Koistinen pide un préstamo y se le niega porque no tiene garantías, al final se le humilla, le piden que salga por la puerta de atrás, pierde su trabajo por confiar en alguien, incluso se le arrebata su libertad por un incoherente silencio, entendido como parte de su carácter sumiso y soñador. Sin embargo luego de tanta tragedia y ser el festín de los astutos vislumbra lo que siempre ha estado frente a él, un complemento espiritual. Se puede entender que a veces uno busca a la distancia lo que cerca no alcanzas a notar teniendo la alegría gritándote. Un pequeño gesto deja que brille el sol.