lunes, 7 de febrero de 2011

Aún sigo aquí


Éste documental según han afirmado sus autores, Joaquin Phoenix y Casey Affleck, Affleck lo dirige, ambos comparten el guion, dicen que es una película de ficción que finge ser esa forma de archivo, pero lo que vemos parece real si bien todo el asunto de convertirse en rapero dejando la actuación por parte de Joaquín Phoenix parece una tontería increíble. Por ese lado podemos creerles pero lo que observamos luce tan espontáneo que admite la duda. Lo que presenciamos resulta patético, presentando a Phoenix como un estropajo. No puede quedar peor, si bien se llega a sentir conmiseración por su estado.

Phoenix inhala cocaína en repetidas oportunidades, se acuesta con una prostituta y aspira droga de uno de sus pechos, le arrojan una ventosidad en el rostro, luce por un año como un loco, con el cabello desordenado y largo, la barba descuidada y lentes oscuros, una panza prominente y una actitud que repele el buen trato humano, insulta y minimiza a sus amigos, habla incoherencias. Su cántico de hip hop se presenta desastroso en cada ocasión que lo hace. Quiere ser reconocido en su nueva actividad a pesar de la clara falta de talento. Golpea a un espectador de uno de sus presentaciones musicales, vomita; llora tras pasar vergüenza y ser razón de burlas en el programa de David Letterman. Es imitado inmisericordemente, como un retardado y un tipo sucio, por Ben Stiller, en un evento que reúne a cuantiosas estrellas de cine. Los medios de comunicación difunden la noticia de la mofa en que se ha convertido.

¿Y todo para qué?, ¿es verdad que Phoenix ha caído tan hondo, al aborrecer su gran carrera actoral por una nueva esperpéntica inmersión en el hip hop o es la actuación de su vida como han querido llamarla los creadores de éste documental? Ciertamente el filme es un golpe bajo para quienes lo tenían en un pedestal y por donde se le mire es deprimente, porque de cómico no tiene nada, fuera de que creamos que Phoenix realmente está fingiendo lo que vemos y haya logrado concretar el papel de un perdedor disfrazado de gloria del cine.

Casey Affleck, quien además es cuñado de Joaquín, como director es terrible, porque su actor principal da la espalda a la cámara, no se le ve bien el rostro en incontables tomas, los diálogos son insignificantes, se mueve y es seguido sin un encuadre correcto, se demuestra mucha improvisación técnica. Claro, podemos decir que es parte de que trata de ser lo más realista posible; pero sin profesionalismo en la realización, ¿de qué estamos hablando?

Pasan artistas reconocidos por la filmación, Edward James Olmos llega a darle consejos de las elecciones de la vida en un discurso que avala el decadentismo del retirado actor. Ben Stiller aparece con un guion de cine, el cual Phoenix rechaza menospreciándolo y abandonando el lugar. Hay abrazos con actores como Bruce Willis, Jack Nicholson, Billy Cristal, Danny Glover, entre otros, pero en rápida intervención, producto de un evento benéfico que comparte con ellos. Sean Combs es el productor musical al que Phoenix busca para promover su faceta de cantante y para sorpresa del espectador acepta ayudarle, antes explicándole que necesita invertir mucho dinero, y en su estudio llega a decirle sorprendentemente que tiene dos canciones valiosas.

La película gira en base al deseo de Joaquín de ser cantante de hip hop, empecinado en triunfar en algo que considera más verdadero que el cine donde se considera solo un títere. Ver éste documental te deja la idea de que se permiten denostar de la hermosa actividad del séptimo arte, que no es lo que parece. Phoenix está lejos de ser lo que cualquiera puede pensar que es, una estrella glamorosa, inteligente y triunfadora, con una vida acomodada, buena educación y simpatía, que está rodeado de gollerías y mucha relevancia artística bien llevada y que se ve perseguido por el deseo de la multitud de conocer su idílica y extraordinaria existencia. Nada de eso se ve en la película, porque él se muestra como un pobre diablo que vive desordenadamente y desorientado e insatisfecho con sus propias decisiones. Parece un tipejo insoportable e incapaz mentalmente que hace películas pero que detrás no tiene virtudes personales.

Joaquín Phoenix es uno de los actores que más me agradan, siempre proveyendo a las películas de emociones y transmitiendo sentimientos, con performances envolventes y creíbles, que te ensimisman y te hacen cómplice de su estética, te convierten en fiel seguidor y admirador de su obra, pero aquí a uno lo sacuden y le dicen que nada de eso representa en realidad. Durante la cinta se hace inaguantable en su manera de manifestarse, deja de ser objeto de deslumbramiento para hacerse sentir desagradable, aunque al final cuando se sumerge en el lago nos apiademos de su infelicidad y sintamos lastima por él, sin embargo su arrogancia, inmadurez y retardo mental quedan circulando en nuestra cabeza con decepción tremenda.

Phoenix luego apareció coherente, elegante, delgado, bien peinado y sin barba en un par de festivales europeos, en Italia y Francia, presentando el documental como de ficción junto con Casey Affleck. Si es así, que todo ha sido una gran mentira y solo una interpretación, únicamente me queda decir que no se repita, que ha sido una idea bastante absurda y que el año que perdió no ha valido la pena por una realización tan deplorable. Espero verlo con normalidad en películas complejas y seguir creyendo que lo que he visto aquí ha sido solo una farsa olvidable, una travesura desbordada, un error de proyecto, un año sabático de terror, algo que hay que sacar de la consciencia para recuperar la imagen del actor que tanto a uno agrada, porque en todo caso si su vida personal así fuera, que la supere y que se dedique a lo que domina, hacer cine serio. Por bien de su persona y alegría de sus seguidores.